Por Caridad Vela

El año 2024 estuvo marcado por desaceleración en el crecimiento económico, incremento de impuestos, crisis energética y de seguridad. La combinación de estos factores internos afectó la inversión y el empleo, generando un clima de incertidumbre en los sectores productivos. Resultado: un panorama complejo para la economía ecuatoriana. ¿Qué nos espera para 2025?

El primer semestre de 2025 arranca con la resaca de un mal 2024, y con la espada de Damocles de un nuevo proceso electoral. Las decisiones que tome el nuevo gobierno, especialmente en materia de política fiscal, inversión pública y seguridad jurídica, serán determinantes para nuestra estabilidad y crecimiento en los meses siguientes. Si asumimos con responsabilidad nuestro deber democrático en la segunda vuelta electoral, este puede ser el año en que Ecuador logre sentar bases sólidas para una recuperación sostenible.

Julio José Prado, Director del Área de Entorno Económico y profesor de economía y competitividad en el IDE, además de consultor en proyectos de desarrollo y competitividad, ha ocupado páginas en esta revista a lo largo de los años. Desde la presidencia ejecutiva de Asobanca y del Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca, su gentileza nos ha permitido acceder a información de importante valor agregado.

Pocos días antes de esta entrevista, el Banco Central de Ecuador publicó las cifras de cierre del tercer trimestre 2024, e incluyó una notificación que informaba del cambio en el modelo de cálculo de la data, de tal manera que nada de lo dicho era cierto. Julio José nos aclara el panorama, habla de los retos que enfrenta el país y las definiciones que pueden tomarse para detener los resultados negativos.

Julio José Prado - Revista CLAVE! Bienes Raíces Ecuador
Julio José Prado, Director del Área de Entorno Económico y profesor de economía y competitividad en el IDE

¿Cuál es su lectura del cierre del tercer trimestre 2024 que publica el Banco Central?

Tenemos tres trimestres consecutivos de caída. Esto no es recesión, es crisis económica. Y considerando que el cuarto trimestre tuvimos hasta catorce horas diarias de apagones, no podemos esperar nada positivo para cerrar 2024. Anticipábamos que sería un año de decrecimiento económico de alrededor de -1%, pero puede estar incluso por debajo de eso, tal vez entre -1,5% y -2%. Hay que aclarar que fue un año con varias particularidades que causaron que la economía decrezca.

¿Cuáles particularidades?

Fue un año poco común, pero vamos un poco más hacia atrás. Desde 2023, a finales del gobierno de Guillermo Lasso con todo el conflicto político, el país ya había entrado en una etapa que no era de recesión, pero sí de menos crecimiento económico, causada por la incertidumbre del entorno nacional. Cuando estuvo definida la muerte cruzada empezamos a ver menos crecimiento en ventas, menos inversiones, y el mismo gobierno quitó el pie del acelerador en algunos planes que merecían algo más de impulso si el período no se acortaba.

Y llegó el presidente Noboa…

Y con él la economía entró en cierto nivel de recuperación, pero hubo tres factores que hicieron que 2024 sea un año muy malo. El primero, sin duda, es el tema de la inseguridad que nos mantuvo encerrados para evitar asaltos, extorsiones, vacunas, etc. No solo se vendió menos, el sector productivo lo sintió en sus costos porque tuvo que invertir más en su personal, en sistemas de seguridad, logísticas más sofisticadas, blindaje de vehículos, etc.

¿El segundo factor?

El incremento en impuestos. ¿Era necesario? Sí, pero no en la medida y con la fuerza que se lo hizo. La subida de IVA fue superior a lo que requería el Fondo Monetario Internacional (FMI), que mencionaba dos puntos de incremento, es decir, al 14%. Pero no fue solo eso. Inmediatamente se activó el impuesto a la banca y cooperativas, además las retenciones anticipadas para las empresas y el incremento del ISD. Este último es un impuesto de cobro inmediato que tiene efectos inflacionarios, porque también inmediatamente suben los costos de las importaciones de materia prima, provocando inflación al productor y reduciendo su margen de rentabilidad. En términos de liquidez, estas medidas fueron durísimas para las empresas.

¿Qué implicó en números reales?

Se retiraron de la economía privada más de $4.500 millones. Ni en la época más oscura de Ecuador había sucedido eso. Frente a esto, a manera de compensación, esperábamos que la inversión pública crezca, o al menos se mantenga, pero no sucedió. La economía entró en recesión. Cuando hay incremento de impuestos, las empresas normalmente trasladan el costo adicional al consumidor, y el consumidor se adapta al nuevo precio. En abril y mayo vimos esa inflación por la subida de precios, pero para junio tuvimos reducción en los precios en todo el país.

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¿Es decir que no se trasladó ese costo al consumidor?

