Por Lorena Ballesteros
Karol Noboa puso al mundo de la radio de cabeza. Tarde a tarde, miles de ecuatorianos se enlazan para escucharla. Es una de las voces más frontales. Su estilo directo y atrevido le ha permitido consolidar una marca personal, que también se expone a través de sus redes sociales.
Karol tiene más de 130 mil seguidores. Una comunidad que la sigue y apoya. “Son como otra familia”, asegura. Se siente respaldada, querida y admirada. Reconoce que son pocos los haters. Si se atreven a ofenderla, les para el carro enseguida. No está para perder el tiempo con discusiones salpicadas de odio. A estas alturas de su trayectoria sabe mejor que enfrascarse en sinsentidos.
En su perfil de Instagram utiliza filtros para historias y posteos. Pero cuando se dirige a su público no tiene filtro. Es espontánea y segura de sí misma. Dice lo que piensa. Si con sus ideas llega a ofender a otras personas, no teme en reconocerlo. Sabe cuándo decir “lo siento” y también sabe perdonar. Reconoce que arrepentirse es parte de un proceso de maduración que llega con la edad; pero, sobre todo, con la sabiduría de todo lo vivido y aprendido. No en vano, lleva 30 años de trayectoria en comunicación, que incluyen radio, televisión, modelaje e influencia en redes.
Si hace un balance entre el ayer y el ahora, piensa que antes su rol en la comunicación era de presentadora o moderadora. Dejaba que sus panelistas hablaran y contaran sus historias. Eso es distinto ahora, pues desde sus vivencias tiene contenido suficiente para empatizar, relacionar, apoyar e incluso aconsejar.
Habrá quienes la recuerdan cuando comenzó en la pantalla chica. Karol conducía Video Show con Solange Viteri. Estuvo en el matutino Está Clarito y muchos años después en Así Somos, un espacio que pretendía ser un talkshow de mujeres, similar a The View emitido en Estados Unidos. Posteriormente participó en el programa de imitación de artistas Yo me llamo, junto al cantante chileno Alberto Plaza. En ese programa participó como jurado. Pero, sin duda, su voz se popularizó en La Mega. Con el talkshow Las dueñas del circo, Karol demostró que las mujeres sí podían hablar de sexo, sí podían decir lo que querían con respecto a una relación de pareja, sí podían incomodar, sin llegar a ser incómodas.
Si hacemos un barrido por todo lo vivido, hay una constante: el sentido de lo estético y la moda. Seguramente, si no habría sido comunicadora habría sido una gran decoradora de interiores o quizá diseñadora de alta costura. Ha sido fashionista desde siempre. Basta con mirar de reojo su armario que guarda las últimas tendencias en ropa y accesorios. ¡La envidia de quienes compartimos ese delirio por la moda! En redes comparte sus outfits, sus rituales de peinado, maquillaje y el shopping.
Le pregunto de quién heredó el gusto por lo estético. Dice que fue de su papá, César Noboa. “Él se compraba el jean de moda, se ponía chaquetas, gafas bonitas”. Pero también le enseñó a ser más desprendida. César, quien falleció hace pocos meses, era un hombre que no se aferraba a las cosas materiales. Le gustaba verse bien, pero más importante aún era sentirse a gusto. Era de los que se tomaba con humor las preocupaciones. Supo que tenía cáncer hace más de cuatro años. Desde entonces vivió un día a la vez. Sin prisas, sin condiciones, sin miedo…
“Entendía la muerte mejor que nadie”, afirma Karol. “Nos preparó para que siguiéramos adelante una vez que él se fuera. Alistó su partida de manera minuciosa. Incluso nos dijo con qué camisa debíamos vestirlo el día que se fuera. Quería irse en el mar y con música de The Rolling Stones”. Mientras lo recuerda, hay un brillo especial en su mirada. Es evidente que amará a su padre por siempre. La pérdida ha sido dura, tanto para Verónica, hermana mayor y Natalia Celi, su mamá. Aunque llevaban años divorciados, nunca dejaron de ser amigos, ni de quererse.
Su familia es el norte que la guía. Desde nuestros primeros minutos de conversación nombra constantemente a su mamá, a su papá, a sus hermanas y su pareja. Lleva muy en alto valores como el compromiso y la lealtad. Su palabra vale más que mil contratos. A su padre le prometió que ella y Verónica cuidarían de Narcisa, la más pequeña de las Noboa. Así, casi sin darse cuenta, ha asumido con amor y absoluta entrega el rol de hermana mayor. Un rol que se le parece mucho al de la maternidad. Ahora prepara loncheras, compra útiles escolares y se empapa de las necesidades de una preadolescente.
Por cuestiones del destino, Karol no ha sido madre. Hace algunos años perdió un bebé de su actual pareja Juan José Salgado. Desde entonces, ha hablado en público de su experiencia, de la fertilidad, de lo desgastante que pueden ser aquellos tratamientos, de la impotencia que generan, e incluso de la falta de empatía de una sociedad que se inmiscuye en los asuntos más personales de las parejas.
Karol se acerca a estos temas en su programa El mundo de cabeza, porque siente la responsabilidad de guiar desde la experiencia de lo vivido. Actualmente es feliz con el hogar que ha formado, un hogar que desde hace nueve años es de tres: Karol, Juan José, su perrita Lola, y que hace pocos meses creció con la presencia de Narcisa que apenas tiene 10 años.
