
No podía faltar la voz del Ing. Carlos Holguín en una edición dedicada a la sostenibilidad en la construcción. Sus años en la profesión y su capacidad de reinventarse para minimizar las consecuencias de la construcción en el medio ambiente, son admirables.
“Estamos ante un cambio generacional”, me dice, y enfatiza lo importante que es dar un giro de timón a lo que debe ser la construcción en el país. “El concepto de sostenibilidad en Ecuador se ha desarrollado gracias a la consciencia de los constructores, porque la normativa no se ha adaptado para establecer reglamentaciones de cómo debemos construir”.

Ing. Carlos Holguín
¿Qué significa sustentabilidad en Ecuador?
Un concepto del que mucho se habla y algo se aplica. Estamos trabajando con nuevas metodologías, por ejemplo BIM (Building Information Modeling), que no es solo para construcción sino para todo tipo de industrias paralelas, para que en el proceso constructivo todo comulgue con la ecoeficiencia.
¿Cómo aporta BIM a la sustentabilidad y sostenibilidad?
Permite optimizar la eficiencia desde el diseño hasta la ejecución de un proyecto, porque se pueden anticipar problemas antes de construir y se minimizan residuos al optimizar el uso de materiales. Cada elemento, hasta el último tornillo, está codificado y documentado, por lo que además facilita el mantenimiento y la operación del edificio durante toda su vida útil. Además, integra a todos los profesionales involucrados: arquitectos, ingenieros, proveedores, interioristas, etc., en un solo modelo digital. Contrario a lo que la gente cree, el uso de BIM reduce costos entre un 10% y 30%,si se llega a la construcción virtual.
¿Cada elemento debe cumplir requisitos?
Claro, y se mantienen controles de calidad, lo cual es básico para generar productos totalmente confiables. Estamos viviendo en un mundo tecnificado que facilita ciertos procesos, pero al final del día siempre necesitaremos de seres humanos inteligentes, porque las personas constituyen el elemento fundamental para el uso racional de todos los recursos artificiales de apoyo.
¿Qué lo llevó a reinventarse tras tantas décadas de profesional?
Me contrataron para hacer la fiscalización de Udla Park 2 que contaba con financiamiento del Bid Invest. Cuando revisé los informes que debía presentar, vi que era mandatorio hacerlos en la plataforma BIM. Tuve que estudiar la metodología a profundidad y terminé adoptándola en mi práctica profesional porque determiné que ese es el camino correcto.
¿Su mayor aprendizaje?
Lo más importante es crear sinergias entre industrias, porque la construcción sostenible no es un esfuerzo aislado, es una colaboración entre todos los actores del sector. Mi obligación no es solo fiscalizar la obra, sino todo el proceso, desde la fabricación de cada elemento que se utilizará para maximizar eficiencias, ahorrar recursos, generar energía a partir de fuentes renovables y contribuir a la sostenibilidad ambiental.
¿Qué beneficios se logran?
Diseños más precisos, mejoras en la ejecución del proyecto y eliminación de vacíos en la información. BIM no es solamente una plataforma útil para el proceso de construcción, el beneficio cubre el tiempo de vida útil de la construcción, es decir, garantizan sus sustentabilidad a largo plazo. Está disponible para todas las industrias, pero su implementación requiere capacitación y una transformación cultural, tal vez por eso no se ha masificado aún.
¿Cuál es la mayor preocupación en términos de sostenibilidad?
El agua. El problema más grave que existe en el mundo es la escasez de agua, y Ecuador no es la excepción. Prácticamente se ha exterminado la vegetación en los valles creando zonas áridas, porque las autoridades conceden permisos en base a análisis económicos, no técnicos en términos de ecoeficiencia. Ecoeficiencia implica determinar qué devuelve a la ciudad ese proyecto en términos de arborización, tratamiento de aguas y residuos, reducción de emisiones de carbono, etc.
¿Las ordenanzas son más premiadoras que punitivas? Premian con más pisos en lugar de negar permisos para proyectos que no son sostenibles?
Exactamente. Hay muchos proyectos que sí tienen una obligatoriedad que cumplir, por ejemplo, tener plantas de tratamiento para agua, pero no representan ni el 0,1% de las construcciones. Las urbanizaciones han transformado bosques verdes en cemento sin la compensación social o ambiental adecuada, mientras los municipios reciben su compensación vía recaudación de más tributos. El error está en convertir espacios rurales en zonas urbanas. Además, no se incentiva alianzas público-privadas, como la que se generó para la construcción del teleférico, en donde tuve el gusto de participar, o en el parqueadero de la calle Foch, cuya intervención realizamos dejando el entorno exactamente igual que antes.
¿Recuperar en lugar de derrumbar debería ser la premisa en ciertas zonas?
Tomemos el ejemplo de La Mariscal. Las casas patrimoniales se están destrozando, pero, nuevamente, gracias a la empresa privada -Hotel Hilton Colón Quito y Banco Internacional- hay una importante disposición para apoyar a la regeneración de la zona. Hay también una propuesta de una fundación integrada por arquitectos, la mayoría retirados, que proponen usar los más de doce edificios abandonados en ese sector para crear vivienda económica en arriendo para jubilados, si se tiene apoyo del IESS.
