Por: Lorena Ballesteros
Susana Mora Bowen y Carla Uribe manejan una sociedad entre madre e hija que ha fluido de la mejor manera. De hecho, Susana se siente orgullosa del trabajo que hacen juntas, y la experiencia no le es extraña. Hace algunos años también lo hizo con su hija Lorena, reconocida arquitecta de interiores, con quien abrió una tienda de artículos de diseño y asesoría en interiorismo. Lorena ahora vive en el extranjero, así que esta vez es el turno de Carla.
“Ver a tus hijos en el ámbito laboral te da una perspectiva distinta, algo de lo que muy pocas madres pueden disfrutar. Tengo el orgullo de decir, por experiencia propia, que ambas se convirtieron en mujeres profesionales sumamente talentosas”.
Una maravillosa aventura culinaria es lo que se traen entre manos Susana y Carla. Soupa es la marca de una propuesta de caldos naturales, sin sal ni condimentos fuertes, para implementarse en las comidas de los quiteños.
Para que la dinámica laboral entre ellas fuera fácil coincidieron en que debían montar su local de producción en Cumbayá, zona en la que ambas viven. Así sus jornadas no se entorpecerían con el tráfico capitalino. Actualmente producen sus caldos unas tres o cuatro veces por semana y uno o dos días suben a Quito para la distribución.
Alquilaron un local en el pueblo de Cumbayá. Allí montaron su operación. Crearon página web y abrieron redes sociales con un marketing orientado tanto al producto como a la idea de comer más saludable, sin dejar de lado la sopa en la dieta diaria.
El giro del negocio lo han enmarcado perfectamente en el estilo de vida que llevan. Tanto Carla como Susana residían en Quito, y desde hace algo más de dos años son vecinas en Cumbayá. Susana se reconocía como una mujer supremamente urbana. Ahora admite que para la etapa en la que se encuentra no hay lugar como su actual hogar. Y no es para menos. Su departamento conjuga perfectamente la esencia de lo urbano en un entorno campestre.
El diseño fue concebido por Lorena. Susana comenta que la primera pregunta fue ¿cómo quieres vivir? Susana le explicó que quería todo blanco, paredes, puertas y acabados; y que, desde ese espacio tan limpio pudiera vislumbrar una pared verde que la conectara con la naturaleza. El área social interna se conecta completamente con un área social externa y un hermoso jardín lleno de hortensias. Para rematar está la vista privilegiada hacia el valle, esa que se puede apreciar desde las residencias ubicadas alrededor de la Avenida del Establo.
La cocina, que fue el primer lugar en el que tomamos fotos para esta producción, bien puede ser la de un apartamento en Williamsburg, Nueva York. Amplia dentro de su espacio, con iluminación natural en juego con la artificial, estantes blancos, mesones blancos, envases metálicos y el color proviene únicamente de frutas y verduras frescas guardadas en unas pintorescas canastas.
Aunque el blanco impera, en ciertos espacios del departamento el color lo aportan varios cuadros pintados por Susana. Así se puede reconocer que su talento también está en el arte y las manualidades, cualidades que comparte con todos los miembros de su familia. “Cuando viajo con mis hijos, los tres nos fijamos en la arquitectura de las ciudades, en los colores, nos encantan las expresiones artísticas”. Prueba de ello, además de su obra, también son las esculturas y adornos que decoran su departamento. Contrasta un estilo contemporáneo, de líneas rectas y limpieza absoluta, con muebles de madera, algunos incluso en un tono vintage.
Fue en este espacio acogedor y luminoso que conocimos Soupa, el nuevo emprendimiento. A través de una charla amena y una sesión fotográfica muy chic, despertó ese sentido del gusto que está ávido por probar deliciosas sopas caseras, con ingredientes naturales y en menos de 30 minutos de preparación, para esos fríos días quiteños en los que nada apetece más que calentarse con una deliciosa sopa.