Con la familia creciendo, el cambio de departamento cayó como anillo al dedo. Ya dicen que todo es perfecto en los tiempos de Dios. Karol y Juan José compraron su actual residencia hace alrededor de un año. Primero vivieron en un Loft. Antes de eso, compartió piso con su hermana Verónica en el barrio del Canal 8. Ahora es una cumbayasense en todo rigor. Sale a trotar (no tanto como quisiera) por las calles de San Juan. Ama el clima cálido, que además mantiene su bronceado.
En la tarea de buscar una residencia más amplia, Karol quería vista y Juan José patio para Lola. Finalmente, encontraron el lugar de sus sueños que, si bien no tiene patio, tiene una vista privilegiada y una amplia terraza.
Adquirieron el inmueble de segunda mano. Fue como recibir un lienzo en blanco, la oportunidad perfecta para comenzar de cero. Contrataron a Andrés Cruz de Creando una Imagen, para que le diera la personalidad Noboa y el toque Salgado. Las paredes blancas de doble altura de la sala principal se transformaron en una armonía de texturas y luminosidad. En la decoración priman los colores neutros: ocre, cobre, tierra, gris…
En la terraza: el verde. A manera de broma (y no) le comento que jamás podría mantener con vida tanta flora. Por lo que me dice, ella tampoco. Pero, reconoce que es una excelente directora de hogar y que, gracias a las chicas que trabajan en su casa mantienen en perfecto estado todos los maceteros del departamento.
Como a toda buena comunicadora, a Karol le apasiona contar historias. Visitarla en su hogar es como escuchar una antología de momentos y experiencias. Cada pieza colocada en su departamento tiene algo que contar sobre el artesano que la creó, el viaje en donde lo adquirieron, la rebaja que aprovecharon, las fotografías de gran formato que están colgadas en el recibidor, las lámparas de diseñador y hasta las conchas de mar que trajo su suegra de playa Murciélago. Todo tiene un trasfondo. Karol es detallista, perfeccionista. Definitivamente su vestimenta y su departamento son su mejor carta de presentación.
Regresemos a las redes sociales. Su exposición alcanzó la cúspide en Instagram. No fue una estrategia armada. Sucedió como consecuencia del éxito que había logrado tras sus años en medios. Evidentemente, su cuenta tuvo desde el inicio una visión estética, pero muy espontánea. “Mis redes sociales son como mi casa, no puedo pretender o fingir”. En su perfil muestra un estilo de vida inspirado por el optimismo. Karol es una mujer alegre, con metas claras. Promueve cuidado personal, bienestar físico y mental; pero, sobre todo, amor por la vida.
Aclara que poseer cosas materiales, tener pasión por la moda, arreglarse para sentirse guapa, no deben ser considerados como frivolidades. Se considera ambiciosa, un adjetivo que le ha dado esperanza y que guía su esfuerzo. “La ambición es mala si se la persigue para fines nocivos, si lo haces a costa de otras personas. Pero es buena si se construye a base de trabajo y esfuerzo”. Juan José también es ambicioso, por eso se apoyan mutuamente en sus metas profesionales.
Si bien la ambición la acompaña, el dinero no es su objetivo. “No he aceptado trabajos por beneficio monetario”. Para ella son más importantes los valores, la constancia y la autenticidad. Desde un inicio creyó en lo que podía lograr a través del talkshow El mundo de Cabeza, que se transmite por FM Mundo. Seis años después, mientras otros programas de radio han salido del aire, ella se mantiene en el estelar de la tarde. Aunque le han ofrecido promover un sinnúmero de marcas en sus redes, solo acepta trabajar con aquellas que le brindan estabilidad y que se identifican con su estilo de vida. Aclara, por ejemplo, que jamás promovería balanceado para perros, porque es un tipo de comida con la cual no alimentaría a Lola.
Y es que esa es la delgada línea que tiene claro que no cruzará. Nunca dejará de ser ella misma. Ni por fama, ni por dinero. Hay quienes creen que ventila demasiado de su vida personal. Al contrario, hay aspectos que cuida y guarda con la mayor reserva. Por ejemplo, a Juan José. No lo expone en redes, no porque lo niegue, sino porque lo ama. A él le gusta mantener su privacidad y ella lo respeta. Pero, de todas maneras, él la apoya. Es su mejor camarógrafo y fotógrafo.
Por su parte, Juan José está vinculado al comercio. Después de años de trabajar para alguien más, en los meses de pandemia y confinamiento decidió emprender. Karol lo admira por eso. “Es super trabajador y exitoso”, señala. También es considerado y amable. Basta con verlo llegar a casa a la hora de la comida. Es un hombre tradicional, familiar, “un alma vieja” como dice la propia Karol. Juntos generan el equilibro perfecto. Ambos disfrutan de viajar, de comer fuera, de invitar gente a su casa. Juan José sabe de números, Karol de letras. Juan José lleva la calma, Karol la intensidad. Juntos rompen mitos de que la diferencia de edad abre brechas irreconciliables entre las parejas. Llevan nueve años juntos y se han comprometido para seguir enfrentando la vida por el resto de sus días.