Por Caridad Vela
No hay reunión en la que no se especule sobre el futuro del país. Diversas opiniones se emiten, unas más optimistas que otras, pero comparten un común denominador que nos alienta: las cosas empiezan a cambiar. A pesar de que ha costado tiempo y dinero, estamos derrumbando democráticamente una línea política y económica que nunca tuvo cimentos sólidos.
El gobierno anterior se dio gusto promulgando leyes y disparatados códigos orgánicos que afectaron negativamente a todos los segmentos económicos y sociales del país. Nadie escapó los tentáculos de un pulpo que pretendió ser todopoderoso, pero en la última consulta popular el país puso un alto a esas prácticas políticas, y ahora se muestra firme y decidido a dibujar un futuro prometedor.
Mucho queda por hacer, y para entender mejor los matices que merecen ser analizados a profundidad, conversamos con el Eco. Mauricio Pozo, conocido político de oposición, quien con absoluta transparencia se despoja de su tendencia ideológica y asume el compromiso de aportar al entendimiento del lector con su opinión.
¿Cómo repercutirá en la economía la derogatoria de la ley de plusvalía?
El solo anuncio de que había la opción del actual gobierno para derogar la ley generó un espíritu favorable, y con los resultados post consulta, probablemente el sector de la construcción sea uno de los sectores que más logre recuperarse. Tan importante es la actividad de la construcción que podría liderar en cierta manera un proceso de reactivación de la economía. Hay que recordar que la promulgación de esta ley fue una de las principales razones por las cuales la construcción tuvo caídas sucesivas durante más de dos años.
¿Tan importante es la construcción en el contexto general?
La construcción es uno de los factores “ancla” en la salud de cualquier país, porque tiene lo que los economistas denominan encadenamientos o vinculaciones con múltiples sectores de la economía. La construcción activa al sector financiero porque es una línea de colocación de recursos; está vinculada con la industria manufacturera y el comercio porque involucra bienes de consumo como línea blanca y otros; estimula a la industria de materiales de construcción porque construir una vivienda requiere de una variedad de productos; y junto con agricultura, son las dos actividades que más empleo generan. Por esto tiene tan importante impacto en el Producto Interno Bruto (PIB), y por esto cualquier variante en el desempeño de esta actividad repercute en la economía en general.
¿Su impacto en el sector financiero es fuerte?
La actividad de la construcción muy difícilmente se mueve sin financiamiento. Sin el apoyo de un crédito es muy complicado construir un proyecto o comprar un inmueble. En el otro extremo de esta necesidad están los bancos para suplirla, porque tienen necesidad de colocar plata, ese es su negocio, y desde la dolarización es posible prestar a largo plazo, sobre todo en créditos hipotecarios que presentan índices de morosidad bastante bajos. En este sentido, la construcción es un motor de activación económica, y ventajosamente la liquidez en el sistema financiero, medida a través de los depósitos, está creciendo a tasas de dos dígitos, entre el 20% y 22%.
¿Qué lectura da a ese crecimiento en depósitos en la banca?
Son varios factores. Un elemento es que, nos guste o no el endeudamiento público, esto permite que el Estado pague a proveedores, los proveedores pagan a terceros, esos terceros compran cosas, y quien las vende deposita su dinero en los bancos. Con esto los bancos financian otras actividades, y así, de una u otra manera, la plata circula, y con más liquidez el sistema financiero tiene mayor capacidad de prestar. Además, hay algunos productos de exportación que han estado en un momento favorable, como camarón y banano, y esto también trae dólares de afuera.
¿Esa liquidez permite a los bancos ser agresivos en colocaciones?
Lo que les permite colocar préstamos nuevos es lo comprometidos que están los bancos con el país y las decisiones que toman en relación a eso. Fíjese que en un momento dado, debido a la falta de demanda de crédito y por razones de riesgo, los bancos depositaron demasiada plata en el Banco Central, pero el Banco Central lamentablemente optó por usar esa liquidez para entregarla al gobierno vía préstamos con bonos. Ante eso, los bancos decidieron correr el riesgo de prestarle más al sector privado que tener sobre-encaje en el Banco Central, y así empezó a moverse un poco la economía.
