Por Verónica Reed

Nuestra relación con los espacios construidos es tan estrecha que pasamos dentro de edificios un promedio de 80% a 90%1 de nuestro tiempo a lo largo de nuestra vida. Basta pensar en nuestra casa u oficina, en las escuelas y colegios donde estudian nuestros hijos, los hoteles donde vacacionamos, centros comerciales donde adquirimos bienes y servicios, hospitales donde nos tratamos de enfermedades o dolencias, para entender que nuestro entorno construido juega un papel enorme en nuestra vida y nuestra relación natural, económica y cultural. 

El entorno construido es indispensable para proporcionar los espacios donde llevar a cabo y abordar las actividades humanas diarias, también para enfrentar los mayores desafíos, y dado el crecimiento poblacional global, está en constante crecimiento.

Pero los edificios también son responsables de casi el 37%2 de las emisiones globales de CO2. Los gases efecto invernadero (GHG) generados por los edificios vienen del carbono de la energía utilizada para climatizar, iluminar, transportar usuarios y recursos como agua, manejo de desechos y más, con consecuencias graves para nuestro planeta y para la salud humana. Estemos en América, Asia o Europa, el calentamiento global y el cambio climático nos afectarán como planeta, por supuesto siendo las poblaciones de menores recursos las más afectadas y vulnerables.

Verónica Reed - Revista CLAVE! Bienes Raíces Ecuador
Verónica Reed

Entonces, cómo podemos hacer que los edificios funcionen en nuestro beneficio y no en contra de nuestro bienestar?

La arquitectura y construcción, conscientes de su impacto en el entorno inmediato por su consumo de recursos como energía, agua y materiales que buscan a través del diseño adecuado adaptarse al entorno y al clima, definen la “construcción sustentable” y son entonces la única alternativa posible para reducir el calentamiento global y mitigar su impacto en nuestras comunidades. 

El término “construcción sustentable” abarca la planificación, diseño, construcción, operaciones y, en última instancia, el reciclaje o la renovación de estructuras al final de su vida útil.  La construcción sustentable busca soluciones que representen un equilibrio saludable y dinámico entre beneficios ambientales, sociales y económicos, e implica reducir los impactos ambientales, pero más que eso, crear lugares que sean ambientalmente responsables, saludables, justos, equitativos y rentables. Significa observar de manera integral los sistemas naturales, humanos y económicos para encontrar soluciones que respalden y mejoren la calidad de vida para todos.

La construcción sustentable se debe reconocer fundamentalmente como un proceso de mejora continua, un proceso mediante el cual las “mejores prácticas” de hoy se convierten en las prácticas estándar del mañana, creando una base creciente para niveles de desempeño cada vez más altos.

El movimiento de construcción sustentable se esfuerza por lograr un cambio permanente en las prácticas predominantes de diseño, planificación, construcción y operaciones, lo que da como resultado entornos construidos de menor impacto, más sustentables y, en última instancia, regenerativos. 

El objetivo sustentable del entorno construido, es garantizar que los edificios y las comunidades creen valor para todas las partes interesadas, no solo para unos pocos, sino para el planeta, las personas y la economía, lo que se conoce como el triple impacto y es la mejor definición de hacia dónde debemos alinear nuestra visión de ciudades y comunidades. 

Un compromiso con el triple impacto significa mirar más allá de lo convencional, considerar comunidades enteras y sistemas completos, tanto en nuestro barrio como en todo el mundo. El triple impacto requiere un cambio de perspectiva tanto sobre los costos como sobre los beneficios de nuestras decisiones, requiere cambiar el proceso de valoración, para dejar de ver las afectaciones al aire, a las fuentes de agua y la degradación ambiental como externalidades.  Es por ello que el proceso de construcción sustentable necesita de métricas y sistemas que permitan efectivamente cuantificar los impactos, medir para evaluar estrategias, para incluir las “externalidades”, y también cuantificar los beneficios de las decisiones y acciones ambientalmente positivas para aplicarlas a futuro y replicarlas.