Las empresas intentaron hacerlo, pero hemos revisado varias estadísticas y vemos que en junio dieron un paso atrás. De ahí en adelante los precios se mantienen a la baja y terminamos el año con una inflación por debajo del 1%, que, a primera vista es rarísimo, porque si se aumentan impuestos la inflación debería ser más alta. Lo que sucedió es que al bajar las ventas se acumularon inventarios, y para no tener altos costos en bodega, todas las empresas hicieron promociones con precios más bajos que los normales. Con esa estrategia salieron de sus inventarios, y la sensación fue de un rebote en ventas, pero en términos reales el 2024 fue un año de pérdida, no en volumen, pero sí en precios.

Mencionó tres factores. ¿Cuál es el tercero?

Los apagones que se sintieron a partir de septiembre, y con más fuerza en octubre y noviembre. Eso fue dramático para la economía. Todavía no tenemos un análisis real de qué tanto nos golpeó esta situación, porque las cifras del Banco Central corresponden al cierre del tercer trimestre 2024, es decir septiembre, pero el cuarto trimestre fue más duro. La realidad la conoceremos en marzo de este año.

Y con esta resaca recibimos el 2025. ¿Cuáles son sus perspectivas?

Lastimosamente en Ecuador el largo plazo son seis meses, así que hablemos del primer semestre. Las perspectivas son complejas, primero porque estaremos envueltos en temas político electorales. Habrá que ver quién gana las elecciones. Sin embargo, creo que esta primera mitad del año debería ser menos mala que 2024. Los bancos y cooperativas han crecido en depósitos por encima del 12%, hay muchísima liquidez, y su negocio no es mantener el dinero en caja, por el contrario, es colocarlo en créditos, y eso pone a andar el andamiaje productivo.

¿Bajarán las tasas de interés para los distintos rubros de crédito?

Las tasas pasivas altas presionan las tasas activas y el crédito se vuelve carísimo, pero al bajar las tasas pasivas, lo que ya ha sucedido, las activas también reaccionan hacia la baja, aunque lentamente. Esto hará que haya menos incentivo para que la gente mantenga sus depósitos en la banca, habrá más dinero circulando y la economía comenzará a reactivarse. Los bancos viven de colocar créditos en todos los segmentos, incluso en el inmobiliario que ha estado menos activo debido a la incertidumbre económica y política, pero estamos superando esa curva negativa y también los apagones, solo nos falta la definición electoral.

¿Esos factores harán que este primer semestre sea positivo?

La liquidez que tienen los bancos comenzará a salir al mercado. Además, entre fines de diciembre y enero llegaron alrededor de $1.200 del FMI. Por otro lado, el gobierno está en campaña, y cuando eso sucede aflojan recursos para mover la economía, habrá más liquidez en el sector privado y eso activará el sistema. No será un rebote brutal, no habrá crecimiento, pero la sensación será positiva.

¿Habrá necesidad de un nuevo incremento de impuestos?

Pienso que el primer semestre de este año no será necesario subir impuestos. Pero hay que recordar que la auto-retención que se aplicó a las empresas el año pasado se fijó en función de las ventas que esperaban tener, y eso no se cumplió, en realidad vendieron menos. En otras palabras, casi todas las empresas grandes pagaron en exceso, y ahora corresponde pedir la devolución al SRI. Estamos hablando de alrededor de $400 o $500 millones que las empresas necesitan para operar, y no hay suficiente en la caja fiscal para devolver a todos.

Eso puede complicar las cosas…

Habrá que encontrar la estrategia para evitar problemas. Las perspectivas de inicio para 2025 son menos malas de lo que esperábamos, pero también es cierto que las cifras de 2024 del Banco Central son más malas de lo que nos decían. Con ese punto de partida, en la comparación de este año versus el anterior que deja la vara bastante baja, veremos algo de recuperación desde el punto de vista de crecimiento económico. Con suerte llegaremos a alrededor del 0,8%, es decir, caeremos -1,5% en 2024 y las cifras rebotarán hasta el 0,8% en 2025.

¿Qué sector de la economía impulsará esa recuperación?

Hay capacidad para que la inversión extranjera mejore este año, pero revisando la historia de los últimos 15 años, vemos que es muy difícil atraer inversión a Ecuador. Yo fui ministro encargado de inversiones y lo sentí en carne propia. Lo único que funciona son los convenios de inversión, porque dan algo de protección y seguridad al inversionista, pero la estrategia estuvo detenida durante 2024 porque el gobierno no creyó en esta figura. La verdad es que los contratos de inversión no deberían existir en un país que tiene seguridad jurídica, pero no es el caso de Ecuador.

¿Qué hacer entonces?