¿Qué otros factores afectaron a la construcción?
La ley de plusvalía fue el detonante que produjo caídas en el crecimiento de la actividad, pero fue un conjunto de decisiones las que provocaron ese frenazo. El Estado promovió un gasto excesivo que desequilibró las finanzas públicas. Ese desequilibrio demandó recursos del exterior, y como faltaba plata, el Estado empezó a absorber recursos a la economía tomando recursos del Banco Central y vía impuestos.
¿Se refiere a las salvaguardas?
Sí, medida que se tomó cuando lo que el Estado debió hacer es regular su gasto, porque cuando emite mucho gasto y no hay dónde invertir, parte de eso se va a importaciones, pero no porque los aranceles estén bajos, sino por el excesivo gasto público que provoca una liquidez excesiva. Para arreglar un problema comercial hay que arreglar el sector fiscal, porque el déficit no es malo por sí solo, sino por todo lo que produce. La obligación de tener en orden las finanzas no es una visión ideológica, es una necesidad real para que la economía funcione mejor.
¿El efecto de las salvaguardas fue positivo o negativo?
Las importaciones generan crecimiento económico, el crecimiento económico provee ingresos para el Estado vía impuestos, y eso provoca un círculo virtuoso. Las autoridades económicas no entienden que cuando se levantan las restricciones -llámese salvaguardias, cupos o aranceles altos- la balanza de pagos no se va a descalabrar ni el país se vaciará de dólares, porque las empresas no son irracionales. Las empresas no importan cantidades infinitas de materia prima, bienes de consumo o bienes de capital, importan solamente lo que pueden procesar o vender, ese es el límite.
Pasemos al tema de la deflación que empieza a preocupar…
La deflación se da cuando se conjugan dos factores. Un escenario se da cuando la producción es demasiado grande para una misma demanda, y tienen que bajar los precios; el otro, cuando la producción es la misma pero la demanda se contrae, en cuyo caso el productor se ve obligado a bajar los precios para salir de su inventario. Si esto se da en todos los productos de la economía, hay deflación.
¿En nuestro caso aplicaría el segundo escenario?
Exactamente, se redujo la demanda. Cuando los precios tienden a bajar porque la demanda no responde y el productor tiene pocos estímulos para seguir produciendo, debe ajustar su producción y alimenta el proceso recesivo. Los bancos no pueden prestar al 15%, porque los créditos serían impagables y se ven obligados a bajar las tasas, pero a pesar de eso la demanda de crédito también se contrae porque no hay actividad, y en consecuencia, los empresarios sacan su dinero de la economía profundizando más el proceso recesivo. Manejar un proceso deflacionario crónico es un problema.
¿Cuándo se considera crónico?
No hay nada escrito al respecto. En Ecuador las inflaciones anuales de los últimos seis meses han sido negativas. Técnicamente eso es deflación. Si revisamos las inflaciones mensuales, unas han sido negativas y otras positivas, pero si tomamos el promedio de los últimos seis meses y lo aplicamos a futuro, la inflación de diciembre estará en 0.5%. Si aplicamos lo que se conoce como un promedio móvil, la inflación estará en el 1.1%, es decir que habríamos salido de la deflación con una inflación pequeñita, que es bueno, pero la recesión sigue. La deflación es solo un síntoma de una enfermedad que es la recesión.
¿Cómo afecta la recesión al sector inmobiliario?
Cuando hay un problema de recesión bajan los precios de todo, incluidos los inmuebles, y por ello para el comprador que dispone de liquidez es una buena oportunidad que debe aprovechar e invertir pensando en la rentabilidad a largo plazo, sin desestimar que también puede sacar provecho en el día a día vía arriendos o disfrute personal. El que quiere vender tiene una situación adversa, porque le van a pagar menos de lo que quisiera por la propiedad, pero la ganancia que obtenga, mucha o poca, ha vuelto a ser legítima y no tendrá que entregar al Estado el 75%.