Cayambe
Fotos y texto por Lorena Dueñas Petit
Subir a lo alto de las montañas fue un deseo que tuve desde la infancia. Una pasión frustrada por pensar que era una hazaña reservada a grandes deportistas y personajes mitológicos. Se trataba de un sueño inalcanzable.
Las coincidencias de la vida me llevaron a un cumpleaños donde, el que ahora es mi esposo, me invitó a un curso de alta montaña con un grupo de guías experimentados, los hermanos Dammer, co-fundadores de NAHUAL. Sin darle tiempo a la duda y ante tal oportunidad, dije sí. A veces solo hace falta eso, una simple coincidencia, un encuentro con alguien que te motiva a iniciarte en el andinismo.
Después de un año de preparación, constancia y esfuerzo, nos aventuramos al nevado Cayambe, coloso de 5.790msnm, situado a 20km de la ciudad con el mismo nombre, en la provincia de Pichincha, y a 80km aproximadamente de Quito. Un lugar que ha sido el destino de muchos deportistas y andinistas.
Viajamos en bus reservado para los miembros del grupo. Temprano, quizá 5 de la mañana, nos encontraríamos en la ciudad de Cayambe con los guías. Lo que más me llamó la atención al conocer a estos extraños y admirables personajes fue el tipo de alimentación que tenían: caldo de pollo y sushi. No me hubiese imaginado comer sushi a más de 4.500 metros de altura. Fue entonces que nos explicaron la importancia de no modificar la alimentación a la que el organismo está acostumbrado.
La aventura fue completa. Desde el camino empedrado, los insuperables paisajes con sus prados verdes y sus potreros con vacas, horizontes cultivados y coloridos, hasta llegar a una zona árida a 4.600 metros de altura donde se encontraba el refugio, Ruales-Oleas-Berge. El acceso se lo debe realizar en vehículo 4×4.
Al llegar al refugio tomamos nuestro equipo, ajustamos nuestras botas y empezamos el ascenso por un terreno rocoso. Recuerdo la sensación de escalar roca con botas de montaña, rígidas, me asustó un poco. Tenía la impresión de que me resbalaría, pero en realidad estas botas tienen muy buena adherencia. Fue entonces que entendí la importancia de contar con el equipamiento adecuado y de saberlos utilizar correctamente.
Pronto el camino pasó de rocoso a nieve, hitos de piedras nos saludaban a nuestro paso, y en aproximadamente tres horas, en dirección de Picos Jarrín, a 5.300 metros de altura, nos detuvimos para aprender a frenar con la ayuda del piolet. Un mini-valle de nieve y hielo nos rodeaba, una laguna cerca y unas pendientes cual resbaladeras serían nuestro campo de juego. Impresionante belleza ver agua en estado líquido en medio de la nieve a esa altitud.
Parecíamos niños resbalando y reteniendo nuestra caída clavando el piolet en la nieve, tomando fotos para plasmar el momento, hasta que nuestros guías dieron la señal de que debíamos regresar. Las ganas de quedarse en aquel lugar, de detener el tiempo y seguir jugando en la nieve predominaban. La montaña se vuelve un imán que te retiene por su encanto, pero uno debe recordar que el retorno es obligatorio. Hay que estar consciente de las energías y fuerzas que se deben ahorrar para poder regresar a salvo.
Esta aventura terminó impregnando nuestras memorias con imágenes sorprendentes y sensaciones únicas. La montaña transmite mucho, pero sobre todo, te recarga de energía positiva. A pesar del cansancio y el esfuerzo, sientes que puedes lograr lo que sea. Solo queda despedirse agradeciendo a la Pachamama por su hospitalidad y esperando volver algún día.
En esta ocasión nos beneficiamos de la luz del sol para realizar nuestro paseo, pero si el deseo es ascender a la cumbre, se recomienda hacerlo durante la noche, y mejor aun si es con luna llena. De esta manera se evita deshielos provocados por el calor de los rayos ultravioletas y se obtiene el beneficio de la iluminación natural de la luna.
Es la experiencia más divertida y emocionante que he practicado y por eso la recomiendo. Es la adrenalina de una montaña rusa combinada con el éxtasis de estar en un paraíso blanco al que no todos llegan, venciendo barreras mentales y emocionales. En gran parte es solo cuestión de actitud, motivación y ganas.