Por Lorena Ballesteros
Jorge Vintimilla tiene 28 años. Antes de llegar a su tercera década ya ha sido merecedor de cuatro menciones y reconocimientos por su proyecto “Naturaleza y artificio en equilibrio”, que también se lo conoce como el “Mirador museo en el reloj gigante”, en la ciudad de Zamora. El más reciente de estos fue en República Checa, donde mereció el primer lugar de los premios Inspireli.
Inició sus estudios de arquitectura en la Universidad Central de Ecuador, en Quito, en 2015, y cuando estaba por graduarse cayó la pandemia. Si bien en un momento sintió temor de aquella abrupta pausa, aprovechó para regresar a su natal Zamora y adaptarse a las nuevas disposiciones de la virtualidad. Sin embargo, como dice el dicho, “no hay mal que por bien no venga”, pues al estar confinado en Zamora, pudo dedicarle más tiempo a su proyecto de tesis, ese que ha sido tan aclamado en Estados Unidos y Europa.
Jorge Vintimilla
Desde que terminó dicho proyecto, los galardones no han dejado de llegar. En esta proeza cabe mencionar el nombre de Sergio Bermeo, su tutor y ahora decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central, quien motivó a Jorge para que sometiera su proyecto a concursos internacionales.
El primero fue la Bienal de Arquitectura de Estados Unidos, en la cual pasó a una siguiente fase de preselección y se hizo de su primera mención. La noticia la recibió a finales de septiembre de 2022, días antes de la defensa de sus tesis. Con el ímpetu emplazado decidió que, mientras el jurado estadounidense se pronunciaba, tenía suficiente tiempo para ingresar su proyecto en otro concurso. En esa ocasión apostó por la categoría de “Visualización Arquitectónica” en Portugal, en la cual quedó finalista. Su pecho se infló de orgullo con dicho reconocimiento, pues en la misma categoría habían participado grandes firmas arquitectónicas, entre ellas la de Zaha-Hadid.
Fue por junio de 2022 que recibió otra buena noticia desde Estados Unidos, su proyecto había sido reconocido con la segunda mención honorífica en la bienal de ese país. Por eso, no dudó en someterlo a los Premios Inspireli, en los que obtuvo el primer lugar en septiembre de 2023.
Jorge es joven, con ambiciones y proyecciones claras. Entiende que para un arquitecto zamorano las condiciones de forjarse en el campo de la arquitectura pueden ser adversas. En su ciudad impera la tradición familiar y la de Jorge emigró a Santo Domingo de los Tsáchilas durante algunos años. Esa mudanza lo desarraigó un poco, sin embargo, los reconocimientos en el extranjero le han abierto puertas en el mercado nacional. Su perfil se ha vuelto mediático y gracias a esa exposición ya tiene contratos para diseñar hosterías y hoteles. Ahora mismo está con un proyecto en Riobamba.
Aunque lo que realmente quisiera Jorge es ver materializado su sueño, ese de ver construido su “Mirador museo en el reloj gigante”, con la posibilidad de transformar la manera de pensar de los zamoranos y de demostrar a Ecuador que en la Amazonía hay potencial y talento en el campo de la arquitectura.
¿Qué sentiste al recibir la noticia de que habías quedado como finalista en la categoría de Visualización Arquitectónica en Portugal?
Hice el proyecto solo, con una laptop y quedó finalista con otros estudios de arquitectura de renombre internacional. Me di cuenta de que mi proyecto realmente tiene potencial. No gané el concurso, lo ganó un estudio japonés con un proyecto de un aeropuerto, pero para mí ya fue un triunfo importante.
Ganaste el primer lugar de los Premios Inspireli, ¿Qué representa este premio?
