Por María Gracia Banderas – corresponsal Europa
Fotos cortesía Cheval Blanc París, © Alexandre Tabaste
París es elegancia y exquisitez. París es la comunión de una vastísima historia que continúa dando testimonio de la grandeza que ha caracterizado a Francia y que se hace presente en la vida cotidiana con sus magníficas estructuras, inmuebles y arte.
A escasos metros del río Sena, frente al Pont Neuf y con la Rue de Rivoli a la derecha, se deja ver una imponente estructura en la que destacan la combinación de estilos Art Nouveau y Art Déco de finales del siglo XIX.
Han sido necesarios más de quince años de trabajo para que La Samaritaine, pionera del comercio moderno, reabra sus puertas. Y es así que, el considerado por más de 130 años como un templo del consumo parisino, ahora a cargo del grupo LVMH, es la nueva vitrina de las marcas de lujo más aclamadas.
Fundada en 1870, ha sido sometida a varias modificaciones y ampliaciones con el pasar de los años. Ahora, son cuatro edificios que conforman el conjunto final, uno de ellos catalogado como monumento histórico, ha conservado muchos elementos originales como mosaicos, cristaleras, techos de vidrio y barandas de hierro forjado que se han fundido con la decoración interior de las boutiques de este grand magazine.
París se caracteriza por unir el pasado con el presente, y la fachada que da hacia la Rue de Rivoli, juega este importante papel al ostentar modernismo con su revestimiento ondulante de vidrio a cargo de la firma japonesa Sanaa, quien también se ha encargado de la renovación del edificio, y ha creado luminosos patios en su interior.
La Samaritaine brilla, y es que las marcas más selectas pueden contar con los destellos dorados que se generan gracias a la luz proveniente del techo de cristal y a las barandas emblemáticas que han sido tratadas con hojas de oro, cerámica y roble. Los colores y los volúmenes de antaño son los elementos característicos del interiorismo de las lujosas galerías.
Uno de los aciertos, es que se ha conseguido restaurar la pintura, de 3,5m de altura por 115m de longitud, considerada como una de las obras maestras del Art Nouveau: los frescos de pavo real firmados por Frantz Jourdain, arquitecto que, junto con Henri Sauvage, en 1928 incorporaron nuevas aportaciones del movimiento Art Déco a La Samaritaine.
En el interior, varios estilos pueden apreciarse en las diferentes zonas. La empresa Yabu Pushelberg diseñó los muebles y alfombras con toques de bronce y gris azulado. Por su parte, la zona de Rivoli cuenta con el toque de Ciguë, que ha aportado con un ambiente más urbano e industrial, mientras que el espacio de belleza de más de 3.400m2 a cargo del arquitecto francés Hubert de Malherbe, imprime elegancia gracias a la luz proveniente de los ventanales cuidadosamente emplazados para acentuar los toques de Art Déco de esta sección.
Cada detalle ha sido pensado para responder al concepto de exquisitez, por lo que se han diseñado también salas exclusivas que a nivel decorativo emulan a los departamentos parisinos.
Almacenes, oficinas, viviendas y hasta una guardería se emplazan en este magnífico complejo; pero cabe detallar que aquí ha abierto también sus puertas el ahora considerado hotel más lujoso de París. El Cheval Blanc París.
Al erigirse a orillas del Sena, en el corazón de la ciudad, el Hotel tiene la tarea de lograr que su diseño interior comulgue con el exterior como parte de la decoración. Y lo ha logrado de manera sensacional.
El arquitecto parisino Édouard François dirigió la arquitectura exterior de este edificio, así como la restauración de la fachada histórica, y contribuyó en la creación de las vistas de cada espacio que, sin duda alguna, son el centro de la experiencia.
Así mismo, Peter Marino, arquitecto estadounidense, es el responsable de la delicada y congruente decoración, que ha sido pensada como si se tratase de “una residencia parisina, rodeada de artistas y artesanos con un savoir-faire d’exception (saber hacer excepcional)”.
Los elementos seleccionados para decorar el hotel hacen eco a la sofisticación parisina por lo que se aprecian materiales como mármol (veinte tipos), cuero, pergaminos o pinturas.
