Por Lorena Ballesteros
María del Carmen Burbano está convencida de que nada es fortuito. Sus causales se han encajado como piezas de un rompecabezas que se va completando con cada etapa de su vida. Actualmente, a sus 39 años se siente transformada, con metas personales y profesionales bien trazadas, con la convicción de que todo lo que le ha sucedido tiene una razón de ser.
Arquitecta de profesión. Maca, como le dicen sus familiares y amigos, ha forjado una carrera profesional que abarca desde lo privado hasta lo público. Después de graduarse en la Universidad San Francisco, se vinculó a un estudio de arquitectura, desde el cual diseñó y construyó decenas de residencias unifamiliares destinadas a un segmento de mercado alto. Sin embargo, en un momento determinado, el destino desvió ligeramente su camino. Le asignaron un proyecto distinto a los habituales. Debía viajar a la amazonía para la construcción de viviendas de interés social.
De haber realizado diseños de casas lujosas, se vio explorando lugares recónditos de la selva ecuatoriana. Mientras fiscalizaba una obra, “en medio de la nada” se reencontró con un amigo de sus años universitarios. Ambos, sorprendidos por la coincidencia, se pusieron al día sobre lo que cada uno hacía en ese lugar. Él le invitó a participar de una licitación para construir una universidad. Ella aceptó sin dudar. Meses después ganaron el concurso para el diseño de la Universidad Regional Amazónica IKIAM. De esa manera Maca se introdujo en una nueva rama de la arquitectura: el urbanismo. Una que estudia, planifica y proyecta a la ciudad desde sus dinámicas sociales.
Para quienes no están familiarizados, IKIAM se encuentra a siete kilómetros de la ciudad de Tena, con acceso a la Reserva Biológica Colonso Chapulas en una implantación de más de 200 hectáreas. Un trabajo que requirió de la colaboración de tres firmas arquitectónicas y que representa una de las obras más emblemáticas de la zona. Para el diseño aprovecharon el espacio de bosques desbrozados para entregar a la comunidad una institución que forje a los futuros profesionales que salvaguardarán al planeta.
De esa experiencia se alimentó para forjarse en una línea de urbanismo responsable. Construir, sin destruir. Respetar, visibilizar, incluir… son algunas de las palabras primordiales en su vocabulario. Maca también participó del diseño y construcción del sapoparque Wikiri. Una obra que confluye con la naturaleza que la rodea.
Una vez que dio un paso hacia el espacio público se vio tentada a seguir por ese sendero. No tardó en aparecer una oferta para vincularse al Municipio de Quito, durante la alcaldía de Mauricio Rodas. Aceptó el reto. Fue la responsable de la renovación del parque La Carolina: la pista de trote, los alrededores de la laguna, los bulevares internos. Asimismo, estuvo a cargo del bulevar del parque Bicentenario, entre otros proyectos que se ejecutaron en la capital.
En esos años Maca se recuerda entregada absolutamente a su trabajo. Con jornadas laborales extenuantes que la mantenían distanciada del día a día de su primera hija, que en un abrir y cerrar de ojos ya había cumplido tres años.
Después de los primeros meses de la administración del alcalde Jorge Yunda, Maca estaba embarazada de su segunda hija, embarcada en una maestría a distancia en Urbanismo y con alta carga laboral. Así como había interpretado previamente las señales del destino, esta vez hizo lo mismo. Debía tomarse un respiro. Apostó por seguir con sus estudios, renunciar al trabajo en el Municipio y reencontrarse con la maternidad que había descuidado.
Tan decidida estaba a recuperar el tiempo perdido que empacó maletas y se llevó a su hija por un mes a San Francisco, en donde vivía su hermana. Reconoce que allí aprendió a ser madre. Regresó a Ecuador con aire fresco, dispuesta a modificar sus rutinas. ¡Y vaya que todo cambió! A las pocas semanas de haber regresado comenzó el confinamiento por la pandemia. Entre las cuatro paredes de su departamento, junto a su esposo y su hija inició su redescubrimiento personal. Se dedicó a la meditación, herramienta que le permitió encontrar el equilibrio que tanto buscaba. Completó su maestría en Urbanismo, se entregó a las dinámicas familiares, dio a luz a su segunda hija y emprendió con Wabi Wood, una línea de accesorios para hogar y de material lúdico para niños, elaborados en madera.
Con el cambio de rutinas también llegó el cambio de casa. Dejaron el departamento en el sector de la Av. González Suárez y se trasladaron al sector de Miravalle, Cumbayá, en busca de espacio verde para sus hijas. Fue ella quien decoró la casa, esforzándose en plasmarla con piezas simbólicas que ha recogido a lo largo de su vida. Dice que son como sus amuletos. En la sala principal están unos toros que trajo de Perú y que simbolizan la unión familiar; katrinas mexicanas, el ekeko peruano… En el estudio comparte espacio con su esposo y lo tienen cargado de fotos familiares que la recargan de energía positiva.
