Por Gabriela Paz y Miño
Corresponsal España
El artista francés Marc Chagall la bautizó como “el paraíso azul”. Por su belleza e importancia histórica, ha sido reconocida como Monumento Histórico Artístico Nacional. Miles de visitantes cada verano llevan en su retina una estampa inolvidable. La combinación entre su fascinante arquitectura medieval, su entorno natural privilegiado, su gastronomía y su vocación turística hacen de Tossa de Mar un destino de ensueño.
Para los amantes de la arquitectura, este municipio catalán es un sitio de gran interés. Tossa de Mar, población ubicada en la Costa Brava, al norte de la Península Ibérica, resume en su castillo, su muralla de piedra con siete torres, su faro, su encantadora villa amurallada, sus escalinatas, iglesias y callejones, una fascinante muestra viva de la arquitectura medieval.
El primer impacto para quien la visita es la imagen de la fortificación de piedra y sus torres que, de lejos, parecen flotar sobre las aguas del Mar Mediterráneo. Enclavado en la montaña rocosa, a los ojos de un niño podría parecer el castillo de arena más grande del mundo. Ante la mirada de un adulto, se trata de un tesoro histórico y arquitectónico que se levanta en una colina de roca, a los pies del mar, y reina en el entorno de esta población pesquera, que –pese a la presencia de miles de turistas- conserva el espíritu de los pequeños pueblos del litoral catalán.
La imponente estructura defensiva, que tiene un perímetro de 300 metros y se encuentra en perfecto estado de conservación, es el fondo de esta tranquila entrada de mar. En ella destacan siete torres defensivas, que también se han mantenido incólumes pese al paso de los siglos. Darse un baño en una cala de arena blanca y agua turquesa, bajo la mirada silenciosa de una fortaleza medieval, es una vivencia única, y, por supuesto, una magnífica oportunidad para captar las mejores imágenes.
El recinto amurallado, construido para proteger a la población de los piratas, fue edificado entre los siglos XII y XIV. Los elementos arquitectónicos característicos de la época son fácilmente apreciables para un ojo atento. Sobre el perímetro construido con piedra granítica, muy abundante en la región, se pueden ver las almenas de la muralla. Estos salientes de piedra que coronan muros de castillos y torres defensivas, son rectangulares y su perfección da a la fortaleza la apariencia de una gran construcción de legos.
También son visibles las ménsulas (los elementos en voladizo) y las aspilleras: aberturas estrechas y largas que inicialmente se pensaron para disparar flechas con arcos o ballestas en caso de ataque, pero que en la actualidad tienen otra función: permitir que el visitante que recorre la villa amurallada disfrute, de tanto en tanto, del azul del mar.
De las siete torres cilíndricas que destacan en el recorrido de la muralla, tres son más grandes y tienen puertas de entrada en la parte inferior. Una de ellas acoge actualmente al museo municipal; otra está ubicada junto a la puerta de piedra que saluda a quienes ingresan al pueblo amurallado; y la tercera, llamada la torre de Joanás, es la que preside la bahía y destaca en las típicas fotos y postales de Tossa de Mar. Todas estas estructuras se mantienen casi en perfecto estado, no así el castillo como tal, del que quedan solo ruinas.
LA VIEJA CIUDAD AMURALLADA
Pero la belleza de Tossa de Mar no solo brilla desde el exterior de sus muros. El encanto del tesoro que protege esa muralla: la Vila Vella, es otro de los grandes atractivos de este municipio catalán.
El recorrido por la villa histórica comienza con unas escalinatas de piedra que revelan, en cada escalón, la belleza de las casas, las puertas de madera enmarcadas con arcos, las terrazas en desnivel, los ventanales góticos enrejados (decorados con primor por los habitantes), y los callejones estrechos que ascienden y descienden, descubriendo a cada paso, vistas del Mediterráneo. Todo ello, matizado con los distintos tonos de verde de las enredaderas y árboles que se abren camino entre la piedra, que domina todo el paisaje.
Los callejones con pavimento de piedra de río (guijarros) son el camino hacia las ruinas del castillo, situadas en lo alto de la colina, en donde se ubicaba el alcázar y donde está actualmente el faro.
El recorrido muestra los detalles arquitectónicos de la villa en su época de máximo esplendor, que corresponde al siglo XV, cuando la población contaba con alrededor de ochenta casas, la mayoría de las cuales tienen como pared de fondo a la propia muralla. Entre los almacenes de souvenirs y objetos decorativos, las casas -muchas de ellas, residencias, de verano-, dan paso a callejones, pequeñas terrazas con plantas, esculturas, escalinatas alegradas con flores, maceteros de piedra, placitas con farolas y fuentes de piedra, y, por supuesto, rincones con vista a la bahía. Los techos de teja y los muros de piedra son parte de la belleza única de Tossa de Mar.
La iglesia barroca de San Vicente, la más importante de la población, es otro de los atractivos históricos y arquitectónicos de Tossa. Fue construida en 1776 y reemplazó a la original, levantada en honor al mismo santo, y cuyas ruinas se encuentran en el interior de la población amurallada. El templo, de planta única, tiene un ábside poligonal y una serie de capillas laterales. Sobre un pórtico de piedra, la imagen de San Vicente preside la fachada barroca.
LA ZONA NUEVA
Según la historia, Tossa de Mar comenzó a crecer fuera de los límites de la muralla a partir del siglo XVI. La población cuenta con una dinámica zona comercial, espacios residenciales con casas bajas de balcones decorados con flores, y una variedad de restaurantes de todo tipo, en los que predomina la cocina tradicional.
El barrio de pescadores, denominado Roqueta, fue el primero que se formó en esta etapa de expansión. Después se sumaron otras zonas urbanas y el municipio fue creciendo en perímetro y población hasta alcanzar, en la actualidad, alrededor de seis mil habitantes.
En esta zona más moderna destaca otra joya arquitectónica, la llamada “Casa Sans”, construida en 1906 por el arquitecto catalán Antoni de Falguera. La edificación blanca se levanta entre otras casas probablemente de la misma época, pero llama la atención por su belleza y su eclecticismo estético. Su decoración inicial incluía pinturas con motivos vegetales y dos figuras femeninas que no se conservan en la actualidad. Hoy expone una fachada de temática marítima con gárgolas que representan las cuatro estaciones. Sus mosaicos de cerámica y vitrales le dan cierto parecido con la famosa Casa Vicens, diseñada por Antoni Gaudí y ubicada en Barcelona.
La tranquilidad de esta población de la Costa Brava, la belleza de su paisaje, la imponente presencia de su muralla y sus torres son un regalo para la vista de arquitectos y urbanistas, quienes además de recorrer la población, pueden disfrutar de la playa semicircular, rodeada de naturaleza e historia.
En la década de los 50, Tossa de Mar fue escenario del rodaje de una película con la famosa Ava Gardner. Mientras grababan “Pandora y el holandés errante”, la actriz estadounidense se enamoró de esta población costera, que correspondió ese afecto dedicándole una escultura de tamaño natural, en la que una Gardner de bronce observa eternamente el Mediterráneo desde el mirador de la Vila Vella.