Por Caridad Vela
De origen egipcio, es un ciudadano del mundo que atribuye su éxito a la absoluta carencia de miedo a enfrentar retos, paciencia para esperar resultados, que sumados a una dosis de suerte lo han llevado a crear ciudades donde solo habían suelos. Playas, montañas y campo abierto son lugares donde fecundó la semilla de un sueño, espacios donde nada había en los que hoy conviven comunidades de miles de personas.
Estudió ingeniería mecánica y economía en la Universidad de Berlín. Luego viajó a Egipto donde arrancó su primer emprendimiento, una fábrica de botes. Tener uno era su pasión. Fue pionero en esa actividad y obtuvo ingresos significativos, lo cual atrajo la atención de otros empresarios que copiaron el modelo de negocio y dejó de ser atractivo.
Cuando Samih tuvo su bote necesitaba construir una marina para atracarlo. Es así como el proyecto toma forma en su mente y da cuerpo a esta entrevista. Retrocedemos 30 años en el tiempo, vamos de Egipto a Ecuador y al presente, en un enriquecedor diálogo que topa varias aristas.
¿Cuéntame de El Gouna?
Fue mi incursión en la industria de bienes raíces. Hace mucho tiempo hice un bote que necesitaba una marina. La marina necesitaba que llegaran muchos botes más, pero para atraer a sus dueños y sus familias se necesitaban casas. No había plata en el Mar Rojo, busqué al gobierno para que me diera tierras para construir mi sueño, y aceptaron bajo la condición de que hiciera también un hotel. Ese lugar que no tenía nada ahora es un pueblo de 25.000 habitantes.
¿El capital inicial vino de inversionistas?
Mi capital inicial fue lo que hice con mi fábrica de botes. Mis amigos que tenían botes debían pagar por las casas que estaba construyendo para ellos, porque yo contribuía con la tierra que me había sido entregada por el gobierno. Fue rentable. No necesité más dinero que el que hice vendiendo las villas y lo invertí en el 51% de participación en el hotel. El 49% fue de inversionistas. Fuimos al banco, logramos lo que nos hacía falta, y así empezó a girar una rueda que no ha parado durante 30 años.
El modelo fue un éxito…
Tanto así que lo repliqué en Egipto, y la gente empezó a ver que funcionaba. Otros gobiernos lo vieron, y me invitaron a hacer proyectos en Jordania, Omán, los Emiratos, Montenegro, Suiza y más. Para los gobiernos la ecuación es simple, implica darle a este loco algunas tierras en la mitad de nada, no prometerle nada más que la tierra, y dejar que en pocos años él construya una comunidad.
¿Qué tan complicada es la aventura?
No es complicada. Es cuestión de persistencia, de no tener apuro para hacer dinero, de ser flexible para adaptarte a los cambios y tener paciencia. Hay que soñar todos los días para identificar que más tienes que añadir a cada lugar para volverlo atractivo y progresivo, y la gente irá a vivir ahí. Necesitas ser feliz y vivir con la familia, entre amigos y con seguridad. Además de una bonita casa requieres una buena escuela, universidad, hospital, entretenimiento, parques, proveedores para cubrir tus necesidades diarias y otros detalles. Eso atrae gente bonita a tu alrededor. El master plan está en tu mente, y poco a poco le das forma.
Ahora estás en Ecuador con Las Tanusas. ¿Qué te trajo a este país?
Mi esposa, ella es ecuatoriana. Las Tanusas, en Puerto Cayo, no arrancó como un proyecto sino como una casa de playa para la familia que terminó siendo muy grande y no la usamos muy a menudo. Decidimos crecerla un poco más construyendo bungalós alrededor para convertirlo en un boutique hotel. Cuando conocí a Rodrigo Pacheco y su esposa Dayra, decidí que eran los mejores para el hotel. Ellos lo manejan, y cuando vengo lo disfruto.
¿Qué te llamó la atención en Puerto Cayo?
Cuando vi el terreno no podía creerlo. Está a 45 minutos del aeropuerto de Manta, es una maravillosa playa con buenas vías de acceso, tiene electricidad y agua, y el precio era bajísimo. Compré la tierra porque un negocio que requiere poca inversión en un espacio tan mágico, no puede ser malo. Durante siete años he comprado más terreno y ahora tengo un área bastante grande para desarrollar una maravillosa comunidad. No soy el tipo de persona que compra tierra barata y se sienta a esperar que se vuelva cara, me gusta acelerar el proceso de creación de valor para que el incremento de precio tenga razón de darse.
¿Qué está pasando en Las Tanusas?
Hemos empezado a vender chalets alrededor del hotel, ofreciendo todas las facilidades hoteleras a los compradores para que no les preocupe el mantenimiento ni la seguridad de un espacio cerrado cuando no están. Estamos en la fase inicial, vendiendo terrenos para que la gente construya sus casas, pero no me gusta este sistema.
¿Por qué?