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Paneles solares La Favorita – Fotografía cortesía Verónica Reed

Los sistemas de certificación ambiental nacen justamente de esta necesidad de cuantificar de forma transparente el impacto de los edificios con métricas ambientales, sociales y de salud pública. Estos sistemas permiten a los propietarios de los edificios compartir su historia de responsabilidad social y ambiental mientras generan un verdadero impacto positivo, medible y verificado.  

Junto con el movimiento ambiental moderno que tomó fuerza en la década de los 70´s y 80´s a raíz de la publicación del libro de Rachel Carson, “Silent Spring”, que fue el primer llamado de atención sobre el peligro del impacto del ser humano en el entorno natural, a principios de los años 1990 surgen los primeros sistemas de calificación ambiental para edificios, con el objetivo de lograr medición y transparencia de impacto ambiental. Dos de los sistemas más antiguos y más influyentes fueron:

BREEAM3 (Método de evaluación ambiental de establecimientos de investigación de edificios): desarrollado en el Reino Unido en 1990, BREEAM fue uno de los primeros métodos integrales de evaluación de la sostenibilidad de los edificios. Evalúa el rendimiento de un edificio en una variedad de categorías, que incluyen energía, agua, materiales, residuos, ecología y salud, y bienestar.

LEED4 (Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental): desarrollado en los EE. UU. en 1998 por el U.S. Green Building Council, LEED se ha convertido en el sistema de calificación de edificios sustentables más reconocido en el mundo. Proporciona un marco para diseñar, construir y operar edificios ecológicos de alto rendimiento, evaluando también criterios de entorno, ecología, energía, agua, materiales, residuos, salud y bienestar.

Estos primeros sistemas de calificación allanaron el camino para el desarrollo de muchos otros en todo el mundo, diversificando el enfoque a problemática especifica como salud y bienestar, y nuevos sistemas donde debido a realidades económicas, políticas y de desarrollo tecnológico se requería de adaptación local y menores exigencias como:

PHIUS5 (Instituto de Edificios Pasivos US): desarrollado en EE.UU. en 2007, para formar consultores y certificar proyectos según el estándar de construcción pasiva adaptado al clima. Hoy en día, es el estándar de construcción pasiva líder en América del Norte y en Europa.

WELL6: desarrollado en EE.UU. en 2013 como el primer sistema de evaluación de edificios enfocado principalmente en el bienestar de los usuarios y ocupantes con mayor aplicación en espacios corporativos y comerciales. 

EDGE7(Excelencia en diseño para mayores eficiencias): desarrollado por la Corporación Financiera Internacional (IFC), es un sistema de certificación de edificios centrado en hacer que los nuevos edificios residenciales y comerciales sean más eficientes en cuanto a recursos, para impulsar la construcción sustentable de manera rápida, simple y asequible en países emergentes de América Latina, África y Asia, evaluando criterios de energía, agua y materiales únicamente.

LEED y BREEAM sirvieron de contexto para la evolución a sistemas más exigentes y con enfoque más social y de comunidades como Living Building Challenge8, un sistema más riguroso que está creciendo en su aplicación en Estados Unidos, pero que tardará en ser aplicado en regiones como América Latina, donde tenemos mucho camino por recorrer en la mejora de la industria de la construcción y su impacto en el entorno natural y social.

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Hotel Carlota, Certificación LEED Gold – Fotografía cortesía Hotel Carlota

Teniendo todas las alternativas y herramientas disponibles a nuestro alcance, siendo responsables de la construcción en nuestro país, debemos impulsar la construcción sustentable desde la certificación ambiental, la validación, verificación y transparencia.  Solo de esta forma podremos impulsar estrategias reales para minimizar el impacto en los ecosistemas, en los entornos y comunidades, para así mitigar las consecuencias del cambio climático.

En Ecuador los sistemas de certificación ambiental de mayor aplicación, si no únicos, son LEED y EDGE, los dos administrados por el Green Building Certification Institute (GBCI), con validación y verificación de tercera parte.

El sistema de mayor crecimiento en aplicación en el país es EDGE. Cuenta con más de 60 proyectos certificados, de los cuales el 80% está en el sector residencial de vivienda multifamiliar, cumpliendo con su objetivo de impulsar la construcción de menor impacto en países emergentes y en el mayor segmento de crecimiento como es el desarrollo de vivienda. 