Negarse a usar la única herramienta que tenemos está complicando el tema. Aun así, puede que haya picos de inversiones en dos o tres sectores, por ejemplo el tema minero. Con dos proyectos mineros que se firmen y se ejecuten, Ecuador podría fácilmente tener inversiones de $1.000 millones en una primera etapa, y después mucho más. Otra oportunidad se da en la renovación de los contratos con las telefónicas que está pendiente y debe resolverse, sumando entre $800 y $1.200 millones adicionales. Además, las exportaciones se están recuperando después de la caída de varios productos en el primer semestre de 2024. Son perspectivas interesantes.

¿Cómo ve el tema petrolero?

Es preocupante. Hemos tenido tal cantidad de problemas energéticos que nos hemos enfocado al 100% en eso, y por ende, el sector petrolero está abandonado. Cada vez producimos menos, afortunadamente el precio por barril está alto, entre $75 y $80, y eso ayuda a contrarrestar la baja producción. Si no hay acciones concretas, en un par de años tendremos una crisis petrolera similar a la energética que estamos intentando solucionar.

La situación del sector de la construcción también es preocupante…

Y no es nueva. Ese sector ha experimentado varias crisis que empezaron en 2014. Algunos años se ha visto recuperación, como el rebote post pandemia por ejemplo, pero luego vuelve a caer hasta llegar a -17% que es donde está al cierre de septiembre 2024.

Pasemos al tema de las remesas. Un artículo recientemente publicado en diario La Hora menciona que el total recibido en remesas supera el total de créditos otorgados por el FMI en 2024. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Las remesas se han convertido en una fuente muy importante de ingresos para las familias ecuatorianas. En 2024 el total estuvo alrededor de $6.000 millones, lo cual representa un aumento significativo frente a 2023 que recibimos un poco menos de $5.000 millones. Fíjate que, hoy por hoy, esas remesas representan casi 12 veces más de lo que el país logra atraer en inversión extranjera directa. Sin duda esto se ha convertido en una fuente fundamental de ingreso de divisas al país.

Julio José Prado - Revista CLAVE! Bienes Raíces Ecuador
Caridad Vela y Julio José Prado

¿Cómo entender ese incremento?

Hay dos razones. Una es el aumento de la migración. Una cantidad de ecuatorianos han salido del país, tanto por vías formales como por informales, y no han regresado. Este fenómeno sería el responsable de una proporción de ese incremento, pero creo que la proporción más grande tiene que ver con que Estados Unidos está en un momento de crecimiento económico y hay más oportunidades de conseguir empleo, sobre todo no calificado, lo que beneficia a los migrantes.

¿Las políticas del presidente Trump podrían cambiar esta situación?

Dos días después de la posesión de Trump vimos que empezaron las deportaciones masivas. El miedo a ser deportados implicará que los migrantes no puedan trabajar de manera regular, y esto tendrá efecto sobre las remesas. Por otro lado, tendremos que estar atentos para anticipar el impacto que pueden tener las nuevas políticas económicas y comerciales que se han anunciado. Seguramente no los sentiremos en 2025, pero en los próximos años podríamos ver efectos inflacionarios o recesivos.

Elaboremos

Por ejemplo, las políticas arancelarias y una posible guerra comercial con China, México o con Canadá no traería nada bueno a la economía de Estados Unidos. Podría generar inflación, y eso afectaría negativamente a las remesas. Sin embargo, la tendencia a crecer en remesas es tan alta que tal vez no crezcan tanto como entre 2023 y 2024, pero sin duda aumentarán. Estimo que podríamos cerrar 2025 con alrededor de $6.800 millones por este concepto.

Es un flujo muy importante

Sumamente importante para la economía ecuatoriana, sobre todo para la base de la pirámide de consumo, porque es liquidez que va directamente a los bolsillos de las familias. Algo de ese monto pasa a través del sistema financiero y ayuda en términos de liquidez y depósitos. Pero detrás de todo esto hay un problema social: la migración que se da por falta de oportunidades en el país, y no podemos ignorar eso.

¿Qué medidas económicas aplicaría en Ecuador de manera urgente para salir de esta crisis?

Eliminaría algunas exenciones tributarias que deben ser revisadas, con esto se podría generar entre $500 y $800 millones. Otra medida, impopular pero necesaria, es eliminar los subsidios a la electricidad. Se calcula que aplicar la tarifa real daría $1.000 millones a la caja fiscal, y aun si fuera la mitad de eso para no hacerlo de golpe, estamos hablando de un monto importante. Y hay otra medida, la que todos mencionamos y nunca se ejecuta: reducir la carga burocrática que es excesiva para el tamaño de nuestra economía. No es fácil, yo estuve en el gobierno y no encontramos la forma de hacerlo, porque se necesita plata para pagar liquidaciones a la gente que despides, y no la hay. Ecuador ha tenido crisis recurrentes durante los últimos 15 años, y hemos demostrado ser resilientes, hemos aprendido a rebotar, pero no crecemos, solo sobrevivimos, y ese es el gran problema del país.