Por deseo del Rey
Por: María Fernanda Ampuero, correspondal en España
* Fotos: Caballerizas Reales de Córdoba y Cordoba Ecuestre
Pocas ciudades en el mundo son tan arrobadoramente hermosas como Córdoba. Quienes la conozcan sabrán que esto no es exageración, que al contrario, las palabras, por muchas que sean, no alcanzan para contar todo lo que siente el viajero al llegar a este pedacito árabe y andaluz de España. Córdoba es bella hasta dejar sin aliento. Lo pierdes y lo recuperas una y otra vez. El corazón da saltos como un caballo haciendo cabriolas. La mezquita, los patios, el puente romano, la calleja de las flores, el alcázar, la medina azahara, el barrio de la judería. Todo es maravilloso, sobrecogedor, imposible de abarcar, imposible de fotografiar.
Pero, como si ya todo lo que ofrece la ciudad a los sentidos fuera poco, allí se encuentra otro edificio que por su importancia y magnificencia fue declarado en España en 1929 Patrimonio Nacional y Monumento Histórico, y en 1994 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Se trata de las Caballerizas Reales de Córdoba, un conjunto de caballerizas construidas en el año 1570 por Real Decreto del rey Felipe II que encargó a Diego López de Haro y Sotomayor, I Marqués de El Carpio, su creación.
Un lugar tan bello que el poeta Federico García Lorca lo llamó ‘La catedral de los caballos’. Dicen que era un capricho del rey. El hombre quería montar el caballo más elegante, inteligente y hermoso jamás visto, uno que tuviera el pelaje como un espejo y la pose de un ser superior. Y esto, que suena a cuento infantil, a leyenda, se convirtió en el origen de una de las razas más famosas de caballos de todo el mundo. Porque sí, no era el deseo de cualquiera, era el deseo del rey, y el nacimiento del caballo de pura raza española se convirtió en el proyecto más querido de Felipe II, y el origen del caballo andaluz en un claro símbolo del imperio español.
Pero, no se trataba únicamente de un caballo que pudiera ostentar belleza y perfección, se trataba de una herramienta con la que la nobleza se mantendría diestra en el arte de la guerra mientras que preservaba su salud luciéndose en numerosos juegos ecuestres y por supuesto, perfeccionando la equitación.
Allí, en las Caballerizas Reales de Córdoba, agruparon a los mejores sementales y yeguas de las tierras que bordean el Río Guadalquivir, y esta yeguada real fue el origen de la raza del famoso caballo andaluz, un animal que por su gracia y belleza es admirado en el mundo entero. Dicen que esa raza de caballos tiene el duende que poseen también los bailaores y cantaores de flamenco. El duende no se explica: se tiene o no se tiene. Va más allá de la técnica o de la precisión, de las horas de ensayo: se trata de un encanto misterioso e inefable, de un carisma, de un poder misterioso que fascina. Lo tienen los artistas flamencos, lo tienen sus caballos.
Las Caballerizas Reales fueron erigidas en un solar propiedad de la iglesia, ubicado entre las murallas defensivas de la ciudad y el Alcázar de los Reyes Cristianos. Fueron construidas a su vez sobre las antiguas caballerizas de la etapa califal, que alcanzaron su mayor esplendor durante el reinado de Alhakén I. Se extendían hasta la orilla del Guadalquivir y albergaban a más de dos mil caballos. En 1734 se incendiaron y el edificio quedó totalmente arrasado. Felipe V quiso llevar a cabo su reconstrucción, aunque la principal finalidad era habilitar un espacio para los caballos. Once años más tarde, bajo el mandato de Fernando VI, se comenzó la reedificación.
En esta reedificación se mantuvo la estructura interior y exterior del edificio, a excepción del escudo de armas de Carlos III que se colocó sobre la puerta principal. También se reforzaron las bóvedas con arcos de ladrillo y se emparejó el suelo del patio con chapa de hormigón. El complejo posee planta rectangular, con amplias salas abovedadas que servían de cuadras. En ellas se crió el caballo andaluz, también llamado caballo español, muy apreciado para montar. Es decir, son 442 años ininterrumpidos de dedicación a uno de los mejores sementales del mundo: el caballo andaluz pura raza español.
Del conjunto de las Caballerizas Reales se puede destacar la cuadra principal, cuya cubierta de bóveda de arista es soportada por columnas de piedra de arenisca que a su vez delimitan las cuadras o boxes. Las Caballerizas Reales fueron propiedad de la corona hasta el reinado de Fernando VII, pasando posteriormente a propiedad estatal.
Desde 1866 el ejército de España fue el encargado de continuar la tradición de la cría equina, sirviendo como criadero de caballos hasta 1995 bajo la tutela del Ministerio de Defensa. En 1996 se instaló en el edificio la Subdelegación de Defensa en Córdoba, que estuvo allí hasta que el edificio se transfirió al Ayuntamiento de Córdoba en el año 2002. En esa misma fecha se hizo cargo del edificio la Concejalía de Turismo y Patrimonio de la Humanidad del Ayuntamiento de Córdoba.
Actualmente, la totalidad del edificio está ocupada por la Asociación Córdoba Ecuestre que tiene abiertas las puertas al público y realiza en ellas un espectáculo de equitación clásica y andaluza con muestra de doma vaquera, alta escuela, amazona, garrocha, trabajos a mano para disfrutar del caballo andaluz pura raza español, uno de los animales más bellos, sensibles y gráciles de la naturaleza.