Por Soraya Constante
Fotografías cortesía de Mextrópoli y Soraya Constante
La Ciudad de México acogió por décimo año consecutivo a Mextrópoli, el Festival de Arquitectura y Ciudad organizado para pensar las ciudades. Igual que desde hace algunos años, el desafío fue comprender cómo construir ciudades más verdes.
Algunas claves surgieron en las conferencias magistrales en las que se expusieron algunos modelos exitosos de urbanismo que ya se han ensayado en distintas partes del mundo. Uno de los invitados fue el español Salvador Rueda, conocido como el ideólogo de las supermanzanas, que propone recuperar el espacio tomado por los vehículos. A través de ecuaciones simples de sostenibilidad urbana plantea restringir el paso de los carros y convertir las calles y plazas de aparcamiento en parques y lugares para la movilidad de las personas.
Rueda, que ya ha plasmado sus ideas en Vitoria, Barcelona, Berlín, Nueva York, Vancouver, Montreal, Buenos Aires, Bogotá e incluso Quito, habló de la emergencia climática y del hecho de que las ciudades son los principales emisores de gases de efecto invernadero. “Necesitamos controlar y regular los comportamientos de la organización urbana”, dijo en su conferencia, y advirtió que algunas ciudades están llegando al umbral de temperatura que ya no es compatible con la vida. “En el valle del Guadalquivir, en España, se llegó a 47 grados centígrados el verano pasado. No se puede pasar de 55 grados, a esa temperatura nos morimos, ya no transpiramos, ya no refrigeramos”.
Este hombre, que estudió biología y psicología, rechazó las distintas etiquetas que ocupan cada poco las discusiones urbanísticas y resumió su modelo de ciudad. “Cada tres semanas aparece un tipo de ciudad. La más reciente es la ciudad de los 15 minutos, pero también se habla de la ciudad resiliente, la sostenible, la saludable, la cuidadora… Pero, ¿hay un modelo urbano en el que todos estos tipos de ciudad sean posibles? Nosotros apostamos por el urbanismo sistémico: es un modelo compacto en su morfología (crea proximidad), complejo en su organización (mixto en usos), eficiente metabólicamente (busca la máxima autosuficiencia en energía y materiales, con recursos naturales próximos y renovables), y es un modelo de ciudad que no excluye a nadie, está cohesionado socialmente”.
Andrea Griborio, Directora de Mextrópoli
El cónclave de arquitectura también incluyó a profesionales mexicanos como los que integran el estudio Macías Peredo. Su charla estuvo orientada a explicar su búsqueda y obsesiones con el paisaje. “Tenemos la conciencia de que una práctica de arquitectura se nutre a partir de factores biográficos: el lugar donde nace y se establece, los encuentros que promueve el sitio con colegas, maestros y mentores, las referencias del sitio, así como su clima, cultura y sociedad”, dijo Diego Quirarte, y reveló que Guadalajara, su sitio de nacimiento, ha influido en su trabajo. “Los espacios abiertos están en franca relación con la naturaleza, patios, terrazas, pórticos y jardines celebran el clima de esta región”.
Entre sus trabajos destaca la torre Avancer, en San Luis Potosí, que es un claro ejemplo de sus obsesiones arquitectónicas. El sistema estructural está conformado por columnas y losas de concreto pigmentado, que recuerda al color natural de la piedra del lugar, elemento importante de la identidad de la arquitectura colonial del sitio. En cada planta hay terrazas y pequeños jardines, y en la crujía sur de la torre se interrumpe para crear una terraza en el octavo piso y, en el último nivel, la estructura de concreto de la crujía norte se prolonga para crear una azotea verde con vegetación endémica.
Recreación a escala real de la terraza de la casa de Luis Barragán
“Si queremos hacer arquitectura consciente, sostenible y lógica, creemos que necesitamos aprender del lugar a través de su historia. Ahí podemos encontrar las claves para hacer una arquitectura que realmente pertenezca a un lugar”, explicó Salvador Macías, y añadió que su trabajo nunca parte de cero, sino que concilia la historia del sitio con su presente.
Según Andrea Griborio, directora de Mextrópoli, el festival nació de un congreso en el que solo interactuaban entre arquitectos. “Cuando el congreso iba a cumplir 15 años nos dimos cuenta que como arquitectos tenemos que dejar de hablar solo entre nosotros, porque nuestra disciplina está vinculada a la ciudad. Nuestro impacto afecta a todos”. Por eso Mextrópoli tiene una presencia muy importante en el espacio público. “Una vez al año llevamos arquitectura a los museos de la ciudad, acercamos la disciplina a los ciudadanos, para alejar esa idea de que la arquitectura es de élite”, explica Andrea.
Torre Avancer, en San Luis Potosí
Y en el espacio público es donde ocurre lo imposible, como este año que en una plaza de Ciudad de México se recreó la terraza de la Casa de Luis Barragán, el arquitecto más famoso de México. La instalación se hizo a escala real y con los mismos colores y orientación para que los visitantes puedan sentir que están en la verdadera terraza construida con unos muros elevados sobre el nivel de azotea, que da la ilusión de ser una habitación destechada. El proyecto se tituló Fuera de Lugar y fue diseñado por los arquitectos mexicanos Álvaro Morales y Manuel Alemán, y el español Rubén Bermúdez.
Andrea explica que esta exposición de alguna manera desacralizó el diseño del único arquitecto mexicano que hasta ahora ha ganado un Premio Pritzker. “Nos permitió consagrar lo profano de la arquitectura de actor, hacer público un espacio que es íntimo, un espacio de contemplación, y cómo esas características se pueden trasladar a un espacio abierto”.
Ecuador también estuvo representado en el espacio abierto de Mextrópoli. Marie Combette y Daniel Moreno, de la Cabina de la Curiosidad, llevaron una interesante exposición que muestra el territorio de Quito al desnudo, solamente con sus fuentes de agua. Sobre un lienzo lineal se pueden ver las quebradas que el urbanismo taponó y que ha hecho que Quito sufra aludes e inundaciones.
Marie Combette y Daniel Moreno, de la Cabina de la Curiosidad
“Hay un conocimiento que desde la parte urbana desconocemos e ignoramos. Es como una sabiduría en el territorio que es importante conocerla”, explica Daniel, que hizo una tesis sobre las quebradas de Quito. Marie, que fue la encargada de trazar los mapas a mano, habla de la importancia de su trabajo. “Nos dimos cuenta que el mapa relata algo que ya no existe, porque el 90% de las quebradas están tapadas y sabemos que para proyectar arquitectura buscamos tener conciencia del territorio”.
El trabajo no se limitó a Quito sino que también dibujaron las cuencas hídricas en Buenos Aires y Ciudad de México. Para Daniel y Marie, los mapas tienen que ver con un activismo pacífico. “Es un activismo porque buscamos que la ciudadanía tenga pertenencia al lugar donde vive y que conozca las características propias de este lugar”, dice Moreno.
La celebración de la ciudad que propuso Mextrópoli duró cuatro días esta vez, entre el 22 y 25 de septiembre, y un día después todos los arquitectos volvieron a sus sitios de trabajo para seguir trazando las ciudades de las que se hablarán mañana.