HUMBERTO ELIASH, CARLOS LARREÁTEGUI Y ALAIN CHAMPION
QUITO
Por: Caridad Vela
Junio – Julio, 2014
Una agradable sensación invade al acercarse al Campus Granados de la Universidad de Las Américas, UDLA. La juventud vibra dentro de estas magníficas instalaciones, que evidentemente fueron diseñadas con conceptos honestos de lo que la academia debe ofrecer a sus estudiantes. Arquitectura de primer orden, ubicación idónea, fácil acceso en transporte público, áreas con funciones específicas, zonas de esparcimiento y diversión, y otras de concentración y silencio.
Invita a meditar el hecho de que una estructura tangible tenga como objetivo primordial el despertar de intangibles. El intelecto, los sueños, y la inspiración para cumplir metas se motivan entre estas paredes. Aquí nace la sociedad del mañana, aquí se fortalecen sus valores y se despejan inquietudes para canalizarlas hacia el bien común.
El éxito de la UDLA no es casualidad. La alta demanda de estudiantes interesados en conseguir un cupo obliga a su administración a construir nuevos campus. El Dr. Carlos Larreátegui, su Rector, conjuntamente con los arquitectos Alain Champion y Humberto Eliash, se embarcan en una aventura sin precedentes para desarrollar arquitectura de concepto, estética y práctica al mismo tiempo, que no deja de lado aspectos de sostenibilidad y protección al medio ambiente.
Inicio mi conversación con el Dr. Carlos Larreátegui, quien lleva sobre sus hombros la responsabilidad de cumplir con las altas expectativas que la sociedad tiene de su gestión. Hagamos un poco de historia para entender el futuro.
¿Cuál fue el primer campus de la UDLA?
La sede original, que ha sido íntegramente remodelada, está ubicada en la Av. Colón, donde era antes la Coca Cola. Cuando asumí el rectorado era un proyecto pequeño que tenía apenas 2.000 estudiantes. Gracias al esfuerzo de muchos, la universidad ha crecido de manera importante, y eso nos ha obligado a ampliar nuestras instalaciones. Hemos añadido dos sedes adicionales, una en la Av. Granados, y otra pocos metros más hacia el oriente, en la Calle Queri, para dar cabida a los 15.000 estudiantes que tenemos actualmente.
¿El crecimiento continúa?
Sí, nos encontramos en plena construcción de la cuarta sede que es un proyecto icónico en el país y se convertirá en nuestro buque insignia. Es un campus ultra moderno, con tecnología de vanguardia, al nivel de las universidades de mayor prestigio internacional. El objetivo es ofrecer a Quito una instalación académica de primer orden. Paralelamente, tenemos aprobados los planos para la readecuación del antiguo Hospital San Lázaro, en el Centro Histórico de Quito, donde habilitaremos otra sede universitaria.
¿Cada Sede tiene su vocación específica?
Hay ciertos espacios que tienen un propósito exclusivo, como los laboratorios de investigación, pero en lo que se refiere a aulas nuestra política es distinta a la de otras universidades. Como primer objetivo promulgamos un concepto de integración, eliminando la creación de guetos que limitan la interrelación entre estudiantes de distintas facultades. Nuestro segundo objetivo es la optimización en el uso de espacios, para lo cual aplicamos una estrategia de rotación que evita el confinamiento de aulas, o secciones de nuestra infraestructura, a determinadas escuelas o facultades.
¿Tácitamente están incentivando la interacción social?
Cada vez es más importante proveer destrezas sociales a los estudiantes, y sin duda ese es otro de nuestros objetivos medulares. Antes, la universidad era la guardiana del conocimiento y el saber, pero hoy ese conocimiento está en internet, disponible para todos. Este fenómeno modifica radicalmente los modelos educativos. La responsabilidad actual de la academia es sistematizar esta información y complementarla con destrezas de interrelación humana, sobre la base de valores muy definidos. La UDLA está centrada en el estudiante, y este es un diferenciador muy importante al momento de valorar la visión, el alcance y la filosofía de una institución educativa.
En su criterio, ¿qué privilegian los estudiantes para decidir a cuál universidad asistir?
