Guayaquil guarda tesoros escondidos, de esos que se develan ante el ojo atento al cruzar sus calles o doblar esquinas. Cada una guarda relatos de las épocas pasadas que construyeron la ciudad que hoy se erige noble, majestuosa y pujante. No en vano los turistas se maravillan al visitarla, descubriendo el rastro histórico en el trazado actual que tanto tiene para mostrar.
Testigo del transcurso de la vida es el Río Guayas, que en silencio acompaña sus aventuras desde el inicio de los días. Allí, a su vera, se asentó hace cientos de lunas el Mercado Sur de la ciudad. Funcionó como punto de venta de verduras, frutas, pescado y más, y acogió a la gente en entretenidas tertulias vespertinas. Pero sucedió lo inevitable. La ciudad creció hacia otra zona. La gente se fue. El encanto se perdió. El Mercado Sur de Guayaquil quedó en el abandono.
Soplan nuevos vientos con administraciones públicas responsables y nace el proyecto de regeneración urbana de la ciudad. Esta zona olvidada en el recuerdo da un giro de 180 grados, y se convierte en una joya arquitectónica que reclama el rol protagónico que antaño tuvo. El antiguo Mercado Sur es hoy el maravilloso Palacio de Cristal, declarado Patrimonio Histórico de la ciudad, ubicado al sur del Malecón 2000, junto al exclusivo Club de La Unión, al pie del Río Guayas.
El diseño original del Mercado Sur corresponde a la autoría de los ingenieros Francisco Manrique y Carlos Van Ischot, quienes fueran representantes del famoso Gustave Eiffel, constructor de la Torre Eiffel en París. Las piezas originales fueron transportadas desde Bruselas hace casi un siglo, y siguiendo fielmente los planos arquitectónicos, se ensamblaron en el espacio que se había designado. La estructura que actualmente sostiene al Palacio es la original del Mercado Sur, esas pizas de hierro forjado que cruzaron el Atlántico para llegar a su destino son ahora uno de los principales atractivos de la ciudad.
Las columnas de estilo colonial hoy se juntan con paredes de vidrio, formando dos cuerpos rectangulares que se asemejan a enormes cajas de cristal. A vista de todos queda el detallado trabajo de la forja en hierro y la imponente volumetría de la estructura. El perímetro está custodiado por piletas, diciendo en un vivo silencio que “miren sin tocar”, en cuya agua el reflejo de la hermosa estructura juega de diferentes formas según la ubicación del sol o el brillo de la luna.
La plaza adoquinada a su alrededor está pulcramente mantenida para disfrute de propios y extraños. Artistas, turistas, gente de toda edad y condición comparten este espacio, porque es propio. Se adueñan de su esplendor captándolo en fotos que dan la vuelta al mundo dando cuenta de esta icónica maravilla. El ambiente que se respira es tan lúdico como ecléctico y bohemio. Bien puede uno coincidir con una galería de artistas plásticos, una exposición de libros, eventos culturales infantiles; o la celebración de fiestas populares y eventos sociales de alta gama. El Palacio de Cristal es de todos.
Además de ser un punto turístico de visita obligada, este escenario contribuye con el desarrollo cultural y artístico de la ciudad. Entre los más destacados eventos que el Palacio ha acogido están exposiciones de la obra de grandes maestros de todas las épocas. Rembrandt, Picasso, Rendón, Seminario han sido sus más relevantes huéspedes, y muchos otros están por llegar.
A pocos metros del portón de ingreso al Palacio de Cristal reposa imponente, sobre un pedestal de granito, la estatua tallada en bronce de José Joaquín de Olmedo que fuera inaugurada un 9 de Octubre de 1892. Dos cañones protegen a Olmedo mientras mira hacia el río, en actitud de custodiar la ciudad que nace a sus espaldas. A un costado del Palacio, sobre la copa de los árboles se dibuja en el horizonte el perfil de la Iglesia de San José.
El Malecón 2000 se extiende hacia el norte con varios monumentos que reviven la historia de Guayaquil, situados entre muelles, jardines, fuentes y museos, entre los cuales se descubren bares y restaurantes para disfrute de los transeúntes. Al paso están el Palacio Municipal, el Palacio de la gobernación y la Torre Morisca. A lo lejos, la mirada capta el Barrio Las Peñas, el más antiguo de Guayaquil, situado en el Cerro Santa Ana, del cual dimos cuenta en una edición anterior.
El Palacio de Cristal es de todos, tal como lo son el Malecón y la calle Olmedo en donde está ubicado. Visitarlo no tiene costo, la entrada es libre, salvo en días en los que se realizan eventos específicos, en cuyo caso el costo de ingreso dependerá del evento. Se recomienda visitarlo temprano en la mañana o al caer la tarde, cuando la brisa se siente fresca y el clima es tenue.