EDGE fue concebido en un inicio para el segmento de vivienda, que representa el de mayor crecimiento en países emergentes y en el cual era necesario contar con una herramienta fácil de evaluación y aplicación de criterios, que permitiesen a los proyectos reducir su huella en consumo de energía, agua y materiales en un 20% o 40%, comparándolos con una línea base estándar del país o región. Posteriormente se amplió para incluir otras tipologías de edificios como espacios corporativos, comerciales, hoteles, salud e industria.  

La certificación LEED actualmente tiene en Ecuador 39 proyectos certificados que incluyen un aeropuerto, plantas industriales, hoteles, centros comerciales y oficinas corporativas públicas y privadas, así como otros seis proyectos en proceso, en los sectores de salud, comercio, hotelería y educación. De los 39 proyectos certificados, 17 obtuvieron certificación LEED Gold, y el proyecto Corporativo 194 obtuvo la certificación Platino, demostrando que en el país tenemos el conocimiento, tecnología y capacidad de cumplir con los requerimientos y estándares ambientales más altos, comparables con aquellos de cualquier país del continente y del mundo.

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Hotel Carlota, Certificación LEED Gold – Fotografía cortesía Hotel Carlota

Los dos primeros proyectos certificados LEED en Ecuador fueron el Aeropuerto Ecológico de Galápagos y el edificio Quito Publishing House, en 2015, alcanzando la certificación LEED GOLD y marcando el precedente para proyectos futuros sobre la viabilidad de aplicación exitosa de los estándares mas altos en eficiencia y diseño ambiental.  Otros proyectos con certificación LEED incluyen el Hotel Carlota, primer hotel certificado LEED GOLD en rehabilitación en América Latina, así como las plantas industriales de las empresas Toni y Fadesa, entre otros.

A pesar de estos logros, Ecuador cuenta con el menor número de proyectos certificados LEED de América Latina, incluso por debajo de la mayoría de países de la región. Sin embargo, el crecimiento de proyectos certificados en los últimos 5 años ha sido sorprendente y alentador para nuestra industria, también para el país. Ha sido posible gracias al compromiso de la empresa privada en desarrollar su infraestructura y edificaciones de manera responsable y consciente. 

Este es el caso de Corporación Favorita, que durante los últimos 6 años se ha comprometido a medir y certificar todos sus locales Supermaxi y Megamaxi, para reducir su huella y mejorar la salud dentro de sus espacios, y hoy tiene más de 20 edificios certificados en Ecuador. Iniciaron este proceso con Supermaxi Plaza Batán, el primer edificio retail certificado LEED GOLD en el país.  

Sus estrategias de sustentabilidad en la construcción de edificios nuevos así como de intervenciones interiores y renovaciones a edificios existentes se aplican desde la selección de sitios con densidad de entorno y transporte accesible, selección de materiales adecuados para mantener las temperaturas necesarias en entornos urbanos y recuperación de hábitat. Además, se preocupan por optimizar la salud de sus ocupantes a través de iluminación natural y conexión visual y térmica de los espacios con el entorno; uso de Co2 como refrigerante para sus alimentos, eliminando el impacto de los refrigerantes convencionales. A esto suman la inclusión de sistemas de tratamiento completo de sus aguas residuales para reciclaje y reutilización, así como la generación de energía limpia en sitio para suplir entre 10 y 15% de su demanda.

Con la certificación exitosa de casi 40 proyectos LEED en el país se ha demostrado que estamos preparados para llegar a los niveles más altos de eficiencia, persiguiendo objetivos mas ambiciosos de reducción de impacto ambiental y reducción de su huella.  El sistema de certificación LEED exige la medición y comparación de reducción de consumo de energía, no con una media del sector, si no con la norma de eficiencia energética ASHRAE 90.1 aplicada en todo el mundo, logrando reducciones entre el 15 y 30% del consumo de energía y emisiones de Co2, poniendo estos edificios por sobre los estándares internacionales. 

