Por Lorena Ballesteros
El vínculo entre una madre y una hija es fuerte como el roble. Es un amor que resiste a las tormentas y que crece mientras se nutre de la complicidad, del respeto, de la tolerancia y de la paciencia. El lazo que une a Mariella Cobo y a su hija Mariella Pérez (Mane) es indestructible. Es que, si algo caracteriza a Mariella es su templanza, la que le permitió mantener a flote a sus tres hijos: Juan Alfonso, Mane y Ricardo durante la adversidad.
Mane recuerda que tenía 15 años cuando ocurrió el divorcio de sus padres. Hasta ese entonces su mamá no trabajaba. Sin embargo, la situación familiar dio un vuelco y Mariella se puso al hombro la educación de sus hijos. Comenzó como corredora de bienes raíces. Poco sabía del campo inmobiliario, pero con la bendición de varios ángeles de la guarda hizo contactos y comenzó a cerrar sus primeras ventas. A Mariella se le dan fenomenal las relaciones sociales. Tiene carisma y buen olfato. Dos cualidades que le permitieron consolidarse con profesionalismo.
Mariella Cobo y Mariella Pérez
Asegura que disfrutó de aquellos años, pero también reconoce que no fue fácil. En ocasiones sus clientes se echaron para atrás y desistieron de comprar un terreno, una casa, una hacienda… Fueron años de inquietud, pero también de satisfacción, esa de saberse independiente y capaz de ser la madre proveedora. Pero, cuando una venta fallaba temía tropezar y caer al abismo. Como buena madre malabarista mantuvo el equilibrio hasta el final. Ahora sus hijos son adultos, profesionales y seres humanos de los que se siente absolutamente orgullosa.
El buen ejemplo que sembró en Mane es el que la ha guiado desde la adolescencia. Su sentido de la responsabilidad la llevó a trabajar mientras estudiaba la carrera de Nutrición en la Universidad San Francisco. Cuando le pregunto si pensó en estudiar en el extranjero, las dos sonríen. A Mane no le interesaba alejarse de su madre, eran codependientes. Sin embargo, Mariella le empujó para que hiciera un año de estudios en Estados Unidos.
Mariella Pérez
El tiempo que estuvo en Filadelfia les sirvió a ambas. A Mane para hacerse independiente y a Mariella para cortar el cordón umbilical con su hija. “Hay que enseñarles a los hijos a vivir sin dependencia. Y lo digo por experiencia propia”. Dice que cuando era niña fue muy cercana a su papá, incluso lo explica como dependencia. Su padre falleció a sus 16 años. Fue como quedarse sin piso. El vacío la volcó a su mamá. “Me casé y me hice dependiente de mi esposo. Luego me divorcié y aprendí que tienes que depender de ti misma”.
Mariella Pérez y Mariella Cobo
Mariella recuerda que cuando Mane vivió en el exterior la vio en su esencia. “Es novelera, pero también muy recursiva. Había un centro comercial que tenía excelentes precios. A ella no le importaba hacer viajes de hasta dos horas en metro y en bus para conseguir esas ofertas”. Fue una etapa en la que la vio desenvolverse sola, con éxito.
Los divorcios dejan marcas en las familias, pero son golpes que sanan con amor. Es lo que hizo Mariella, darles amor incondicional a sus hijos. Marcando límites y fronteras. Su hijo mayor emprendió vuelo a los 18 años y no regresó a vivir a Ecuador. El menor, Ricardo, quien colabora con la parte financiera del negocio que manejan Mariella y Mane, se fue a México hace algunos meses.
Mariella Cobo
Después de graduarse, Mane trabajó en el Ministerio de Salud Pública por casi cinco años. Posteriormente se vinculó al área de la nutrición clínica en la UTE. Hasta que llegó la pandemia, y como sucedió a muchas personas, fue el momento de reinventarse, un proceso al que arrastró también a su mamá.
Fue Mane quien comenzó con la importación de ropa para bebés y niños pequeños. Se le presentó la oportunidad de traer a Ecuador una marca española, y aunque no tiene hijos, siempre tuvo un gusto exquisito. Visualizó las colecciones en los hijos de sus amigas y círculo cercano. Estuvo consciente de que la ropa de bebé suele ser costosa, poco accesible y con menos variedad que la de adulto. Toda esa información le sirvió para arrancar y lanzarse a crear el concepto de Minis, la primera marca que trajo al país.
