Por: Lorena Ballesteros
Diciembre 2012, Enero 2013 |
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El Museo Picasso en Barcelona, España, está próximo a cumplir 50 años desde su fundación en 1963. Este espacio que recopila la vida y obra del artista español, está compuesto por cinco grandes palacios construidos entre los siglos XIII y XIV en la calle Montcada.
Desde hace unos meses, el guayaquileño Bernardo Laniado Romero ocupa el cargo de Director del Museo. Una decisión que no fue coincidencia ni obra del destino, sino producto de la extensa andadura de Bernardo por el camino de las artes. Su formación académica la realizó en School of Arts and Sciences de la Universidad de Nueva York, y fue en la Gran Manzana donde comenzó su trabajo cultural.
Empezó en el Departamento de Pintura Europea del Metropolitan Museum of Art, y luego en la Biblioteca de la Frick Collection. Su trayectoria se extiende a España, donde primero estuvo a cargo del Museo Picasso en Málaga, para luego pasar al de Barcelona en cuya dirección se encuentra actualmente.
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¿Qué planes has diseñado para tu período en el Museo Picasso?
Primero está el de reconvertir nuestra página web en un espacio que sea una extensión del museo. Intento que sea un importante centro de referencia Picassiano. Ahora se piensa en la colección de Picasso como la espina dorsal de todos los proyectos que se harán en el museo. Otro objetivo es potenciar el proyecto de restauración y conservación preventiva, que se lleva a cabo con el equipo humano que tenemos. Además, me interesa muchísimo fortalecer el estudio técnico de las obras de nuestra colección para conocer mejor el proceso artístico y creativo de Picasso. El último elemento, y que en cierta medida conecta todo lo que he mencionado, es la gestión y la producción de conocimiento profundo y reivindicativo de la figura de Picasso, a través de la cual podemos mirar al futuro del museo como un centro indiscutible de referencia Picassiano.
¿Perpetuar el aporte de este gran maestro?
Algo muy importante con respecto a este punto es el trabajo pedagógico. Esto es algo muy consentido y querido para mí, pues se trata de nuestro presente y nuestro futuro. Crear puentes entre el arte y la cultura con nuevos públicos es nuestra obligación como Museo, de ahí que el enfoque sea trabajar con colegios y universidades. Otro elemento que es igual de relevante es incluir a las personas con discapacidades, un grupo que no ha sido tomado en cuenta en los museos. Antes de que termine el 2013 se pondrá en marcha un proyecto para este segmento .
Mencionas el tema de vincular nuevo público al museo, ¿cómo valoras la relación de la sociedad con Picasso?
Por un lado hay una relación sentimental, que pudiera incluso ser un vínculo familiar. Picasso está considerado, al igual que Gaudí, como ícono en Barcelona. Sin embargo, es necesario potenciar una relación más estrecha para que no se mire al Museo como una entidad ajena al ciudadano. Hay que dejar de lado esa idea de que el Museo funciona como un servicio al turista, porque en realidad está al servicio del barcelonés.
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¿Existe apatía en las nuevas generaciones por ir a los museos?
No creo que haya apatía. Es sencillamente un factor de que los mensajes en las grandes ciudades se diluyen. Es difícil involucrar a la sociedad en los proyectos que se realizan, porque la vida es muy veloz. Lo principal es canalizar mejor esos mensajes y esperar resultados a mediano y largo plazo.
¿Cómo se conformó la obra de Picasso en el museo?
Gran parte de la obra proviene del propio Picasso. El museo fue fundado en 1963 por el íntimo amigo de Picasso y su secretario personal, Jaume Sabartés. Él donó una serie de obras de su propia colección. Lo hizo desde 1962 (previo a la fundación) hasta su muerte en 1968. En ese año, en honor a Sabartés, Pablo Picasso donó la serie de “Las Meninas” y “Los Pichones” (que es la única serie completa que perdura hasta la fecha), que está compuesta por 57 obras.
¿A partir de ahí?
En 1968 dejó la orden de que el museo recibiera un ejemplar de cada una de las nuevas obras gráficas. En 1970 Picasso dona cerca de mil trabajos de su período juvenil y estudiantil, hasta obras que pintó en 1903. Todas éstas habían sido guardadas por sus padres, luego por su hermana y sobrinos, en la residencia familiar de Barcelona. Por su parte, Salvador Dalí y Gala Dalí donaron una serie de obras gráficas y un importante collage de 1913.
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¿Han recibido otras donaciones de colecciones particulares?
A principios de los ochenta la Galería Louise Leiris (Francia) donó más de un centenar de obra gráfica. Se han dado también donaciones de familias vinculadas a la época de Picasso y otras más puntuales de personas –españolas y extranjeras– que sienten un inmenso aprecio por el museo. El Ayuntamiento ha comprado obra para apoyar al Museo, de hecho, la obra que tenía el Municipio en 1963, correspondiente al Período Azul de Picasso, pasó a formar parte de esta colección.
¿Cuál es la donación más reciente?
