Por: Irene Ycaza Arteta
Mayo -Junio, 2012 |
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El portal de su casa da la bienvenida a espacios llenos de calidez donde no priman las tendencias de decoración sino el cariño de decorar un hogar. Michelle Oquendo no busca tener la casa más moderna, sino un lugar donde se pueda vivir, crear historias y estar en paz. Entre los miles de libros y discos originales, cada uno sistemáticamente numerado y ordenado, nos cuenta sobre el cambio que ha sido dejar de ser una chica de ciudad para estar más en contacto con la naturaleza.
Durante el día en Quito y desde su trinchera radial, Michelle Oquendo hace un llamado personal para vivir en un mundo menos violento en el cual, poco a poco y de manera personal, se logre una transformación en la que cada uno pacíficamente aporte su granito de arena.
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¿Desde cuándo vives en Cumbayá?
Toda la vida viví en Quito con mi familia en el sector de El Batán. Cuando me independicé me mudé a la calle Bosmediano. Esa fue una de las temporadas más lindas de la vida ya que sentí mi independencia y la libertad para arreglar mi casa como yo quería. Desde hace 6 años, estando ya casada con Guillermo, decidimos irnos a Cumbayá.
¿Que factor hizo que se muden a Cumbayá?
Yo soy de ciudad pero me gusta mucho más el clima de Cumbayá, así como la tranquilidad y el espacio verde que nunca tuve cuando crecí. Siempre viví en una casa pero sin grandes espacios de jardín, aquí tengo la posibilidad de estar en contacto con la naturaleza. Ahora, el problema de Cumbayá es el tráfico y el traslado a Quito.
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¿Cuál es tu estilo de decoración?
En realidad es una mezcla de tendencias que carece de un estilo marcado. Con Guillermo tratamos de tener, sobre todo, elementos de madera: la mesa, los muebles, los baúles. Son cosas antiguas que tienen una historia y al ser de madera tienen una energía diferente. No soy mucho de metales ni de cristal, me parece que son muy fríos. No me guío por una tendencia en ningún sentido, mucho menos de decoración, y eso se refleja en mi casa.
¿Cómo ambientaron la casa al momento de mudarse a Cumbayá?
Guillermo tuvo la idea de arreglar la casa con antigüedades como el tocadiscos, la radio, la máquina de coser, piezas que no heredamos sino que las hemos comprado. La máquina fotográfica la traje de Bruselas, los binoculares compramos en una tienda de antigüedades en España y los baúles son de San Antonio de Ibarra. Entre los muebles, sí hay algunos que son heredados, combinados con otros que hemos comprado en tiendas más modernas. No me gustan esas casas en las que te da miedo tocar las cosas porque parece que se van a dañar, las casas hay que vivirlas, considerando que no queden obsoletas con el paso del tiempo.
Dices no tener un estilo y sin embargo logras una linda combinación entre los elementos de madera con colores cálidos.
Es una esencia mía muy hermosa, creo que no puedes perder la inocencia. En mi estudio tengo muñequitos y figuritas de Oaxaca – México, en la sala tengo un peluche que me regaló mi papá y también los cuadros. El cuadro más colorido es de Dayuma Guayasamín y hay otros de Miguel Varea y además tengo muchas fotos de mi mamá en casa. Son mecanismos que me conectan a mi esencia, creo que uno es mucho de quien fue de niña y por eso trato de no desconectarme.
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¿Tienes en Cumbayá un mayor sentimiento de tranquilidad?
Sí, aquí me siento en paz a pesar de que tengo un lado súper amiguero y otro lado muy introvertido. Me encanta estar en casa, es un lugar muy silencioso y está acomodada a mi gusto. Tengo un espacio para la lectura, para mis libros; en otro espacio tengo la computadora con la música, y tengo los elementos claves para poder trabajar en mi mundo de periodista y a la par combinar con la naturaleza y sentir la tierra.
¿Cuáles son esos sitios de paz en tu casa?
Me gusta mi cuarto, no tiene mucha cosa pero me encanta estar ahí con un buen libro. También está la biblioteca donde me pongo a leer cuando quiero otro espacio, tiene vistas a un paisaje maravilloso. Me encanta mi estudio porque es como mi metro cuadrado. Es mío. Eso es paz. Mi marido también tiene su espacio en donde se siente en su mundo. Esta separación crea una relación mucho más saludable, más sana. Me encanta organizar, saber qué es lo que tengo, qué es lo que compro, y todo ese material lo utilizo en el programa.
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¿Es más seguro Cumbayá que Quito?
La violencia ha aumentado mucho en estos últimos 4 o 5 años. Cuando llegamos acá, por seguridad teníamos alarma, pero a medida que ha pasado el tiempo pusimos rejas eléctricas. Creo que hay que estar pendientes al entrar y al salir de la casa, siempre cambiar de rutina y tratar de llegar a una hora en que todavía esté el conserje.
Hablando de temas de violencia y prevención, ¿sé que estás trabajando en una campaña por la paz?
La campaña “Por La Paz Me Comprometo” nace en julio del 2011 en mi programa de radio. En los últimos años he recibido mensajes de mis oyentes sobre sus experiencias, pero a medida que pasa el tiempo estas historias han cambiado. Primero contaban sobre robos y asaltos, luego el tono del mensaje cambió a una forma más violenta. Por ejemplo, los oyentes contaban que los ladrones “entraron a nuestra casa y nos amordazaron”, “nos apuntaron con pistolas” y después lo peor, “mataron a mi padre, a mi suegra”. Creo que uno como periodista tiene la misión de ser un canal, un puente entre las autoridades y la sociedad. Lo que pensé fue “¿qué hago con tanto mensaje?”