Mariella Pérez
En ese entonces Mariella fue una especie de espectadora del emprendimiento de su hija. Le apoyó en lo necesario, pero poco a poco Mane fue creciendo. No se limitó a la ropa de bebé, exploró marcas para mujeres y consolidó Jamari. Entonces fue inevitable que Mariella se vinculara de una manera más explícita y específica. Convertirse en socias no ha perjudicado la excelente relación que mantienen. “Siempre hemos sido íntimas. Y ahora somos más”, comenta Mariella.
Sus roles están muy claros. Mariella maneja Minis y Mane lleva el timón en Jamari, las funciones administrativas del Pop Up Store que abrió hace seis meses. En el ámbito laboral Mariella aprende de su hija, pues ella es más organizada, muy orientada a las metas. Mariella es más libre y reconoce que puede pasar en casa sin saber en qué momento se le fue la mitad de su mañana. Mane es distinta. Ella es de rutinas. Hace ejercicio todos los días a la misma hora. Se alimenta saludable, le gusta comer en casa. A Mariella le gusta comer fuera, acepta la improvisación y le encanta la vida social. Mane disfruta de la compañía de su esposo y de su perro. No es fiestera porque un desvelo rompería con su planificación diaria. Le dedica muchas horas a hacer pedidos, inventarios, generar contenido para las marcas, desarrollar estrategias de marketing y comerciales.
Mariella Pérez y Mariella Cobo
Ambas se reconocen como noveleras. Y eso les ha dado el ímpetu para seguir con su negocio, pues saben que en el mercado de Quito hay una dosis de novelería. A la gente le gusta lo que se pone de moda, las tendencias que se imponen en Europa, las recomendaciones que ven en redes sociales. Todo eso catapulta la posibilidad de venta. Además, los precios de sus artículos son accesibles.
Aunque en este negocio Mane es una especie de mentora para Mariella, sigue siendo ella la hija y Mariella la madre. No se han invertido los roles, fuera del trabajo Mane busca los consejos de su madre, mientras Mariella no deja de ocuparse de lo que las madres siempre se ocupan. “Somos amigas, pero principalmente soy su mamá. En los altos y bajos que tiene la vida, ahí estoy para ella”, señala durante nuestra conversación.
Mariella Cobo
Mane vive bajo la ley de la atracción. Está convencida de que lo positivo atrae lo positivo. La abundancia que se manifiesta en todos los aspectos de la vida la traslada al negocio: para vender más hay que invertir más, para crecer hay que arriesgar.
La relación de Mariella y Mane es envidiable. Disfrutan tanto la compañía de la otra que incluso se dan tiempo para viajar juntas. Hace un tiempo Mane le invitó a Praga, Viena y Budapest. A inicios de año celebraron la despedida de soltera de Mariella en Bogotá, pues tiene ocho meses de matrimonio con su segundo esposo.
Jamari Pop Up Store, el paso definitivo
Si bien al iniciar el negocio lo hicieron con una tienda en línea, la demanda les orientó hacia la necesidad de un espacio físico. Con Minis fue más sencillo vender a través de redes sociales, pues las tallas de bebés y niños son estándar. Sin embargo, con Jamari fue distinto. Mane se concentró en traer vestidos para toda ocasión, chalecos, sacos, faldas, conjuntos… y aunque vendía de manera virtual, sus clientas querían medirse la ropa. La casa de Mariella se convirtió en su showroom; pero no era una fórmula sostenible para crecer el negocio.
Mariella Cobo y Mariella Pérez
Hace seis meses abrieron su tienda en La Tejedora. El concepto es multimarca, pues se puede encontrar la ropa de bebé Minis, prendas de Jamari para mujer, pero también joyas de Patinpe, línea de cuidado personal Cloud9, accesorios de Antojo Bendito, artículos para casa e incluso juguetes de Ludi Haus.
La experiencia en Jamari es personalizada. Es un lugar para encontrar regalos o artículos personales a precios accesibles. Los modelos son exclusivos, no hay repetición en serie pues sus propietarias han cuidado hasta el último detalle.