Porque debemos evitar que los terrenos vendidos no sean construidos inmediatamente, recuerda que lo que pretendemos es lograr una comunidad con gente disfrutándola. Más adelante venderemos las casas construidas, lo haremos con nuestro diseño o con el que el dueño prefiera, ese será el éxito de Las Tanusas. La gente que compre sabrá que habrá un fabuloso ambiente con adultos y niños, excelente gastronomía en el hotel, servicios adicionales como masajes, sauna y turco, pesca, deportes acuáticos, excursiones, etc., de gran nivel.
¿Precios?
Con los pioneros soy muy generoso. No busco rentabilidad con ellos porque de sus comentarios positivos empezará a poblarse el proyecto, y luego vendrá la rentabilidad. Hay que hacer concesiones hasta llegar al nivel en el que la demanda se incentiva sola. Toma tiempo, pero no hay apuro. Dayra de Pacheco se encarga de la comercialización del proyecto bajo mi dirección, poco a poco la voy formando, recuerda que me he visto esta película en repetidas ocasiones y puedo identificar los errores, sé cuáles son los correctivos, sé cuál es el final de la película. Sin Dayra no habría Las Tanusas, tiene ambición y está apasionada con el proyecto.
¿Se comercializará a nivel internacional?
Sí, pero eso no sucederá mientras los habitantes locales no crean en el proyecto. Esa credibilidad se logra controlando el desarrollo del proyecto, para al final tener también control de lo que sucede adentro. Me quedo con muchas tierras para mantener el concepto y la calidad, para ser consistente. No quiero desarrolladores que compren cien terrenos y construyan densidades enormes sin visión de futuro en una comunidad heterogénea. Ese es el camino más corto para que un destino turístico fracase, porque nadie quiere ir a un lugar donde faltan los servicios básicos y hay trancones de tráfico porque el promotor no cuidó la densidad.
¿Cuándo veremos esa comunidad en Las Tanusas?
Cuando suceda. No me estreso con el tiempo que toma lograrlo. Las Tanusas refleja de la pasión que tengo por la zona y el país. Esperaré lo que sea necesario hasta verlo convertido en realidad, actuando con la honestidad que aplico en todos mis proyectos.
¿Te resultaron atractivas las exoneraciones de impuestos para inversiones nuevas en proyectos de turismo?
La exoneración llega un poco tarde y es muy pequeña. Va a tomar más que incentivos tributarios para atraer inversiones. Hay que motivar a los inversionistas locales. Puerto Cayo está muy cerca al aeropuerto que tenían los americanos, y está botado cuando debería estar recibiendo vuelos internacionales todo el día. Para que Manta se convierta en destino para los operadores internacionales se necesitaría quintuplicar las plazas hoteleras. Solo así aparecerán los jugadores importantes. Cuando tienes la masa crítica inicial llegan los inversionistas y crean lugares de entretenimiento, de compras, restaurantes, etc., y eso se multiplica.
¿Cómo se incentiva a los desarrolladores locales en otros países?
Los gobiernos se asocian con empresarios privados, financian el 49% de los proyectos y les dejan el 51% a quienes asumen el riesgo. Si además de eso no cobran impuestos los 10 primeros años, funcionará como en todo el mundo. Pero lo importante, más allá de la exención de impuestos, es que pongan dinero. En Omán, el gobierno invirtió 30% en la compañía que arranqué para invertir en desarrollos inmobiliarios y hoteles. El gobierno debe abrir un fondo de inversión para turismo y motivar a los desarrolladores a incrementar la capacidad hotelera.
¿Ese es el primer paso?
La incertidumbre del huevo y la gallina no aplica en este negocio. Primero debes construir el hotel, luego llegarán los turistas, pero si no tienes vuelos no tendrán cómo llegar; entonces, empezando por el aeropuerto se prenderá la maquinaria que traerá más y más turistas, y con ellos llegarán los inversionistas. El gobierno no debe esperar que el sector privado lo haga todo, tiene que dar el primer impulso pero luego retirarse y no seguir como inversionista, porque nadie quiere competir con gobiernos que no tienen que luchar por conseguir fondos y no buscan hacer dinero. Si dan el impulso inicial el sector privado continuará.
Tienes fe en Ecuador…
Me siento en casa desde la primera vez que vine con mi esposa. Ecuador y Egipto son países muy similares, sobreviven a pesar de cualquier caos. Lo he visto allá y lo veo acá. La gente ama su país y lo protege, aun sin ser activistas son consistentes, y después de problemas de cualquier índole, mágicamente el desorden se vuelve orden. En Egipto tenemos el Nilo que inunda sus alrededores una vez al año, todos los años, pero siempre vuelve a su cauce. Acá es igual, a pesar de todo lo que ha pasado, las aguas vuelven a su cauce. Ecuador tiene un clima envidiable, su moneda es el dólar, y hay estabilidad política después del caos de la última década.
¿A qué adjudicas tu éxito?
La vida es un gran viaje que requiere un 60% de suerte para tener éxito. A partir de ahí, el 14% es trabajo, 14% inteligencia, y 12% de valor más persistencia y perseverancia. Sin este combo no hay éxito. Tener valor para asumir riesgos es lo más importante, inteligencia y trabajo un poco menos, pero delegando funciones en gente inteligente y trabajadora. Así tienes tiempo para soñar y crear, para estar atento a las oportunidades que valen la pena, a pesar del riesgo.