La planta de Novopan es la viva representación de la revolución en arquitectura industrial. El eje gravitacional sobre el que gira el concepto es el ser humano, y a partir de ahí, el diseño acoge la función de una importante actividad productiva.
Impresiona verla a la distancia, y más aún caminar por sus instalaciones. Todo tiene una razón de ser que conjuga intenciones prácticas y estéticas para cumplir a cabalidad con el objetivo para el que fue creada. Ahí, arropada por impresionantes ventanales e imponentes alturas, transcurren los días de todos quienes conforman el equipo administrativo de Novopan.
Esta planta industrial obtuvo dos premios en la Bienal de Arquitectura de Quito 2022, y fue finalista en la Bienal Panamericana de Arquitectura, en dura competencia con diseños de la región. Los responsables de este acierto son los arquitectos Gonzalo Diez y Felipe Muller de la reconocida firma Diez+Muller.
Gonzalo Diez, Felipe Muller y César José Álvarez
César José, Gonzalo y Felipe son la trilogía que dio vida a esta mega obra. Los tres se entienden, se complementan en sus criterios, y por ello es imposible desprender las respuestas de uno y otro. Cada uno habla a su aire y en cualquier momento durante esta agradable conversación.
Es evidente que en esta arquitectura se juntan misión, visión y propósito. ¿Cómo nació el concepto? La fábrica, los productos, las relaciones internas y externas han evolucionado a través del tiempo. Hace 8 años Novopan dio un gran salto. Pasó de ser una fábrica con productos de calidad, última tecnología y responsabilidad ambiental, a involucrar conceptos de diseño y tendencias en cada producto. Ese salto se vio reflejado en una inversión de casi 100 millones de dólares para nuestro proyecto de ampliación de la planta y la creación de la marca Pelíkano.
¿La ampliación fue más que solo incorporar más m2?
Exacto. Antes éramos un galpón industrial con oficinas administrativas, vestidores y comedor bajo el mismo techo, que poco a poco iban cediendo espacio a otros usos y necesidades, como bodegas por ejemplo. La innovación en productos y servicios generó necesidades urgentes de transformación. Hicimos un alto, y sin dejarnos llevar por el apuro, definimos claramente qué representamos para nuestros clientes y cómo queríamos presentarnos ante ellos.
Felipe Muller
¿Y la respuesta fue?
Mostrar que somos proveedores de acabados para construcción, que además nos preocupamos por la arquitectura, estética y función de los espacios. ¿Qué mejor que hacer que nuestra planta sea un showroom vivo de lo que ofrecemos? Hacia cualquier punto que mires, verás distintos usos de nuestros productos. El encofrado usa un tablero aglomerado de Pelíkano, que logra un hormigón de primera calidad, pero fue hecho con un tablero que diseñamos originalmente para las estaciones del Metro de Quito. No habíamos hecho encofrados de 4m de altura en tableros, muchos pensaron que no se podía, pero encontramos la forma de hacerlo funcionar. Semaica, fue un gran apoyo en el proyecto.
Siendo un terreno bastante amplio, la construcción está en una franja horizontal muy larga, pero poco ancha. ¿Esta era la mejor opción?
Revisamos varias opciones, obviamente había unas más complicadas que otras, y además diversas opiniones entre arquitectos y directivos de la empresa. Unos priorizaban la parte industrial, otros la parte logística, otros lo administrativo, otros lo comercial. Hablamos con algunos arquitectos pero ninguna propuesta recreaba el nuevo concepto de Novopan. Una de ellas fue hacer un edificio de cuatro pisos en un estacionamiento aledaño que presentaba fragmentación de usos, lo cual no era apropiado.
¿Cuál fue la propuesta de Diez+Muller?
Construir a lo largo de una franja que en su mayoría tiene ocho metros de ancho, respetando al 100% la forma del talud. No se lo topó, fue un trabajo que consideró la conexión que debía existir entre el nivel superior y el inferior de la planta, y al colocarla frente a la fábrica se conectaron visualmente todas las jerarquías laborales, generando cercanía entre las personas. El diseño arquitectónico alargado, ondulado, con grandes ventanales, tiene la personalidad conceptual de la marca: innovación, versatilidad, estética, función, respeto al medio ambiente, transparencia y enfoque en la calidad de vida de los funcionarios y colaboradores.
César José Álvarez
¿Qué ventaja encontraron en la forma del terreno?
La oportunidad de tener una mayor entrada de luz natural, que va en la línea de sostenibilidad que maneja la empresa, evitando el uso de iluminación artificial y consumo de energía. La fachada de vidrio crea una transparencia metafórica y física. Se refiere a la personalidad de la empresa, y al mismo tiempo, arquitectónicamente integra y acoge los espacios con transparencia. El equilibrio entre función, estética y bienestar del usuario se logró. En este atrio central de gran altura tenemos una escalinata tipo cascada que conecta física y visualmente los dos pisos, formando un ágora que concentra todo tipo de actividades e interacciones.