¿Crees que Ecuador se ha vuelto más violento en los últimos años?
Ha cambiado mucho, antes había una mayor sensación de paz. Los ecuatorianos nos caracterizábamos por ser agradables, ahora nos caracterizamos por ser violentos, intolerantes en las opiniones ajenas, en no pensar en el otro sino sólo en uno mismo. Realmente la paz y seguridad tienen que ver con quien soy yo, si tengo paz interior y si me interesa el prójimo. Por ello se me ocurrió grabar a los oyentes comprometiéndose con un pequeño cambio. No pido nada grandioso, yo pido un cambio personal, un pequeño compromiso.
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¿Qué tipo de paz buscas?
La gente piensa que sólo se puede hablar de la paz en un contexto de guerra. Yo hablo de la paz como antagonista de la violencia. Primero busco la paz interior de un reencuentro conmigo mismo, con un cambio de actitud muy personal. Este cambio no te lo puede sugerir tu amiga, o tu mamá, debe surgir de ti misma. ¿Soy violento cuando estoy en el tráfico? ¿Me transformo cuando soy un peatón, cuando me subo a un taxi, o a un bus? Esas pequeñas transformaciones generan malas vibraciones el resto del día. Inconscientemente no sabes qué fue lo que pasó y por qué estás tan bravo.
¿Qué cambios has logrado?
La campaña ha crecido poco a poco. Ahora tengo alrededor de 700 mensajes de compromiso de mis oyentes y esos son los que transmito en la radio en horario rotativo. Primero tenía mensajes muy genéricos como “me comprometo a ser solidario” pero pido mensajes mucho más específicos. ¿Solidarios en qué? ¿Con quién? ¿Para qué? Cada semana tengo unos 30 mails de gente que se identifica con el mensaje de alguien más y hacen algo por cambiar. Por ejemplo, ahora ceden el paso al peatón, cuentan hasta diez antes de pegar de gritos o son más condescendientes con sus hijos.
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¿Qué otra característica tiene esta campaña? Lo de los mensajes fue idea mía, pero por sugerencia de los oyentes ahora nos vestimos de blanco todos los viernes. Así estamos más conscientes del compromiso que cada uno hizo con uno mismo.
¿Cuál es tu compromiso?
Creer más en el Ecuador. Estaba perdiendo la fe en el país, me sentía insegura, salía con miedo a la calle, tenía terror. Sin embargo, a medida que vamos trabajando en la campaña he dejado de pensar que el otro es mi enemigo. Es una transformación de creer en el país y hacer una propuesta positiva. Tuve una sorpresa muy agradable al ir a Galápagos. Volví a sentir el país de hace 30 años: la gente es amable y puedes confiar en el otro. Es lo que vivíamos aquí cuando éramos niños y es lo que quiero recuperar.
¿No es una paradoja vivir en un condominio tan resguardado?
El país ha cambiado. Para mi es una cuestión de prevención. No voy a ser inconsciente de salir con el celular y la computadora a la mano, hay que evitar la provocación. A la par me estoy involucrando con los vecinos, con el entorno.
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Además de tus radioescuchas, ¿trabajas con otros grupos de la comunidad?
He hablado con varios colegios, universidades, entidades públicas y privadas, fundaciones, organizaciones ecológicas y con todos ellos estoy trabajando, impartiendo talleres sobre valores. Algunos de los grupos que se han unido son Conservación Internacional, el Sistema de Museos del Distrito Metropolitano de Quito, un colegio del Quinche, etc. Esta campaña no diferencia estratos sociales, ni es sólo de quiteños, es una campaña a favor de todos, y en contra de nadie. No soy política, no busco votos, no busco plata. Tengo un medio de comunicación que está al servicio de la gente y gracias a Dios tengo la posibilidad de hacer esto, pero sin ningún interés más allá que ayudar.
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¿Tienes el apoyo de autoridades o personalidades?
Se han comprometido cantantes como Israel Brito, Fausto Miño, Carlos Grijalva y, de México, Chabela Vargas. Periodistas internacionales como Natalia Orozco y varios periodistas de diferentes medios de comunicación en Ecuador. Quiero que los medios comiencen a publicar esos mensajes, que involucren al personal de cada empresa, y así poco a poco ¡cambiemos el mundo! Si modifico un sólo gesto de mi egoísmo, mi tiempo o mi espacio; cambio al mundo. No es una campaña protagonizada por gente pública, los protagonistas somos todos, seres comunes y corrientes, y eso es lo que no podemos perder de vista. Hay gente anónima sumamente valiosa que son artífices de este cambio.
¿Porqué escogiste una mariposa como el logo de tu campaña?
Porque la mariposa es el símbolo perfecto de la transformación.
Termino la entrevista contagiada de la energía de Michelle. Desde hoy quiero aportar para cambiar el mundo. Soy Irene Ycaza Arteta, Sub-editora de Revista CLAVE!, y por la paz me comprometo a ser más amable y a sonreír más seguido a la gente que aparece en mi vida.
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