Inspirado en el parquet de Versalles, el suelo del vestíbulo principal incorpora cuatro variedades de piedra recibiendo a los huéspedes con el más fino lienzo, mientras representaciones contemporáneas de 12 pies de altura de Vik Muniz de la Torre Eiffel insisten en la majestuosidad de la ciudad, que a su vez están flanqueadas por epicúreas pantallas personalizadas de oro y bronce.
En el vestíbulo de entrada, una mesa redonda con patas de bronce martillado y una tapa de mármol breche, forma el pedestal que eleva solemnemente la escultura del caballo de Frank Gehry, zona que se ha convertido en postal del Hotel. Por otro lado, el diseño calado de bronce dorado, muestra de manera asombrosa el trabajo de la artista francesa Ingrid Donat. Los paneles metálicos combinan a la perfección con el suelo de mármol en la zona de pasillos.
La luminiscencia del metal tejido es una de las firmas del diseño del Cheval Blanc París. Desde el vestíbulo de entrada hasta el spa, se aprecia la escalera diseñada por la artista Sophie Mallebranche. Esta obra de arte, inspirada también en el trabajo de impresión industrial del movimiento Art Déco, se integra perfectamente en la atmósfera distintiva de la Maison.
Cada mueble ha sido especialmente diseñado, piezas modernistas y de vanguardia conviven en perfecta armonía como las pinturas de Vik Muniz y Sonia Delaunay que se juntan con las piezas de Philippe Anthonioz y del matrimonio Lalanne.
La pared de marquetería de paja, con hebras ensambladas una por una y de borde a borde por Lison de Caunes, no pasa desapercibida, así como en uno de los cuatro restaurantes, las sillas y bancas de color rojo que contrastan intensamente con las paredes de madera con incrustaciones de conchas.
En general los espacios del hotel son amplios, por ejemplo, las habitaciones, van desde los 45m2, y cuentan con ventanas que aportan una vista inigualable de la ciudad gracias a que van de suelo a techo. En cuanto a los colores, son los tonos neutros que permiten al exterior ser el gran protagonista, mientras que los detalles de la decoración, como lo son las lámparas de noche de mármol y yeso de Philippe Anthonioz, así como los acabados de los baños, rozan lo inmaculado.
Si se habla de lujo, no puede dejarse de lado el cuidado personal y la relajación, por lo que Cheval Blanc Paris se unió con la Maison Dior y juntos han dado vida al Dior Spa Cheval Blanc. Una elegante escalera de piedra envuelve una escultura de acero oxidado de Tony Cragg. Abajo, la piscina cuenta con mosaicos personalizados y paredes de mármol Bianco Sivec.
La rosa, símbolo de la Maison Dior y la favorita de su creador, se hace presente en la pared del salón del spa, aportando color al ambiente que se caracteriza por los tonos neutros. La chimenea brinda calidez, llevando una vez más a los sentidos a vivir una experiencia acogedora, así como un espejo que potencia cada uno de los detalles de la exquisita decoración.
“No necesitamos ser un grupo con 50 hoteles. Queremos concentrarnos en ser los mejores: tener la mejor ubicación, el mejor equipo, el mejor diseño de interiores, la mejor arquitectura. Y esto lleva tiempo. No tenemos prisa”, señaló Bernard Arnault, propietario y CEO del grupo LVMH en entrevista para Financial Times.
El hotel consta de 72 suites, cuatro restaurantes y el spa, en el séptimo piso un jardín colgante con 650m2 de vegetación, además de una exclusiva residencia ‘The Apartment’: un departamento de 1.000 m2, ubicado en el octavo y noveno piso, con su propia piscina de 12,5m2, espacio de bienestar y una sala de proyección, baños de mármol, un gimnasio privado, siete dormitorios, una terraza panorámica, varios salones y comedores, acceso confidencial con estacionamiento seguro y una entrada privada.
Todos los sentidos son consentidos a escasos metros del río Sena, sin duda alguna tanto La Samaritaine como Cheval Blanc Paris, brindan a sus visitantes la verdadera esencia de lo que implica la elegancia y la sofisticación parisina.