Mi proyecto fue considerado entre más de mil postulaciones entre estudiantes y profesionales de la arquitectura. El presidente de los Inpireli Awards se comunicó conmigo y me dio la noticia. Viajé a República Checa para recibir mi premio. Era la primera vez que viajaba a Europa y me deslumbré con la arquitectura de allá, de ver cómo resurgieron después de la guerra y mantuvieron su patrimonio. Sin embargo, el espacio verde es cada vez más reducido. Acá somos privilegiados.
¿Cuál fue tu inspiración para diseñar el Mirador Museo en el Reloj Gigante?
La riqueza de Zamora, que por un lado es una región rica en material aurífero y, por otro lado, es biodiversa. La naturaleza es hermosa, está rodeada de ríos, cascadas y verde, absolutamente verde.
¿Qué tipo de propuesta arquitectónica es la tuya?
Vanguardista, disruptiva, moderna. Mi intención es romper con lo que se cree que debe hacerse en una ciudad amazónica. Quiero que salgamos de la mentalidad de la chocita. Desarrollé mi proyecto pensando en una propuesta de un circuito de miradores que se van conjugando con la naturaleza del entorno, sin mover ni alterar la topografía del terreno.
De ejecutarse tu proyecto en la ciudad de Zamora, ¿qué le estarías dando a su población?
Un espacio público de calidad. Senderos que recorran la zona del mirador, lugares de descanso, de dispersión para las familias, la posibilidad de conectarse con la esencia de Zamora que son las aves y el agua. Además, el diseño contempla túneles que evocan la actividad minera de la ciudad, con proyección a convertirse en el museo del parque. Hay anfiteatros, miradores, zonas de picnic. Sería un espacio digno de una gran metrópoli.
Mencionaste que se debe dejar de construir chocitas. ¿Cuál es tu mensaje al respecto?
La arquitectura puede transformar espacios, hay que diferenciarla de la construcción, y en Zamora hay muchas construcciones. La arquitectura es arte y está relacionada con las emociones, las sensaciones. Por eso, debemos dejar de creer que en la Amazonía solo se puede construir chozas para descanso, miradores rústicos, etc. Acá la naturaleza se fusiona con la arquitectura.
¿En tu familia hay otros arquitectos?
No. Pero desde que era pequeño mi profesora le decía a mi mamá que yo era bueno para dibujar y para las matemáticas. Tenía decenas de cuadernos de dibujo, eso sí es algo que le aprendí a mi papá. Con el paso de los años decidí que lo que yo quería era estudiar arquitectura.
¿Quiénes son tus referentes?
Frank Ghery y la propuesta de Zaha-Hadid
Viviste muchos años en Santo Domingo de los Tsáchilas, y sin embargo apostaste por Zamora.
Me fui de mi ciudad natal por 11 años. Cuando regresamos decidí que quería desarrollar un proyecto arquitectónico y urbanístico para Zamora. Es una ciudad tan pequeña que tiene poco reconocimiento a nivel nacional. Yo quería desarrollar algo para cambiar esa realidad y posicionar a la ciudad en el turismo. El reloj gigante es el emblema, pero mi idea fue la de recuperar ese lugar.
¿Se podrá ejecutar tu proyecto? ¿Es viable?
Lo mío es un sueño de dos años de materialización. Es la posibilidad de demostrar que en Zamora podemos generar identidad arquitectónica. Claro que me han tachado de loco, porque no se ve posible ejecutar mi proyecto. Por un lado creen que es muy disruptivo, por otro, hay interés político en el espacio del mirador.
¿Cuánto costaría llevarlo a cabo?
Alrededor de seis millones de dólares. Lo voy a seguir empujando porque tengo el apoyo de la gente de la ciudad. Pero me falta lo más importante, que es la atención de las autoridades. Nadie es profeta en su tierra.
¿Cuál es tu valoración de la arquitectura ecuatoriana?
Hay una explosión positiva. Muchos arquitectos jóvenes y nuevos con propuestas distintas. Lo que lamento, sobre todo en provincia, es que la construcción informal prima sobre la formal.