Nosotros hacemos mediciones bastante precisas de las motivaciones que traen a los estudiantes a la UDLA. La consideración fundamental es, sin duda, la calidad académica. La segunda es la infraestructura que ofrecemos, pues los estudiantes valoran que las instalaciones sean modernas, de fácil acceso, y que aporten en su proceso de aprendizaje.
Cuénteme los detalles del nuevo campus ubicado en la vía a Nayón…
Está a tres minutos del redondel de El Ciclista. No es coincidencia que nuestras sedes estén en la ciudad, pues el concepto de la UDLA es precisamente de universidad urbana. El segmento de la población al que atendemos es el joven de clase media, que no necesariamente posee transporte propio y requiere usar los sistemas públicos. Nuestras aulas son el semillero de los nuevos líderes de Ecuador, y con esta ubicación somos accesibles para todos.
¿Alguna desventaja de la ubicación?
Desafortunadamente, el modelo de categorización que aplica el gobierno en sus evaluaciones convierte a esta ubicación en una desventaja. Es absurdo pretender que una universidad urbana sea equiparable a una universidad periférica o suburbana en cuanto a dotación de canchas deportivas o grandes jardines, por el costo del metro cuadrado. Nuestro modelo es comparable al de las más famosas universidades urbanas del mundo, como la Sorbona en París o la Complutense en Madrid. El sistema de categorización del gobierno no valora ni establece las diferencias que hay entre instituciones, lo cual sería muy saludable porque los estudiantes deben tener opciones para elegir.
¿Se convocó un concurso para definir a los arquitectos que se encargarían del proyecto de la sede en Nayón?
La verdad es que en América Latina hay muy pocas firmas arquitectónicas especializadas en sedes educativas. Convocamos un concurso internacional y los arquitectos Alain Champion y Humberto Eliash, quienes habían diseñado la Sede Granados, fueron los adjudicados. Su firma está afincada en Santiago de Chile, tienen gran experiencia en diseño de centros educativos, y son certificadores LEED, lo cual garantiza que son especialistas en diseño sostenible.
¿Particularidades de este nuevo campus?
El nuevo campus, en su primera fase, tiene 32.000m2 de construcción que están implantados en un enorme espacio verde, y presentarán innovaciones arquitectónicas, constructivas y tecnológicas de primer orden. Ahí funcionará la facultad de medicina, que marcará un hito en la historia académica del país, porque será el primer centro de estudios en Ecuador que cuente con un hospital simulado, donde los estudiantes harán sus prácticas en robots manejados por computadoras, a través de un software de última tecnología. Se simulan síntomas de diferentes enfermedades, o se provocan situaciones de emergencia que suceden en la vida real, para que el estudiante esté óptimamente preparado. Es un nuevo modelo educativo fundamentado en la parte práctica del aprendizaje, apoyado en tecnología de punta.
¿La infraestructura aplica conceptos amigables con el ambiente?
Nos hemos propuesto hacer un edificio que sea muy amigable con el entorno y la naturaleza. Tenemos ocho hectáreas de reserva verde que más adelante abriremos a la comunidad. Es una zona bastante escarpada y complicada, pero aspiramos sembrar árboles, plantas nativas, abrir una línea de senderos y crear un enorme parque verde que rodeará a la universidad, pero no será de su uso exclusivo sino que, por el contrario, será para los quiteños.
Otra de las sedes de la UDLA estará en el Centro Histórico. ¿Detalles?
Hemos logrado un comodato con el Municipio Metropolitano de Quito para la rehabilitación del antiguo Hospital San Lázaro, donde tendremos un campus adicional que estará listo en el primer trimestre de 2015. Vemos experiencias en varias ciudades del mundo, en las que la instalación de universidades ha logrado reconvertir zonas que estaban venidas a menos, y nuestra intención con esta inversión es crear una institución educativa que aporte vida al Centro Histórico. La dinámica que imprimen los estudiantes en las zonas de afectación de las universidades, es un motor que genera espectaculares transformaciones.
Eso es exactamente lo que el Centro Histórico requiere…
La inversión que ha hecho el Municipio del DMQ en el Centro Histórico es importante, pero ha faltado acompañamiento por parte de la empresa privada. La presencia de los estudiantes consolidará esa inversión municipal, y llenará de vida al sector de la Av. 24 de Mayo, San Roque, Calle Ambato y La Ronda.
