Por María Gracia Banderas
Los mejores resultados provienen de la suma de habilidades, ideas y perfiles. Sin embargo, el proceso requiere de empatía, objetivos comunes y sobre todo de una adecuada suma de ingredientes.
Paisajismo Uruguayo es un claro ejemplo de finas conclusiones plasmadas en parques, jardines, terrazas y un sinfín de espacios que han sido adecuadamente matizados gracias a la visión amplia y conjunta de quienes conforman la empresa.
Analía es artista plástica y visual, posee sensibilidad e intuición. Ximena es arquitecta, su conocimiento y creatividad son componentes imprescindibles. Ambas con tendencia innata a los espacios verdes y al esteticismo, se especializaron en técnicas en jardinería (en Uruguay no existía la especialización de paisajismo como tal), y mientras eran estudiantes la sinergia las llevó a montar el estudio que hoy goza de reconocimiento internacional.
A través de su empresa brindan soluciones diferentes a problemas que se plantean en temas de diseño del paisaje y jardinería. “En mi caso, como artista, a la hora de diseñar juegan mucho las texturas y colores. Hay muchos detalles que son estudiados a profundidad y eso lleva a diseños que marcan una diferencia”, señala Analía.
Ximena agrega que también ofrecen “soluciones constructivas que se relacionan al manejo de áreas verdes, tanto en diseño como en ejecución, incluyendo todos los elementos que las conforman: pavimentos, instalaciones eléctricas, sanitarias y drenajes, que arman un conjunto para que el espacio verde se conjugue en una totalidad”.
Gran parte del trabajo de Ximena y Analía se desarrolla en Montevideo, capital de Uruguay. Sus servicios son requeridos para viviendas particulares, empresas y lugares de uso público. Destacan el trabajo realizado en una plaza ubicada en La Charqueada, del Departamento de Treinta y Tres en Uruguay, y dan gran importancia a las charlas relacionadas a diseño del paisaje que han dictado en su país.
Para ellas el primer contacto con los clientes es fundamental. “Pasamos a ser una especie de terapeutas, la escucha es minuciosa para entender requerimientos que los clientes muchas veces no tienen claro. El vínculo persona a persona hace posible que se transmitan las necesidades”. Una vez clarificado el panorama, entregan diseños del espacio verde en planos, y en la mayoría de casos también los ejecutan, asegurando así que la obra quede exactamente como fue diseñada y planificada.
“No podemos caprichosamente imponer un diseño, lo que hacemos es articular nuestras sugerencias al estilo de vida de la gente que requiere nuestros servicios. Estudiamos mucho los detalles y buscamos la forma de integrarlos, por ejemplo, con lindas luminarias u objetos de arte. Colonizamos las paredes con muchos objetos”, dice Analía, al tiempo que manifiesta que, si bien la estética es importante, igualmente lo es la funcionalidad.
Parte del diseño es el conocimiento botánico, aunque también lo es el manejo de las plantas y del futuro crecimiento y mantenimiento de las mismas. “Una de las obligaciones en nuestro trabajo consiste en dejar un instructivo de uso para que se logre un óptimo mantenimiento del lugar”, dice Ximena.
Analía señala que la combinación idónea de los elementos es fundamental, y hace referencia a la frase de tradición popular uruguaya que reza que ‘sobre gustos no hay nada escrito’. Pero “sobre gustos sí que hay escrito, hay bibliotecas enteras escritas. Existen las combinaciones óptimas. Los elementos de un jardín existen de la misma forma que las composiciones musicales, donde no siempre todas las notas combinadas funcionan. Dos líneas juntas funcionan diferente de acuerdo a cómo se pongan. De igual manera sucede con los colores de acuerdo al lugar donde se usan, y a la cantidad. Existe la cantidad óptima de texturas, colores y elementos, pero no por ello nos limitamos a la hora de seleccionar. Somos muy cuidadosas en cómo disponemos cada detalle”, dice Analía.
