Por: Caridad Vela
Noviembre – Diciembre, 2012 |
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Durante su infancia, Mariela pasaba fines de semana y vacaciones en un lugar lejísimos de Quito, lo llamaban La Viña y era la finca de sus padres. Parecería mentira que hoy, en esta maravillosa ubicación, está su casa. Aquí transcurren sus días en familia, subiendo a Quito solo por trabajo y cuando es estrictamente necesario.
Sus estudios académicos los realizó en Inchbald School of Design, en Londres, de donde regresó a Ecuador a involucrarse de lleno en su profesión. Mariela acumula importantes proyectos de decoración realizados en España, Estados Unidos y Ecuador. En una tarde de familia, logramos espectaculares tomas de varios rincones de su hogar, donde la prioridad es crear áreas funcionales para la vida íntima, marcada por el diseño de cada espacio.
¿Cumbayá se transformó de finca al lugar ideal para vivir?
Sí, eso sucedió hace 15 años cuando fui a la universidad y mis padres decidieron mudarse acá. En mi juventud esto quedaba muy lejos, tanto así que no queríamos venir ni los fines de semana, hoy en cambio hago mi vida en Cumbayá.
¿El tráfico es un problema?
No es un problema particular del sector, es un problema generalizado a lo largo y ancho de la ciudad. Por ello planifico mis reuniones fuera de horas pico. He aprendido a simplificarme la vida, trabajo desde mi casa porque mi prioridad son mis hijos.
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¿De dónde surge tu afición por la decoración?
Siempre viví en un mundo rodeado de estética y cuidado por el detalle, para mis padres esos factores eran fundamentales. Escoger la puerta antigua de entrada a la hacienda era tan importante como fijarse en la moldura de las ventanas. Mi mamá es quien siempre decoró las casas donde vivimos, y todas son un sueño. Ella influenció esta tendencia en mi personalidad, fue mi guía y esta afinidad nos unió mucho. Pasábamos largas horas juntas eligiendo telas o definiendo colores… Así aprendí.
¿El buen gusto se aprende?
Mucha gente nace con cierto nivel de sensibilidad y puede ser innatamente más creativa, pero también es algo que se adquiere a lo largo de la vida. Ser creativa es tener la confianza de equivocarte y rectificar, experimentar, y combinar hasta dar con la armonía. A través de la pintura, que es en realidad mi pasión, he aprendido a confiar en mi manera de combinar colores, expresarme como siento, y a insistir hasta lograr lo que busco.
¿Todo eso lo transmites en tu decoración?
Lo mío es dar elegancia, armonía y alma a un ambiente. Mi mayor reto es entender el gusto de mi cliente, algo que tal vez él no ha logrado descifrar, y plasmarlo en una obra. Entender cómo quieren vivir, qué es importante para ellos, cuántos hijos tienen; compenetrarme en cada detalle que describa su estilo de vida.
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¿Cómo defines tu estilo?
Me considero más clásica, sin embargo, no limito mis decoraciones a este estilo porque me encantan los desafíos. Disfruto de lo moderno y la fusión de estilos. No creo en las modas, pero es evidente que hay una tendencia por simplificar la decoración. En mi experiencia, dejarnos llevar por lo moderno a veces hace que perdamos la posibilidad de llenar de calidez nuestros hogares.
Hablemos de tu casa, ¿Cómo compaginaste tu estilo de vida con la decoración?
El clima privilegiado de Cumbayá invita a pasar mucho tiempo afuera, compartiendo en familia o con amigos desde la informalidad de los espacios familiares. Diseñé la cocina y el comedor de diario con una sala que se integra con el porche exterior. Mientras cocino, los niños pueden mirar televisión o estar en el jardín, pero siempre los tengo a la vista. En almuerzos con amigos todo sucede en estos mismos espacios, además construimos una chimenea exterior para cuando hace frío.
¿En dónde conseguiste esta fantástica puerta?
En un anticuario que conocí hace unos 15 años. El dueño consigue piezas antiguas y le pedí que me buscara una puerta antigua y encontró una que me encantó. Tenemos piezas excepcionales hechas con madera de casas viejas, como la mesa central en la sala principal, hecha con las ventanas de una casa que derrumbaron en Guápulo. En mi casa reciclamos y reusamos maderas preciosas, que se usaban antes.
¿Qué material tienes en el techo del porche?
Es carrizo. Hicimos que lo tejieran uno por uno para lograr el estilo rústico, yo no quería la típica pérgola. No es lo más práctico, porque si llueve nos mojamos, pero cuando entran los rayos de sol a la hora del desayuno es una delicia, además proyecta sombras increíbles. Tengo una variedad de plantas que son un elemento integrador entre interior y exterior; dan calidez y visualmente hace que el jardín entre a la casa.
¿Tu personalidad está reflejada?