¿El financiamiento es privado?
Todas las sedes han sido financiadas al 100% con capital privado. Una parte proviene de recursos propios y la otra de préstamos bancarios que están debidamente respaldados con garantías hipotecarias. Las obras están totalmente financiadas, lo cual asegura que los 32.000m2 de la primera fase del campus en Nayón, y la rehabilitación del Hospital San Lázaro estarán concluidos en el primer trimestre del 2015.
Mientras converso con Carlos, observo la atención que los arquitectos Humberto Eliash y Alain Champion prestan a la conversación. Intuyo por su expresión, que al escuchar nuevamente el concepto y la necesidad, reafirman su convicción de lo acertado de la propuesta arquitectónica. Empiezo por ahí mi charla con ellos.
¿La arquitectura del nuevo campus plasma los principios con los que fue conceptualizado?
En las conversaciones previas que mantuvimos con Carlos vimos dos posibilidades: mantener la misma línea arquitectónica de la Sede Granados, o crear algo totalmente distinto. Lo uno ya es visto y trillado, lo otro es la novedad. Optamos por la segunda opción, proponiendo crear una materialidad que fuese más bien pétrea, para que se funda de mejor manera con el entorno natural que rodea esta nueva sede.
¿Cuál fue el primer paso?
El reto fue la enormidad del espacio que debíamos proyectar a nivel de plan máster, pues son 100.000m2 en total. Lo fácil era llenarlo con edificios, dejando cierto aire entre ellos, pero se hubiese perdido la potencia que el espacio verde tiene como imagen central del terreno. Encontramos una mejor alternativa colocando los edificios hacia el costado de la Av. Simón Bolívar, a pesar de que era la parte más difícil del terreno para construir.
¿Por qué?
Porque la pendiente era más pronunciada hacia ese lado y el relleno que tenía era de escombros y residuos de la construcción de la Av. Simón Bolívar, que no servían para anclar la construcción. Esto nos obligó a remover muchos metros cúbicos de tierra, limpiar y sanear el terreno, para habilitarlo. Había otro sector que estaba en mejor estado, y lo privilegiamos separándolo para convertirlo en el parque central de la universidad. Ahí no habrá ninguna construcción, ni siquiera subterránea, pues se pretende sembrar árboles cuya altura depende de la profundidad que tengan para crecer sus raíces.
¿Así queda plasmado el concepto inicial?
Es muy difícil partir de un concepto y mantenerlo intacto hasta el final del proyecto. Hay elementos problemáticos en cada etapa, incluso para obtener los permisos municipales, que obligan a producir ciertos cambios para cumplir las normas. Por ejemplo, debíamos crear una vía paralela a la Av. Simón Bolívar que sirva de carril de desaceleración para evitar el caos en el ingreso; y una rotonda a la salida. Todo esto, sumado a otros detalles, consume una significativa cantidad de metros cuadrados.
¿Qué elementos sustentables se consideraron?
Esa fue una de las principales preocupaciones de todos los involucrados. Sin embargo, el proceso de calificación LEED es demasiado demorado y acá había que construir con mucha prisa. Aplicamos muchos criterios de la certificación, como el respeto de el espacio verde existente, la creación de terrazas ajardinadas y dimos importancia a reciclar los escombros que encontramos en el terreno. Además, hemos implementado estrategias para reducir la dependencia de recursos y servicios públicos en la etapa operativa de la universidad.
¿Por ejemplo?
Se instalará una planta propia de tratamiento de agua para que este recurso no sea desechado sino que se utilice para regar los jardines y ciertas áreas del bosque. En cuanto a energía eléctrica, tenemos una conexión a la matriz eléctrica urbana, pero solamente para completar la generación propia que se dará a través de paneles solares que cubrirán gran parte de los techos. En la segunda etapa del proyecto, el compromiso es ampliar el sector de paneles solares para maximizar su uso y depender cada vez menos de la conexión a la red eléctrica de la ciudad.
¿Terminarán siendo autosuficientes?