Afortunadamente la gastronomía ecuatoriana cuenta con una larga lista de recetas que enriquecen esta tradición culinaria. Sin embargo, ni Quito ni Ecuador son los mismos de hace 20 o 40 años, cuando las familias comían en casa y ese menú diario comprendía de sopa, segundo y postre. En la noche también se cenaba de manera contundente y muchas veces se repetía la dinámica de los tres platos. El tiempo para preparar cada comida, evidentemente era otro.
Así lo reconoce Susana, quien recuerda preparar deliciosos potajes para sus hijos Lorena, Bernardo y Carla. Y por supuesto, en casa siempre había espacio para una sopita bien caliente.
Con el paso de los años la cocina ecuatoriana también se fue simplificando. Elaborar una sopa toma más de una hora: pelar vegetales, descongelar costilla de carne o presas de pollo, preparar el caldo base y luego adherir el resto de ingredientes. Actualmente ese tiempo es un lujo en la agenda de quienes trabajan, crían hijos y atienden otras tareas personales o del hogar.
Sin embargo, fue aquella influencia familiar de comer sano, de comer casero y de no prescindir de la sopa, la que acompañó a Carla durante sus años universitarios y de maestría en el extranjero. Ella echaba de menos el risotto de su madre, la sopa de tomate, el clásico caldito de pollo… pero preparar esos potajes resultaba sumamente laborioso. Hasta que encontró caldos naturales, listos para ser la base de un sinnúmero de recetas.
Este descubrimiento lo hizo mientras vivía en España y pudo dedicarse mucho más a la cocina. Cuando Susana la visitaba también se maravillaba con la facilidad del proceso. “No puedo creer que en Ecuador no exista algo así”, repetía Carla a su madre. Y es que el caldo en cubo poco o nada tiene que ver con un caldo líquido y natural. La primera y mayor diferencia está en su proceso de elaboración; en la cantidad de preservantes y saborizantes que tiene.
Como las oportunidades se presentan en el momento preciso, a inicios de este año Carla y Susana se encontraban sin trabajo, dispuestas a emprender. Carla siempre estuvo vinculada al mundo de la moda y se dedicó por mucho tiempo a la comercialización de marcas de ropa, pero decidió darle un giro a su vida profesional. “Habíamos hablado en repetidas ocasiones de darle una oportunidad al concepto de los caldos, pero por alguna razón los tiempos no eran correctos, hasta que finalmente lo fueron”, comentan madre e hija.
Comenzaron a hacer pruebas en enero. Lo primero fue sacar la receta y asesorarse con una ingeniera de alimentos. Con su ayuda desarrollaron caldos de carne, pollo y vegetales que pudieran conservarse hasta por dos meses después de su producción. Para este propósito utilizaron preservantes naturales: ácido ascórbico y sorbato de potasio. El primero es un ácido de azúcar con propiedades antioxidantes, más conocido como Vitamina C. El segundo es la sal del potasio y se usa en alimentación como conservante. Este elemento se encuentra en forma natural en los frutos rojos.
Leyeron mucho sobre el beneficio de los caldos. Por ejemplo el caldo de carne, hecho con hueso y carne, cuenta con muchos nutrientes que ayudan al tránsito del intestino delgado. También mejoran la elasticidad de la piel. Incluso quienes hacen dietas détox incluyen este tipo de recetas en sus comidas.
En sus redes se encuentran videos de recetas elaboradas con sus caldos y no únicamente de sopas; también hay ensaladas y arroces. Entre sus exquisiteces está la ensalada de cebada, ensalada de quínoa y rúcula, sopa de aguacate, sopa de tomate, risotto con hongos, sopa de coliflor, de papa y un delicioso chili, por nombrar algunas. Para incentivar un poco más el paladar, Carla y Susana mencionan otras recetas que han elaborado a base de sus caldos, como cazuela de verde, viche y sopa de cebolla.
Nuestra recomendación es probarlo y confimar el éxito de este emprendimiento que junta madre e hija. Soupa se puede encontrar en Sibarité en la calle Brasil, y en Chez Matilde en Monteserrín. En la zona del valle distribuyen en Floralp del Centro Comercial La Esquina, Market Express y Parada Market. Hay presentaciones de medio litro y de un litro. ¡Bon appetit!