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Corporación Favorita Certificación LEED Gold

LEED adicionalmente exige que estos proyectos cumplan con criterios de adaptación y cuidado del entorno natural y comunidad, que apliquen estrategias para la ecología del sitio y de la edificación, eficiencia máxima en el consumo de agua en la edificación, uso responsable de materiales, reducción en la generación y manejo clasificado de residuos durante el proceso constructivo y la vida útil de la edificación. El enfoque de LEED también está en gran parte en la salud y bienestar de los ocupantes dentro de los espacios, y la exigencia de lograr una conexión adecuada entre los espacios interiores y el entorno natural. 

Estos objetivos ambiciosos permiten que los edificios y espacios construidos contribuyan de forma verificada con la reducción de huella y de impacto en nuestras ciudades, permitiendo que los proyectos edificados sean comparables internacionalmente, incrementando su plusvalía y su reconocimiento a nivel internacional. 

Y esto nos lleva a hablar sobre el elefante en la habitación, el Greenwashing o lavado verde, una práctica de marketing verde destinada a crear una imagen ilusoria de responsabilidad ecológica.  Este es el principal enemigo de la sustentabilidad, no solo en el segmento de la construcción, sino en cada espacio, producto y servicio al que tenemos acceso. 

Basta con recorrer la web para ver la cantidad de productos que se venden como ecológicos solo por estar hechos de algún material biológico, mas sus procesos de extracción, producción y distribución no cumplen con ningún criterio de cuantificación real, peor aun de reducción real de impacto en ecosistemas, generación de residuos o emisiones.

El Greenwashing en la construcción no permite que se den cambios reales a nuestras prácticas de construcción y detiene la evolución del mercado al ofrecer espacios construidos que dicen cumplir con criterios sustentables, pero en realidad no incluyen en su diseño, infraestructura o costos, el análisis, diseño e inclusión de estrategias sustentables o sistemas eficientes para reducir el consumo de recursos, o para mejorar la calidad interior y salud de sus ocupantes.

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Instalaciones Tony – Guayaquil Certificación LEED Gold / Fotografía Sebastián Crespo

No se puede enfatizar lo suficiente este principio básico de transparencia, especialmente en el ámbito de la construcción. Si un proyecto de construcción está diseñado para reducir sólo marginalmente su huella ambiental, ¿puede realmente llamarse sustentable? Las medidas a medias no deberían ser aceptables. Un edificio que es “algo más sustentable” que otro puede ser un primer paso en un entorno y sociedad sin capacidad de mejora, mas no es verdaderamente sustentable, y en un entorno como Ecuador, donde ya se han dado casos exitosos de proyectos evaluados por tercera parte de forma medible y transparente, deberíamos exigir que se analice y aplique los criterios y medidas reales que le permitan a los proyectos ser “lo más sustentables posible”.

La industria de la construcción debe estar a la altura de este desafío, debemos comprender los conceptos básicos y dejar de hacer un lavado ecológico de imagen. Si bien los pasos graduales en la dirección correcta pueden parecer buenos a corto plazo, son insuficientes en el esquema más amplio de nuestra realidad climática.

Debemos examinar a las empresas e instituciones que utilizan la palabra “sustentable” como una palabra de moda, sin acciones tangibles que respalden sus afirmaciones. Debemos cuestionarlas sobre cómo sus prácticas, productos o servicios realmente contribuyen a un futuro sostenible.

Si la industria de la construcción realmente aspira a salvaguardar el futuro de nuestro planeta y fomentar un mundo mejor para las generaciones futuras, debe tratar estos términos con la importancia que merecen y usar las métricas y exigencias más altas para fomentar el cambio y tener un impacto verdaderamente positivo.


1. Environmental Protection Agency. Healthy Buildings, Healthy People: A Vision for the 21st Century; Office of Air and Radiation, US EPA: Washington, DC, USA, 2014; p. 29.
2. https://www.unep.org/resources/report/building-materials-and-climate-constructing-new-future
3. https://bregroup.com/about/history
4. https://www.usgbc.org/leed
5. https://www.phius.org/about-us/missionvision
6. https://resources.wellcertified.com/articles/the-international-well-building-institute-launches-the-well-building-standard-version-1-0/
7. https://www.gbci.org/press-kit-edge
8. https://living-future.org/lbc/