La más reciente es una donación de archivo de 11 fotografías de Peter Mussfeldt, el artista y diseñador alemán que ha vivido por años en Ecuador. Mussfeldt, en su época de estudiante en la Academia de Bellas Artes de Dusseldorf, montó una obra de teatro escrita por Picasso y mantenía ese archivo fotográfico. Todo esto enriquece el conocimiento sobre la figura y obra del artista. Es fundamental que la gente conozca más sobre su fase creativa, por eso es tan importante el archivo para el Museo.
¿Hay interrelación y apoyo entre los diferentes museos Picasso del mundo?
Precisamente ahora tenemos un proyecto con el Museo de Arte de Cleveland, es un intercambio de exposiciones. Estamos entablando un proyecto de investigación sobre una serie de pinturas y de dibujos, tanto de la colección de ellos como de la nuestra, para aunar esfuerzos y hacer un estudio técnico de la obra. También tenemos un proyecto con el Museo Picasso de Antibes (sur de Francia) en el que ellos recogen una exposición de autorretratos del artista que será presentada por nosotros en mayo 2013 y por ellos en septiembre del mismo año.
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¿La crisis económica ha afectado al arte y la cultura?
Ha tenido un fuerte efecto en algunos museos de Barcelona y Cataluña. En nuestro caso, somos un museo en el que más del 90% del presupuesto anual –que es uno bastante reducido– lo auto producimos. Los recortes que afectan a otras instituciones no nos han afectado, pues el recorte aquí ha sido proporcionalmente menor. Como Director se viaja mucho, pero por la crisis económica tendemos a viajar bastante menos.
Trasladémonos a Ecuador, ¿consideras que los museos necesitan de una gestión municipal para fortalecerse?
Bueno, si nos centramos en el caso de Guayaquil, hay un museo municipal en las calles Chile y Sucre. El Municipio apoya a la entidad, pero de eso a que se gestione de manera profesional, ya es otro tema. Allí está la gran problemática.
Esto no sucede sólo con ese museo en particular, sino que es una constante en Ecuador. Una de las grandes carencias es que hay muchas personas con preparación académica y profesional que trabajan en estos museos, pero en los cargos de dirección están personas que no son profesionales del ámbito. A eso se suman las injerencias políticas que truncan las gestiones.
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¿Se debería involucrar a las universidades ecuatorianas con los museos?
Pues para serte sincero, no sé si exista la carrera de museología en el país, y si existe, qué tan apreciada y concurrida sea. Ahora que se está revisando la política de educación superior es un gran momento para potenciar este tipo de carreras. Veo que hay museos innovadores en temas de imagen, pero les falta propuestas e iniciativas que renueven y fortalezcan los espacios.
¿Cuáles son las figuras que se destacan de la obra ecuatoriana?
Para mí hay tres figuras del arte del siglo XX: Camilo Egas, Oswaldo Guayasamín y Manuel Rendón. Pienso que a Camilo Egas se lo ha olvidado, hoy en día se lo conoce poco. Guayasamín tiene la suerte de seguir en la estela de su popularidad. Y bueno, Rendón sigue siendo un gran desconocido.
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Qué hacer para rescatar su obra?
Ese es el trabajo de los museos. Hay un Museo Egas en el Centro Histórico de Quito, no está en el mejor estado, pero es un museo pequeñito con unas obras maravillosas. Es desconcertante que se dé este tratamiento a una obra de esta magnitud, como si se tratase de un artista menor. Me pregunto, ¿cuándo fue la última exposición que se hizo sobre Egas? ¿Cuándo se publicó un artículo sobre él? ¿Cuándo fue la última conferencia sobre el artista? Lo mismo ha sucedido con Rendón.
¿Dónde está la obra de Rendón?
Hace poco tuve el privilegio de visitar las bodegas del MAAC en el Malecón de Guayaquil. Allí hay unas obras de Rendón que son para perder la cabeza. Lo triste es que están sin que nadie las vea, sin que nadie escriba sobre ellas y eso es una gran pena. Esa es la muerte lenta de la cultura. No podemos dar la espalda a quienes crean, pues los artistas son la conciencia de quienes somos.
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Hay que mantenerlo en un debate vivo y constante. Hay una serie de actividades que se deben hacer para que se revise y se mantenga viva la obra del artista.
Aterrizando en tu experiencia personal, ¿ha sido enriquecedor vivir en Barcelona?
Es una ciudad mucho más grande, cosmopolita, más polivalente. Hay una gran variedad de personas y quehaceres, y eso tiene su gran atractivo. Una ciudad así hace la vida más interesante.
¿Qué influyó para tu nombramiento como Director del Museo Picasso en Barcelona?
No estuve presente en el momento en qué se tomó la decisión, seguramente lo que pueda contestar son especulaciones. Lo que sí me comentaron es que yo tenía un perfil más internacional, en contraposición a los demás candidatos. Dejar Málaga no fue problema pues me apetecía mucho un cambio en mi vida y más aún si implicaba vivir en una ciudad como Barcelona.
¿Sigues los pasos de Picasso? Primero Málaga, ahora Barcelona, ¿París es la siguiente parada?
Prefiero no verlo de esa manera. Sencillamente la vida es así y tiene sus propios vericuetos donde uno toma las decisiones que más le convienen. Intento no compararlo con el transcurso vivencial del propio Picasso.
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