Soy de tendencias clásicas y colores cálidos en tonos tierra, reflejados en cada rincón. La intención fue la misma que cuando trabajo para clientes: acoplar la casa a nuestro estilo de vida creando balance y unidad. Por ejemplo, el piso es el mismo desde la cocina hasta la sala principal, sin interrupciones visuales. Lo que da la pauta de uso del espacio es la variación en elementos decorativos, como muebles, lámparas y alfombras. En las paredes hay varias obras de David Santillán, un artista plástico ecuatoriano.
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¿Te resulta fácil combinar tu estilo con el del cliente?
Llevo diez años trabajando como decoradora y cada cliente tiene una forma de vida distinta. Su gusto en decoración varía desde lo moderno hasta lo clásico, shabby chic, o provenzal. Lo importante es definir su gusto, respetarlo, y lograr con mis propuestas un ambiente que refleje elegancia y armonía dentro de lo que pide. Ser clara en lo que quiero lograr es la clave en el resultado final.
¿Qué materiales predominan en tus proyectos?
Prefiero materiales naturales, porque dan calidez y personalidad. Me encanta trabajar con cemento pulido, piedra y madera. Involucro distintas telas, como linos y brocados en sedas, para combinar elementos. Con todo lo que hay disponible se puede lograr ambientes extraordinarios, y de la combinación con colores y texturas, se define el resultado final.
¿Cuál es tu recomendación para decorar las paredes?
El efecto que da la pintura avejentada es espectacular. El uso de papel tapiz, con diferentes colores y texturas, es una tendencia que está de moda por la variedad que presenta. Su costo no es alto, y es muy interesante su uso; si al poco tiempo te cansas lo puedes cambiar sin mayor problema. Otro punto importante en decoración son las obras de arte, son un punto focal de color e impacto que se torna imprescindible.
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¿Cómo se distingue una obra de arte?
Una obra de arte no adquiere esa categoría por su costo ni el nombre de su autor, sino por lo que transmite. Hay artistas con mucho talento, la clave es encontrar la pieza ideal para cada espacio, de tamaño y color idóneos, que transmitan volumen y movimiento. Una alternativa menos onerosa es el uso de fotografías en las paredes. Decoras el espacio sin gastar una fortuna y lo puedes cambiar cuando haya servido su propósito.
¿Cuál es el punto focal en la decoración?
Depende de la casa. En Miami decoré para un cliente que tenía una retrato espectacular. Entrabas a la casa y tus ojos se iban directo allá. En otro momento decoré una hacienda y el punto focal fue una fuente de piedra divina. El centro de atención no siempre es el mismo, sino que es una pieza especial con la que puedes jugar, porque la decoración se hace por piezas.
¿Me explicas?
Cada pieza tiene una función, cuenta una historia y cumple un propósito decorativo. Es decir, igual puede ser moderno o rústico, pero se centra en la conjugación y combinación de distintos elementos. Puedo usar un aparador sueco de los sesenta con una lámpara francesa de taller y unos taburetes de plástico Kartell. La unión de estos muebles tan distintos puede resultar fantástica. No es fácil combinar muebles de diferentes épocas, pero si lo logras, el resultado final es impresionante.
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¿El entorno donde está la obra es determinante?
El común denominador en mis trabajos es el estudio de la luz natural que cada ambiente debe tener. Un espacio para que los chicos realicen sus deberes del colegio requiere de luz en una dirección distinta a si el mismo espacio es utilizado para ver televisión. Estética y vida deben ir de la mano, creando ambientes lindos y funcionales, donde cada pieza tenga un propósito y sea decorativa. Cada espacio se debe condicionar al estilo de vida del cliente, brindando comodidad, fluidez, armonía, elegancia y unidad.
Además de estos criterios, ¿qué define tu decoración?
Los muebles. Me gustan los muebles con historia, aquellos que envejecen con encanto. Cuando decoré un restaurante en Madrid me enamoré del estilo provenzal. He ido a muchas ferias en Francia y esas experiencias han abierto nuevos niveles de creatividad en la combinación de elementos.
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¿Háblame de este restaurante que decoraste en Madrid?
Se llama Mama Framboise. El cliente buscaba un restaurante estilo provenzal y acogedor. La decoración debía evocar la cocina antigua de mamá y recordar esos olores tradicionales del hogar. La propuesta no solo implicaba el aspecto conceptual, además incluía la compra de cada elemento y el diseño de los accesorios. Cada mesa debía ser diferente, cada detalle único. El piso avejentado lo hizo un carpintero y lo trabajó hasta dejarlo como si hubiese estado ahí desde hace 80 años.
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¿Cómo encontraste cada pieza decorativa?
Federica, una amiga española que se dedica a la decoración, me ayudó. Mi hermana fue mi compañera, alquilamos una Van y viajamos kilómetros hasta conseguir lo que necesitaba. Fuimos a París en busca de muebles, visité varias ferias, y poco a poco encontré detalles para cada espacio.
¿También tienes obras en Miami?
Así es. Dos obras terminadas y una nueva por confirmar. Ahí la decoración tiene rasgos más caribeños. Cada uno es totalmente distinta a la otra. Una es muy sofisticada, otra muy casual. Depende para qué lo quiera el dueño, la propuesta es hecha a la medida para su estilo de vida.
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