Por Lorena Ballesteros
En 2022 la escritora y periodista española Rosa Montero publicó su ensayo titulado “El peligro de estar cuerda”. En esta publicación desmitificó la locura y la explicó como desbalances, como manías o momentos bajos de las personas. Desde su propia experiencia explicó por qué todos los seres humanos pasan por situaciones en las que se sienten vulnerables a perder la cordura.
Sara Gómez de la Torre y Diana Proaño
Su libro está lleno de sabiduría. Podría hablar de él por horas. Pero, para fines prácticos de este texto, me resulta imprescindible acotar una de sus frases: “Estar loco es, sobre todo, estar solo. Pero estoy hablando de una soledad descomunal, de algo que no se parece en absoluto a lo que entendemos cuando decimos la palabra soledad”. En efecto, la soledad extrema, es la que lleva a las personas a ponerse de pie frente al abismo y decidir si quieren saltar al vacío o levantar los brazos para pedir ayuda.
Sara María Gómez de la Torre y Diana Proaño quieren ser esa conexión a tierra con quienes se sienten vulnerables. Su propósito es brindar herramientas para que las personas puedan sortear sus penas, sus fracasos, sus temores e inseguridades. No son psicólogas, no tienen certificaciones de coaching, ni son terapeutas. Son dos mujeres en los últimos años de la década de los treinta que han superado sus propias pérdidas y separaciones. Son dos personas que han dejado de mitificar la salud mental y que quieren contribuir a la sociedad con su labor.
Pero, antes de hablarles de su proyecto en conjunto, es necesario contar más sobre ellas y su relación. Diana y Sara son amigas desde la infancia. Crecieron juntas, en el mismo entorno. Fueron al mismo colegio, fueron compañeras de grado, tuvieron el mismo círculo de amigos. Una vez terminado el bachillerato Diana se fue por la rama de la comunicación; Sara por la de las relaciones internacionales. Una vez en su adultez, podría decirse que su amistad se enfrío. No por falta de afecto entre ellas, sino que tomaron rumbos distintos y dejaron de verse seguido. Lo curioso es que, a pesar de la falta de contacto, sus vidas transitaron por caminos equidistantes. Se volvieron a encontrar en el momento preciso, uno que las ha llevado a escribir un nuevo episodio en conjunto, uno que las ha conectado en el alma.
Diana se casó en la década de sus veinte. Su matrimonio duró poco porque Alberto Sandoval, su esposo, falleció de manera abrupta y prematura. Ella estaba embarazada de su primogénito Tomás, quien nunca conoció a su papá. Del episodio recuerda claramente que pidió que se contactaran con dos personas: su mamá Lorena Terán y con Patricia Aguirre, la psicóloga con la que había conversado meses atrás por temas familiares. “No habría sobrevivido sin ayuda”, recuerda Diana con convicción.
De su parte, Sara estuvo enajenada durante nueve años. El tiempo que duró su matrimonio. Reconoce que rompió vínculos con su pasado, con su gente: familiares y amigos. Se encerró en un mundo minúsculo. Trató de ser el sostén emocional de su nuevo hogar, pero la factura le salió cara. Ahora que lleva casi dos años de separación y divorcio, asegura que ha renacido. Pero también afirma que nunca habría logrado superar esa pérdida sin ayuda profesional. “Nadie de mi familia extendida se ha divorciado, no encontraba a alguien cercano que conectara con mi proceso”, dice Sara.
Fue por eso que contactó con Diana, su vieja amiga. Para ese entonces, Diana había reconstruido su vida con una nueva pareja y había tenido a Juliana, su segunda hija. Sin embargo, la relación no funcionó. Al momento que recibió la inesperada llamada de Sara, el proceso de separación con su pareja ya estaba consolidado. Sentía paz por la manera en que ambos habían manejado la situación. Por eso, cuando Sara le contó su historia, Diana no dudó en decirle: “lo que puedo hacer por ti es darte el número de mi terapeuta”. De esa conversación resurgió la amistad que por muchos años había estado apagada.
Se reconocieron en el proceso. Dos mujeres aún jóvenes, con hijos pequeños, viviendo solas y trabajando para llevar el sustento a sus hogares. ¡Imposible no creer en la serendipia!