Para Ximena el paisaje involucra volúmenes, elementos, textura, iluminación y más detalles, pero lo primero es definir el presupuesto. Con eso en mente se debe entender qué es lo que sucederá en ese lugar y qué tipo de uso se lo dará. ¿Será un lugar público o un espacio privado? ¿Qué número de personas lo van a transitar? Luego se procede a investigar las condiciones del espacio como tal: condiciones lumínicas y de asoleamiento, orientación, cuántas horas de sol recibe al día y las sombras que arrojan los elementos aledaños al terreno. Además, se debe tener claro cuál es la profundidad del suelo, si es de arena o arcilla, si necesita nutrientes, si hay pendientes, escombros, etc. Es fundamental determinar si se contará o no con riego y el presupuesto que se destinará a mantenimiento, pues todos estos aspectos condicionarán el tipo de plantas que se colocarán en este lugar.
Entre las labores de Ximena y Analía está el análisis de qué especies funcionan en un determinado espacio. Las más adecuadas serán las que mejor se adapten a las condiciones del terreno y mayor aporte ornamental ofrezcan, según el uso que se dará al área.
La empresa de Analía y Ximena brinda asesoría en el área de paisajismo a arquitectos y estudios de arquitectura en el diseño de proyectos, incluso en los que se postulan para distintos concursos. Su participación se da desde el anteproyecto, para “planificar cuáles serán los lugares para los espacios verdes y qué es lo que se requiere”. En los planos definitivos “se determinan los detalles constructivos de jardineras o azoteas, drenajes, desagües, pendientes y más”; y apoyan cuando se empieza a construir la obra, porque siempre se presentan cambios y habrá que hacer ajustes. En la etapa final “ejecutamos el trabajo que se presentó en los planos: plantamos las plantas y colocamos todos los elementos que tienen que ver con el paisaje”, señala Ximena.
“Todas las predicciones deben constar en los planos y las trabajamos en conjunto con los arquitectos, en relación al diseño y ejecución de cada obra. Por ejemplo, instalaciones para abastecimiento de agua, desagües, iluminación proyectada para las plantas, acceso para manipulación y mantenimiento”.
En relación al trabajo en jardines de valor histórico, nos comentan de uno en particular: el trabajo que realizaron en el hospital Saint Bois. “Ese jardín ya estaba conformado, y ya tenía un ciclo, pero por ser un lugar público no se le daba mucho mantenimiento. Lo primero fue ver un archivo histórico de fotografías, e informarnos sobre la idea original y los planos. Buscamos cómo fueron las primeras plantaciones, la idea y concepto de ese jardín. En función de eso intentamos conjugar lo existente, retomando ese concepto primario de la arquitectura del edificio del hospital (que es muy hermoso) para renovarlo.
Miramos los usos que la gente dio a este espacio, inclusive la caminería que se fue marcando de manera espontánea, porque a través de los años las cosas cambian y la gente selecciona incluso sus lugares preferidos para comer. Con este análisis enriquecimos el diseño original, agregamos bancos, y marcamos con ciertas plantas y jardineras de color el trayecto de la gente al caminar para tomar el ómnibus. Buscamos armonía con lo que ya estaba establecido, rompiendo ciertas líneas para lograr un espacio más contemporáneo. Lo hicimos a través de pinceladas y toques que dan un movimiento más moderno y actual al jardín, pero sin violentar su parte histórica y concepto original”.
Analía y Ximena piensan que aún falta mucho por hacer en este campo. Más allá de su trabajo, ellas aportan con la difusión de conocimientos dando charlas sobre esta importante actividad en la facultad de arquitectura. “Lo que no se transmite no se conoce y no se valora”, nos dicen. “Lo importante es que los espacios verdes y las plantas son la vida y el oxígeno de nuestro mundo, y eso se debe cuidar. Nuestras ciudades y campos están cada vez más contaminados, y es fundamental empezar a cambiar no solo nuestra mentalidad, sino nuestra forma de vivir”.
Si bien el paisajismo se incorpora poco a poco desde la cotidianeidad es importante, destacar que el paisaje no es solamente hermoso, sino que, a la par, es testigo de la historia del lugar donde está implantado. “Durante décadas nuestro país dejó de lado este tema, sin embargo, a inicios del siglo XX, Uruguay tuvo maravillosos profesionales que se dedicaron conscientemente al paisajismo, trabajando incluso en espacios públicos que hasta el día de hoy se mantienen concurridos. Ahí podemos encontrar plantas que han estado durante más de cien años”.