Por: Lorena Ballesteros
Lorena Terán Ribadeneira nos recibe con una gran sonrisa y nos invita a ponernos cómodos. En la sala principal la chimenea está encendida. El crepitar del fuego se conjuga con la música que suena a volumen medio, seguramente uno de los playlists favoritos de Lorena. A pesar de la neblina que cubre el Pichincha, hipnotiza la vista que se puede apreciar desde el ventanal de su sala. Sin duda, uno de los privilegios de vivir en el sector de la González Suárez.
Enseguida aparece sobre la mesa un charol con tazas de café caliente para abrigarnos en la lluviosa tarde quiteña. Así, entre sorbos de café, comienzo a recorrer su departamento.
Camino al ritmo de la música y descubro que Lorena es muy auténtica en sus gustos. En la pared del comedor se destaca una colección de platos de porcelana azul con blanco. Esta colección perteneció a su madre, al igual que el juego de té que posa sobre el aparador.
Le gusta el arte, de las paredes blancas cuelgan cuadros coloridos. Incluso algunos de su autoría. Sí, Lorena pinta y orgullosamente muestra un poco de su obra en los rincones de su hogar. Entre otras joyas artísticas hay que mencionar un hermoso ojo de Carlos Monsalve. La particularidad de esta obra está en la manera en que fue concebida: aquella era la toalla de pinceles del pintor, pero le dio forma de ojo y se lo regaló a Lorena. Ahora luce en una de las paredes de su departamento con un hermoso marco en tonos ocre.
Otra pieza decorativa que destaca es un escritorio antiguo, de esos grandes y con cajoneras a cada lado. Perteneció a su bisabuelo y se ha mantenido en la familia por cuatro generaciones. Mientras Lorena habla de su mamá, su papá, o menciona a sus hijas o a su nieto, siempre se enciende una luz en sus ojos. Es fácil comprender que la familia es sumamente importante para ella. De hecho, regresó a vivir al barrio de la González Suárez porque sus hijas se lo pidieron. Una decisión que celebra, porque han sido cuatro años sumamente felices. “Debo confesar que me encanta la metrópoli González Suárez”, añade con una sonrisa.
Lorena creció en la casa ubicada en el mismo terreno en donde ahora está su departamento. Luego su familia construyó un edificio, pero ella residió en otro barrio. Hasta que volvió, se instaló, e incluso desarrolló su propio emprendimiento en la zona. Y es precisamente hacia donde nos dirigimos. Después de haber entablado una amena charla sobre su estilo de vida, dejamos de lado la comodidad de su departamento y caminamos sobre la Gonnessiat hacia la avenida González Suárez.
Finalmente llegamos para conocer su nuevo negocio. Se trata de Mi Tienda Gourmet. Un local de productos artesanales de altísima calidad. La diversidad es una de sus ventajas competitivas. Se puede encontrar mermeladas, embutidos, frutos secos al peso, variedad de quesos, yogur griego, pasta, aderezos, dips, dulces caseros… esto por mencionar algo de su amplia oferta.
La idea de abrir una tienda de estas características siempre rondó su cabeza. El problema fue que Lorena no tenía tiempo para desarrollar un emprendimiento. Trabajó muchos años en el sector túristico, en el Buró de Convenciones específicamente. Los horarios y la rutina difícilmente le dejaban espacio para otras actividades. Hasta que un día apostó por “disfrutar de la vida”. Durante tres años se dedicó a lo suyo: cuidar y jugar con el nieto, inscribirse en clases de yoga, participar en un club de libro, pero, sobre todo, gozar de su tiempo libre.
Sin embargo, después de tres años decidió que era momento para pensar en un negocio propio. La idea de la tienda estaba latente y el barrio de la González Suárez se perfilaba como el ideal. Pero ¿en dónde? No había locales de alquiler disponibles. Finalmente, la suerte estuvo de su lado. Un día, al salir de clases de baile en el edificio Atrium, se encontró con que uno de los locales se había desocupado. “Este es para mí”, pensó. Y antes de tener claro el giro de su negocio, aseguró el lugar para desarrollarlo.
Quienes conocen este barrio de punta a punta seguramente sabrán que en el edifico Atrium hay una especie de plaza comercial en el mezanine. Funcionan peluquerías, gimnasio, sastre y hacia la calle se encuentra El Cyrano. A Lorena le pareció acertado ubicar allí su tienda.
El concepto comenzó a cuajar a través de las redes sociales. Lorena pertenece al grupo de las Destrabadas en Facebook, en el cual se ofertan una serie de productos y servicios. Ella, afín a lo artesanal, se convirtió en fiel cliente de muchos de ellos. ¿Y si abriera un espacio para que todos estos productos pudieran comprarse en un mismo lugar? Así se materializó Mi Tienda Gourmet.
Contactó a personas que ofrecían distintos productos como, waffles con proteína, kombucha, huevos de campo, arepas, pizzas precocidas, frutas deshidratadas, pasta fresca, yogur griego; y también marcas artesanales que se han ido posicionando como Piacere, Ahumo, Quinma, Sugar Kake Store, Ala Cena, Los pristiños de la nona, por mencionar algunas.
La condición ha sido que los precios en que estos productos se ofertan a través de las redes sociales sean los mismos que en la tienda. Es, sin duda, un modelo de negocio que resulta interesante para Lorena, para sus proveedores y también para el consumidor.
En poco tiempo Mi Tienda Gourmet cuenta con alrededor de 50 proveedores que fácilmente pueden llenar la despensa de una cocina. Y es que ese es uno de los objetivos de Lorena, que sus clientes puedan encontrar de todo en un mismo lugar. “Desde que tengo la tienda ya no voy al Supermaxi”, comenta. Y entre bromas y verdades confiesa que muchos de sus clientes utilizan la tienda para hacer la compra del día o de la semana. “Hay una pareja de extranjeros que viene prácticamente todos los días y compra lo que va a utilizar para el almuerzo o la cena”, asegura.
Mi Tienda Gourmet se adapta perfectamente al estilo de vida que impera en el barrio de la Gonzaléz Suárez, zona donde los ciudadanos caminan y limitan el uso del vehículo; están abiertos a nuevas propuestas gastronómicas y tienen mayor conciencia del valor nutricional de los alimentos. El barrio está compuesto por parejas o familias jóvenes y también por adultos mayores que llevan una vida más apacible.
Es indispensable mencionar que Mi Tienda Gourmet tiene otra ventaja competitiva: su dueña. Lorena tiene una personalidad arrolladora. Es alegre, bromista, buena conversadora. Difícilmente alguien podrá salir de allí con las manos vacías. Ella pregunta, recomienda y da la posibilidad de probar la mayoría de los productos. Y con tanta delicia, no es una opción resistirse. El rango de precios es variado, pero para nada descabellado. Además, el ambiente es acogedor y los productos están bien organizados. Incluso hay opciones para regalar en cumpleaños, aniversarios o días festivos.
Le pregunto a Lorena si ahora está más cansada que cuando trabajaba en el Buró de Convenciones. Se ríe y asegura que está clavada en su negocio, pues abre de lunes a sábado y pasa allí la mayor parte de sus días. Responde que quizá nunca había trabajado tanto. “Cuando es algo propio le dedicas el doble de esfuerzo, pero también la satisfacción es más grande”.