Actualmente Maca trabaja en Konkretus, empresa colombiana con representación en Ecuador, que se dedica principalmente al mobiliario urbano elaborado con concreto. Lo hace con horarios más flexibles y por objetivos. La ubicación de su casa le permite ir y venir con fluidez. Disfruta de comidas caseras, de preparar loncheras, de leer cuentos, de recibir a sus pequeñas Julia e Isabel cuando llegan del cole. Y por supuesto, de seguir con su carrera de urbanista propiciando espacios seguros e inclusivos para la ciudad.
Tu experiencia profesional te ha permitido desarrollarte en distintos ámbitos y conceptos de la arquitectura ¿Cuál es la diferencia entre trabajar para la empresa pública y la privada?
En la pública las cosas tienen que ejecutarse en un período limitado de tiempo. En los cinco años que estuve en el Municipio hicimos varios parques y toda la renovación del corredor norte del Trolebús, por mencionar algunos. Las estaciones del Trolebús eran negras, de vidrio oscuro, y para renovarlas partimos del concepto de crear una caja de luz anclada al concepto de espacio seguro e inclusivo. Ahora son color naranja y con vidrio claro.
¿Por qué eran tan importante este cambio?
Mi equipo estaba conformado mayoritariamente por mujeres. Revisamos cifras sobre el acoso en el transporte público, un panorama aterrador. Había que partir desde el diseño de las paradas para propiciar seguridad. Además no eran inclusivas. Una persona en silla de ruedas no podía acceder sin ayuda, solo había gradas. Con un presupuesto limitado conseguimos un diseño que permitiera al usuario llegar por el paso cebra hasta la parada y acceder por rampas. También son paradas aptas para personas no videntes, en el pasamano está grabado el nombre de cada estación en braille.
Tu equipo intervino en el parque La Carolina, el bulevar del Bicentenario. ¿Algún otro espacio público relevante?
El Parque 6 de Junio, en Conocoto, que incluso ganó una mención de Honor en los Premios Ornato 2019. También fue muy importante la obra que ejecutamos en el Parque Carolo en el sur de Quito. Hay que comprender que el urbanismo requiere de un estudio de las dinámicas de los ciudadanos. En ese sector, los habitantes se desplazaban hasta La Carolina para practicar deporte. Ahora el parque cuenta con una pista atlética, que incluso puede ser escenario de competencias olímpicas, pues cuenta con una certificación internacional.
¿Cuál es tu visión de ciudad?
Una que sea inclusiva, caminable, en la que el vehículo sea secundario. Es necesario potenciar el espacio público seguro. En San Francisco, California, viví la experiencia de lo que se conoce como “Pocket Parks”, o parques de bolsillo, que están en todos los barrios residenciales y ofrecen actividades para todos los miembros de la familia. Así se fomenta y fortalece el sentimiento de comunidad.
Si bien diste un salto de la empresa pública nuevamente a la privada, te mantienes todavía en la línea del urbanismo. ¿Qué ofrece Konkretus para la ciudad?
Contribuimos a crear espacios públicos de calidad, con la convicción de que el diseño tiene un poder transformador para la urbe, utilizando desde mobiliario hasta macetas que fomentan el desarrollo de espacios verdes. Konkretus tiene una gama diferenciada que va desde lo urbano hasta lo comercial y doméstico. Tenemos oferta a pequeña y gran escala. Esta empresa comenzó en Medellín, Colombia, y hace cinco años Mauricio Ordoñez trajo la representación a Ecuador. Trabajamos con mano de obra nacional y también exportamos a Perú y Panamá. Los diseños son estándar de Medellín.
¿Cuál es tu rol en la empresa?
Llevo la relación comercial con el cliente, que puede ser público o privado, a grande o pequeña escala. Desde mi perspectiva de arquitecta urbanista asesoro en cómo distribuir, colocar e implantar el mobiliario en el espacio deseado.
¿Qué bondades tiene el concreto?
Bajo mantenimiento. Por ejemplo, un mueble de madera o de metal requiere de mantenimiento y más si está en un espacio público o a la intemperie. También previene el vandalismo, porque incluso se puede limpiar el grafiti y como es tan pesado, es casi imposible que se lo roben.
¿En dónde podemos verlo a gran escala?
En Panamá hicimos el proyecto Panamá Pacífico, un proyecto grande para la empresa a cargo de la regeneración de la base militar americana. En Perú trabajamos en las áreas exteriores de las sedes de los Juegos Panamericanos. En Quito, La EPMMOP nos contrató para distribuir mobiliario en distintos puntos de la ciudad como el borde sur y bulevar del Bicentenario, en el parque La Carolina, en el Parque de la Mujer, entre otros. Y así seguiremos, trabajando en pequeña y gran escala con el mismo interés, aportaremos con nuestra asesoría y experiencia en espacios públicos.