Eso es muy difícil, sobre todo con la cantidad de recursos que requiere una construcción que albergará a 4.000 alumnos, pero cada paso es un gran logro. Con las estrategias implementadas lograremos limitar el uso de recursos perecibles, y aprovecharemos al máximo los naturales. Incluso las aulas están implantadas de tal manera que las ventanas permiten el ingreso de luz natural, pero su tamaño evita que el interior se caliente demasiado. Así minimizamos la necesidad de aire acondicionado.
¿Cómo solventaron la necesidad de ventilación interior?
El factor de circulación de aire es fundamental en lugares que tienen la densidad humana que se concentra en una universidad. Para optimizarlo utilizamos dos sistemas. Uno es el de ventilación cruzada; y el otro es de penetración de aire. Éste se trabaja desde los sectores de ingreso en los pisos subterráneos, fomentando el efecto chimenea para que la ventilación ascienda y ventile los pisos superiores. Además, tenemos dos patios centrales que son excelentes espacios para generar interrelaciones personales, pero también funcionan como elementos para proveer iluminación y ventilación natural.
¿Cómo se manejará la circulación en el interior?
Nunca habrá ascensores en cantidad suficiente para transportar 4.000 alumnos en horas pico. Si bien es imprescindible para personas con capacidades especiales, el ascensor es un alto derrochador de energía trifásica que se debe controlar. Normalmente sube lleno pero baja vacío, o viceversa, dependiendo de la hora del día. Cuatro escaleras mecánicas consumen muchísimo menos energía que un montón de ascensores, y trasladan un número significativamente mayor también. Así lo demuestran nuestros estudios, de tal manera que incorporamos estratégicamente estas escaleras mecánicas, para optimizar la circulación vertical de la gente y también los circuitos horizontales en cada piso.
¿Qué materiales predominan en la obra?
Nuestro objetivo es trabajar lo más posible con materiales naturales. Entre ellos, piedra y madera. Evidentemente debemos utilizar hormigón en la estructura y aluminio en los ventanales, pero en el revestimiento exterior y los patios predomina la piedra, mientras que la madera natural está presente en pisos y techos interiores. Todo esto se complementará con un espectacular diseño de jardineras interiores, jardines exteriores y el bosque con especies nativas.
¿Es bastante más grande que la Sede Granados?
Para facilitar el entendimiento y dar una idea más clara, cuando se hayan construido todas las etapas de este nuevo campus, será cuatro veces más grande que el de la Av. Granados. Tenemos la flexibilidad de modificar e innovar el diseño con la velocidad que la UDLA requiere, manteniendo los estándares que requiere la implementación de la tecnología que se aplicará.
¿Qué capacidad tienen las aulas?
En concepto, este proyecto fue establecido para salas de 50 alumnos, pero hemos trabajado un diseño multifuncional, con zonas de plantas libres y pocos muros estructurales, para permitir que las aulas se agranden o achiquen de acuerdo a las permanentes necesidades de cambio que se dan.
Habiendo más metros cuadrados en este nuevo campus, ¿se han privilegiado los lugares de interrelación humana?
Sí, en lugar de una gran área central como en la Sede Granados, acá trabajamos con un mayor número de espacios intermedios que están ligados a los pasillos, y estarán adecuados con sofás y mesas. Las zonas del lobby son sumamente generosas y los patios son mucho más amplios. Además, está la enorme extensión verde de parques y jardines que se conservará en beneficio comunal.
¿Quién es el constructor?
Semaica, pero nosotros viajamos constantemente a Quito para hacer el correcto acompañamiento del avance de obra. En el proceso constructivo siempre hay decisiones que tomar ante eventualidades que se presentan, y estamos aquí para participar en ellas y velar para que se mantenga el norte que direccionó este concepto arquitectónico.
¿El cronograma de tiempos continúa de acuerdo a lo establecido?
Sí, pero sobre el entendimiento de que nadie admirará esta universidad porque se terminó en la fecha precisa, ni la criticarán porque su construcción tomó dos semanas más. Lo que la hará única es la perfección de su arquitectura y construcción, pues de ahí surge el gran aporte que dará a la ciudad, a la sociedad, y al entorno.