Actualmente Diana trabaja con la marca Ironman, que trajo a Ecuador María Luz Arellano. Es un trabajo de temporada que se activa durante seis meses cada año, antes de que se realice la competencia en Manta. Lleva la comunicación y el marketing del evento, da atención a los atletas y maneja la relación con la franquicia. Próximamente también se hará cargo de la comunicación y relaciones públicas de las escuelas de fútbol del Barcelona de España. El equipo catalán promovió su campamento de verano en Quito hace un par de meses y ahora quiere hacer lo propio en Guayaquil en el período de descanso escolar. Lo mismo harán en Lima y Santa Cruz.
Por su parte, Sara inició su carrera profesional trabajando en la FLACSO, y también en Grupo Faro. En ambas instituciones a cargo de publicaciones académicas. En sus años de matrimonio lo laboral fue un tanto intermitente, pues vivió seis meses en Estados Unidos y luego en España mientras su exesposo estudiaba una maestría. Cuando nacieron los niños se dedicó a dar clases como instructora a distancia. Una vez divorciada comenzó a trabajar a tiempo parcial en POLITIK, una consultora de estrategia política. También vende publicidad para una revista que circula bajo suscripción.
Ambas coinciden en que lo que más valoran es la flexibilidad de sus trabajos, que les permite combinar sus roles profesionales con la maternidad. “En la tarde soy chofer de taxi”, ríe Diana. Quien además entre broma y desahogo confiesa que la vida cambia demasiado cuando tienes hijos. “Pocas personas se atreven a decir que se te acaba la vida, al menos la vida como la conocías previo a ser mamá”. Para Sara, que es más estructurada, la maternidad también le ha roto esquemas. “No sabemos todo, y cuando no sabemos algo hay que pedir ayuda”. Se cuestionan por qué cuesta tanto ser mujer y madre en la actualidad. Coinciden en que están tratando de criar, educar, modelar personas a pesar de sus propias heridas. Por eso la importancia de hacerlo con apoyo.
Motivación para el alma
En sus propias heridas encontraron una oportunidad. Hace algo más de un año Diana estaba embarcada en un proyecto relacionado con salud mental. Comenzó a grabar unas charlas con una psicóloga española. Lo hacían a distancia. Diana entrevistaba a la profesional y compartían el contenido digital. Lastimosamente la doctora ibérica fue diagnosticada con cáncer y el proyecto se detuvo. Pero Diana no pudo quitarse el bichito de seguir por ese camino. “La vida me ha dado mucho y quería retribuir”, asegura.
Vio la llegada de Sara como una señal para retomar ese camino. Así dieron forma a lo que ahora llaman Del Alma, un espacio de desarrollo personal, salud mental y crecimiento integral. Arrancaron en junio pasado con el conversatorio “Relaciones afectivas y efectivas” con Juan Diego Humpieres y Hugo Herrera, dos renombrados especialistas en salud mental y adicciones. Asimismo, en septiembre, abrieron cupos para una charla a cargo de la terapista de relaciones afectivas Claudia González. Las charlas se realizan en Epsilon Sport Zone, en Cumbayá.
¿Qué es lo que buscan? Que la gente abra su mente a estos temas, que deje de sentirse sola y encuentre a otras personas que han pasado o que pasan por las mismas situaciones. Que la depresión, el miedo, la inseguridad, los fracasos sentimentales, laborales o las pérdidas de seres queridos no se enquisten en el alma, sino que fluyan y sanen.
Si bien han comenzado con un plan de generar charlas cada dos o tres meses, no descartan el alto impacto que quieren tener con su proyecto. Sara está convencida de que los niños tienen que aprender a lidiar con los cambios e identificar sus emociones, relacionadas a dichos cambios, desde muy pequeños. “Quiero llevar eso a la salud pública, a los colegios, que es en donde todo debe iniciar. La vida te revuelca, debes saber cómo levantarte”.
Aunque ambas han sufrido, son personas optimistas. Ambas hablan de sus exparejas con afecto y respeto. Ambas agradecen por lo vivido. Incluso Diana asegura que después de haber enviudado y de haberse separado de su segunda pareja, “no ha perdido la capacidad de ilusionarse”.
Su mensaje es claro, potente. Su mensaje es uno que llega al alma de cualquier ser humano. Ellas solo quieren retribuir la buena fortuna que han tenido al haber encontrado un techo en el cual refugiarse durante la tormenta.