Un Nuevo Contrato Social Transitorio
Gonzalo Chiriboga Chaves – Columnista invitado
Abril 2020
A mediados del siglo XVIII, Juan Jacobo Rousseau planteó la necesidad de un Contrato Social, que permita la transición del estado monárquico absolutista, hacia una sociedad en la que la estructura política y económica se sustente en un nuevo orden de cosas, por la vía de la democracia representativa.
Habría sido imposible evolucionar del viejo modelo de Estado y de sociedad, sin que la antigua normativa se transforme de manera fundamental y se adapte de cara a la naciente realidad.
Pues bien, hoy, la situación de emergencia total a la que se ve enfrentado el mundo, carece de precedentes. La pandemia afecta ya a la población de prácticamente todas las naciones de la Tierra.
Este hecho, inimaginable para el ser humano moderno, que hasta hace pocas semanas no habría podido concebir que un microbio insignificante en sí mismo, sea capaz de poner de rodillas a todo el globo. Se ha evidenciado así, la pequeñez de los avances de la ciencia que parecían fabulosos y largamente suficientes para evitar que algo así pudiese ocurrir.
Ante esta nueva y repentina realidad, la sociedad en su conjunto, precisa realizar un Pacto Social Transitorio, que permita afrontar la gravedad de los efectos resultantes del fenómeno, haciendo posible poner a flote, de manera temporal, a las personas, a las instituciones y a los estados.
No aceptar la nueva transitoria realidad y pretender subordinar la situación actual a leyes y a normas dictadas para circunstancias ordinarias y normales de las relaciones sociales, se ha vuelto un esfuerzo entre absurdo, imposible e inconveniente.
Pretender exigir o aplicar la prevalencia de la ley vigente a ultranza, haría que muchas personas, instituciones, y tal vez incluso estados, entren al terreno de lo inviable, con consecuencias perversas para el conjunto de la sociedad.
Las circunstancias extremas exigen soluciones extremas. No puede haber grandes ganadores y grandes perdedores por este hecho de la naturaleza, gracias a, o por desgracia, de las leyes vigentes.
La función del Pacto Social Temporal sería garantizar que aquello no suceda. Que puedan mantenerse las personas y las instituciones al menos en estado latente, mientras las cosas vuelven a lo que sea la nueva “normalidad”.
Mas, para que esto sea posible, es indispensable antes, llegar a un acuerdo colectivo sobre el hecho de que este Pacto Transitorio es necesario y apremiante.
Decía el propio Rousseau: Todas las pasiones son buenas mientras somos dueños de ellas, y son todas malas cuando nos esclavizan.