¿Qué se sacrificó para lograr esta ampliación?
Nada, porque lo que se sacrificó se transformó en algo nuevo. Había un patio bastante grande entre los parqueos y el comedor, eso se perdió con la ampliación y quedaron una especie de dientes, porque la planta tiene naves largas. Los aprovechamos para crear la cafetería, los vestidores y en la mitad hicimos jardines que conectan todos los espacios, los juntan, generan la integralidad conceptual que era el objetivo principal. Los grandes ventanales entre una zona y otra permiten visibilidad sin restricciones entre la parte operativa y la administrativa en la planta.
Gonzalo Diez
¿Transparencia absoluta?
El ser humano debe ser, no solo parecer. Una cosa es la arquitectura de maquillaje y otra es la de fondo. Una cosa es decir soy una empresa innovadora, y otra es serlo. En estas oficinas se refleja con transparencia, mediante un diseño arquitectónico honesto, lo que somos como personas, como marca y como profesionales. El edificio es un esqueleto de hormigón que tiene su piel de vidrio para cerrarlo. El uso de hormigón no es por ser el look de moda, es porque esa es la respuesta adecuada al sentido orgánico del talud. El hormigón es el material más plástico que existe, porque es líquido que conviertes en forma, lo moldeas.
El diseño aguanta todo. ¿La construcción fue complicada?
Lo fue, no por las complejidades del diseño ni la forma del terreno, porque en el papel se consideró hasta el más mínimo detalle, sino porque se construyó durante la pandemia. Al ser un diseño alargado pudimos construirlo por etapas. El enorme atrio está en la parte más ancha de la franja, justo en la mitad, teníamos un bloque hacia la derecha y otro hacia la izquierda. Superamos el desafío, y además generamos beneficios colaterales que, antes de la pandemia, no habíamos considerado como ventajas.
¿Por ejemplo?
La altura de los techos y la amplitud de las áreas permiten el trabajo en equipo, porque los espacios son abiertos, tienen ventilación cruzada y aireamiento natural. Esto fue fundamental durante y después de la pandemia, porque dio tranquilidad a la gente cuando poco a poco se retomó el trabajo presencial. A pesar de que hoy la gente debe venir presencialmente dos días a la semana, más del 90% vienen cuatro días. Eso nos da una enorme satisfacción, porque es la evidencia de que hemos creado espacios con buena energía, que en el fondo se traducen en la sinceridad de la arquitectura como respuesta a un problema.
Evidentemente lograron el objetivo
Pensaríamos que hasta se superó, porque no solo creamos esa experiencia agradable para todos los colaboradores, sino que al tener vestidores, sala de lactancia, un comedor y otros servicios de primera calidad, también elevamos su autoestima. Eso fue lo primero que construimos, e inmediatamente notamos un cambio en su estado de ánimo, una preocupación por cuidar y mantener sus espacios para que no pierdan esa calidad. Además, en este showroom ven cuál es el producto de su trabajo, porque están expuestos todos los materiales que ellos fabrican.
¿Qué productos están expuestos?
Hay melamina en el piso, en las paredes y hasta en el techo, todo marca Pelíkano. Rompimos esquemas en la función de este producto, porque supuestamente no se podía usar en exteriores, pero siempre hay una solución, y la encontramos a través de un proceso técnico que combinó la experiencia de la fábrica con las ideas de los arquitectos. Por ejemplo, la fachada de vidrio con características térmicas, tiene forma de serpiente orientada hacia el sol de la tarde, pero además, en cada piso, tiene unas viseras de hormigón que se vuelan horizontalmente, y entre estas diseñamos lamas verticales de melamina que protegen del sol de la tarde y mejoran la temperatura interior.
Y aquí es evidente ese tiempo de vida…
Exacto. Esto nos permite traer a clientes, constructores, arquitectos, interioristas, etc., y mostrarles en vivo las características de los productos, sus distintas aplicaciones y durabilidad. Fue un proceso de experimentación, una especie de laboratorio de aplicación, que, además, nos permitió determinar qué se podía mejorar en tal o cual producto para ampliar su uso. Los materiales pasan por un proceso de diseño y selección de tendencias para definir qué acabado queremos darles, imitando distintos materiales, según la apariencia que se pretende.
¿Satisfechos?
Absolutamente. Somos un equipo que encontró sinergias entre cliente y arquitectos, y los buenos proyectos surgen de esas buenas relaciones. Logramos ejecutar todas las intenciones, y el resultado es una planta industrial cuya arquitectura está a nivel mundial, en la que fabricamos productos que también están a nivel mundial. Lo que empezó con un dibujo hecho a mano alzada se convirtió en tres carpetas de procesos de pruebas, cambios, ajustes, y decantó en esta excepcional arquitectura.