Por Caridad Vela
Roberto ha enfrentado varias adversidades desde que volvió a asumir este cargo, transformándolas en oportunidades para crecer y aportar al desarrollo económico del país. Muestra de ello son los indicadores del banco y su nuevo producto: crédito para el constructor.
Las buenas noticias que trae esta entrevista son sinónimo de perspectivas positivas y demuestran que, incluso en momentos y entornos complejos, hay caminos.
¿Cómo está la rentabilidad del banco?
Llevamos un 2024 rompiendo récord tras récord. El banco cerró septiembre con una utilidad neta de $16.57 millones, lo que nos lleva a una utilidad acumulada en el año de $127 millones. Es la más alta del sistema financiero nacional. Para efectos comparativos, el año 2023 cerró con $122 millones de utilidad, pero más allá de la rentabilidad, debo recalcar que el banco está creciendo también en otros parámetros. Hemos recuperado la segunda plaza en depósitos, estamos a punto de recuperar el segundo lugar en porcentaje de cartera crediticia, y lo más importante de todo, somos el primer banco por eficiencia y rentabilidad.
¿Cómo se mide la eficiencia?
Hay dos indicadores. Uno mide la eficiencia por el peso que tiene la generación de ingresos financieros sobre el gasto operativo. Cuanto menor es ese indicador más eficiente eres. El banco tiene 41,7%, lo cual significa que por cada dólar que ganamos, gastamos menos de $0,42. Estamos a nivel de los mejores bancos del mundo, por ejemplo Banco Santander está en alrededor de 40% en este indicador.
¿El otro indicador?
Es la medición del gasto operacional sobre el total del activo, es decir cuánto hay que gastar por dólar de activo para mantener la operatividad. En los dos indicadores, cuánto más bajos son, mayor es la eficiencia. En nuestro caso este indicador está en un 2.92% versus 5.08% que tuvimos en 2019.
Nuevamente jugando en las grandes ligas. ¿Se requirieron ajustes drásticos?
Drásticos pero necesarios. En 2021 cerramos casi 20 oficinas a nivel nacional. No eran rentables, tenían exceso de personal y, por ende, exceso de gasto. Hoy tenemos un banco que ha crecido aproximadamente $1.4 billones desde el cierre de 2021, pero se maneja con una estructura de personal y operacional inferior en casi un 40% sobre el nivel más alto, año 2019. Ello permite tener ahorros anuales de gasto muy importantes y mejorar significativamente su eficiencia.
Roberto González, Presidente Ejecutivo de Banco del Pacífico
¿A pesar de las provisiones que están obligados a mantener por la mala cartera?
A pesar de eso. Si no fuese por esas provisiones la utilidad del banco sería imposible de contar. Las malas operaciones crediticias de administraciones anteriores en financiamiento de vivienda social, crédito reactívate y créditos educativos otorgados entre 2012 y 2020 por imposición de los gobiernos de turno, son años perdidos desde el punto de vista crediticio. Nuestra cuenta de provisiones va camino de tener $350 millones, cifra bastante alta, pero nos sitúa con una cobertura de 173.19% para proteger la cartera de crédito ante eventuales problemas de morosidad.
¿Por eso el banco no financia compra de vivienda social?
La morosidad en ese segmento está sobre el 12%, y si a eso sumas que la tasa es del 5%, es decir, no es rentable, la respuesta llega por su propio peso. Afortunadamente, con los resultados obtenidos a septiembre podemos dar por terminado el calendario extraordinario de provisiones y saneamientos iniciado a fines de 2021, y poner fin a la problemática de la cartera crediticia heredada de administraciones anteriores. De todas formas, no descartamos constituir nuevas provisiones dado el repunte de morosidad que se está observando en el sistema.
¿Hay alguna alternativa viable para financiar vivienda social?
Hemos sido muy enfáticos en afirmar que ese no es nuestro segmento. El país necesita una entidad especializada, que tenga fondeo barato o por lo menos que no pierda dinero, que conozca la idiosincrasia de ese cliente que, al final del viaje entiende que él no va a pagar el crédito porque cuando entra en dificultades solicita al gobierno de turno que le condone la deuda. El Estado debe definir cuánto quiere entregar cada año para vivienda social, teniendo como único fin que la gente tenga vivienda, sin ningún ánimo de lucro que no sea ayuda social.
Pasemos a la novedad del momento, el nuevo crédito para el constructor. ¿Cómo nace la iniciativa?
Estábamos pensando precisamente en el segmento que nos interesa apoyar: pequeñas y medianas empresas constructoras, y CFN nos ofreció una línea de crédito para que diseñemos un producto consistente. Firmamos el convenio por hasta $100 millones que se desembolsarán por fases para apoyar a pequeñas y medianas empresas de construcción, o empresas asociadas a la construcción. Es importante resaltar que no existe obligación ni imposición de la CFN en cuanto al manejo de estos recursos, eso se hará estrictamente bajo las políticas del banco y los parámetros de análisis de crédito que hemos establecido.
¿Por qué se desembolsará por fases?
No queríamos un desembolso inicial de $100 millones porque es imposible colocarlos de la noche a la mañana por varios motivos, uno de ellos es que el límite de colocación es de máximo $5 millones por operación, porque el objetivo es apoyar a pequeñas y medianas empresas enfocadas en la construcción de proyectos exclusivamente residenciales. Esta línea de crédito no está disponible para otro tipo de proyectos. Quizás en una segunda fase, si vemos que la demanda es grande, podríamos ampliarlo a mejoras de instalaciones productivas, galpones, oficinas, etc.
¿Está disponible para personas jurídicas y naturales?
Exclusivamente para empresas que tienen conformada su estructura jurídica. Este crédito está destinado para capital de trabajo y compra de activos fijos para constructores de inmuebles residenciales y proveedores que participen en la cadena de valor de la construcción, cuyo nivel de facturación sea máximo $15 millones. La tasa es 11% fija durante el primer año, reajustable a partir del segundo, y el plazo es de hasta seis años con un período de gracia de 18 meses.
¿Cuáles son las condiciones para calificar?
Exigimos que la financiación arranque cuando los proyectos han cubierto su punto de equilibrio en preventas, con respaldo de contratos de reserva o promesas de compraventa firmadas. No es requisito que el proyecto se ejecute a través de un fideicomiso, pues la calificación del potencial deudor depende de su capacidad de pago y del análisis del proyecto en sí. Al tener el proyecto avaluado y calificado por el banco, será más ágil conceder créditos hipotecarios a los compradores de esas viviendas, que, al final del día, son la fuente de repago del crédito al constructor.
¿Qué tal acogida ha tenido en el mercado?
A la fecha tenemos 129 proyectos receptados, con una inversión estimada de $160 millones, lo cual nos anima porque queremos colocar esos recursos. Más allá del lanzamiento público que hemos realizado, la capilaridad de nuestra red comercial nos permite tener contacto directo con el potencial interesado. Nuestras casi 80 oficinas en el país están enfocadas en identificar proyectos que sean susceptibles de calificar. El banco está en modo inversor, en modo colocador de créditos porque hemos crecido mucho en depósitos, pero para un banco como nosotros estar muy líquido no es negocio, es contraproducente. Hay que colocar.
¿Volverá a bajar las tasas para hipotecarios como en su momento lo hizo y revolucionó el mercado?
Rompimos el mercado bajando la tasa hipotecaria hasta llegar al 8%. Lo mismo hicimos con otras líneas de crédito, pero eran otros tiempos. Había demanda, no había la crisis de consumo que hay hoy, la morosidad estaba en términos razonables y teníamos un fondeo mucho más barato que ahora. El problema de las tasas de interés hay que arreglarlo con urgencia. No se puede relanzar la economía de un país pagando el 10% por los pasivos, porque así no hay manera de prestar. Si la materia prima, que para los bancos es el dinero, nos cuesta 10%, ¿a cuánto tenemos que prestar?
¿Cuáles son los componentes para calcular la tasa?
Al costo del dinero súmale 1% de provisión genérica, 2% de gasto operativo, 1 o 2% de rentabilidad y el resultado es que tengamos que prestar al 16%. Hoy la tasa corporativa aprobada por la Junta está casi en el 16%. ¿Qué empresa grande, mediana o pequeña va a tomar dinero al 16 o al 15%? Es imposible. Pero se da la circunstancia de que muchos de esos empresarios son los que colocaron dinero al 9 o 10%, hay que parar este círculo vicioso que hace daño a todos. Afortunadamente vemos que en agosto y septiembre han bajado las tasas, y eso es producto de que se están haciendo bien las cosas a nivel macro. El dinero de los créditos internacionales está entrando al país y eso provoca lo que yo llamo la “lluvia fina” en el sistema financiero. Gracias a eso no hay presión por captar, hay presión por colocar, y eso es una buena noticia.
Caridad Vela y Roberto González
¿Qué porcentaje de su cartera total está en hipotecarios?
La cartera inmobiliaria al cierre de septiembre, sin vivienda social, fue de $475 millones, con una morosidad del 3.3%, totalmente provisionada. No hemos tenido un crecimiento significativo en los últimos tres años pues la maduración ha sido elevada y no ha habido mayor demanda en los segmentos atractivos para el banco. Además, recuerda que estos últimos tres años hemos tenido tres etapas claramente diferencias: 2021 reestructuración, 2022 intento de venta que no se dio y con el cambio de gobierno dejó de ser el objetivo, 2023 y 2024 relanzamiento comercial. El impulso fuerte al crédito lo hemos dado recién este año, ya que primero había que limpiar el barro del camino. Si acompañan las tasas de interés – a la baja- en los próximos meses, podríamos pensar en campañas más agresivas de colocación.
¿Superado eso, la perspectiva es favorable?
Con un balance de casi $7 billones logrado solo con los ahorros operacionales, más la propia inercia del negocio del banco, la cuenta de resultados fluye de mejor manera. Eso nos permite tener grandes expectativas para el cierre de 2024 y los años siguientes. Si no ocurre ningún problema macro, la perspectiva es que el banco siga creciendo de manera importante en sus utilidades y en su tamaño. Estuvimos fuera del mercado pero hemos vuelto a ser importantes competidores en el sector financiero.
¿Cómo ve el 2025?
Lo primero es saber qué pasa con las elecciones. Si no hay cambio de gobierno, que sería lo ideal, lo veo con optimismo, porque pensar que en junio habrá nuevo gobierno sería poner otra vez taxímetro a cero. En este segundo semestre han cambiado por completo las perspectivas, las tasas de interés internacionales han bajado, está subiendo el precio del petróleo y Ecuador está volviendo a manejarse en niveles de riesgo país razonables. Se está ganando credibilidad internacional por las cosas que se están haciendo, entrará dinero y se logrará lo que quiere el Gobierno en cuanto a aliviar un poquito la deuda externa. Además viene una gran operación de canje de bonos por sector ecológico.
Ese optimismo es reconfortante
Las cosas van bien, hay que enfocar los esfuerzos en rescatar la parte baja de la pirámide: el consumidor final que necesita financiación, no de tarjeta de crédito sino a largo plazo con tasas racionales. Dicho esto, hay una primera vuelta en febrero, una segunda vuelta en abril, por la mitad de mayo se posesionará el presidente, es decir, prácticamente tendremos un primer semestre en pausa.