Por Caridad Vela
Mágicos espacios al aire libre abundan en la geografía ecuatoriana, solamente algunos están cargados de historia, y son muy pocos en los que además se siente el calor de hogar que nos acoge en la Hacienda Puerto Palenque, de Rafael y Janine.
La dualidad de sus vidas los sitúa un día en el campo y otro en la ciudad. En las dos locaciones hay trabajo y hay placer, en la mitad del camino el anhelo de volver atrás se fusiona con la ilusión de llegar.
Rafael es Presidente de la Federación de Cámaras de Agricultura del país. Su personalidad es como dos caras de una misma moneda. Obstinado por lograr sus ideales, luchador y trabajador incansable, es, al caer la tarde, hombre de familia con extrema sensibilidad emocional y arraigado compromiso de protección con los suyos, listado en el que incluye a sus amigos.
Janine es su perfecto complemento. En ella, mente y corazón se mimetizan en equilibrada sintonía para dotar de armonía a la familia. Es el nexo conector, la mano que ata lo que viene y va; es filosofía de vida aplicada a la practicidad cotidiana. Con un desarrollado sexto sentido anticipa sus acciones a los acontecimientos, y acierta.
Así son ellos. Así se presentan ante nosotros. Los hilos de esta conversación se tejieron naturalmente entre temas de agricultura, política, turismo, restauración y decoración, en un acogedor ambiente que provocó mágicas sensaciones.
¿Puerto Palenque es el nombre original de la hacienda?
Así es, y cuando la compramos decidimos mantenerlo. Esta hacienda es parte de un hectareaje muy grande que pertenecía a la familia Azpiazu Cedeño. Está ubicada en la Provincia de Los Ríos, aproximadamente a hora y media de Guayaquil, y es parte de Vinces. Es una zona agrícola muy diversificada, tiene banano, cacao, arroz, palma africana y ganadería. El clima es perfecto, además tiene paisajes preciosos y está bañada por el espectacular Río Vinces.
¿La compraron por inversión o la pensaron para fines de semana?
Sin duda la motivación principal fue por inversión, pero el beneficio paralelo es tener también un espacio para fines de semana con familia y amigos. La riqueza de esta tierra se presta para gestionar una actividad agrícola productiva, pero la belleza del sector y la historia de esta centenaria casa que tiene 120 años de construida, nos hacen pensar también en el potencial turístico que tiene. Estamos en la ruta del cacao, es una hacienda productiva, tenemos caballos de paso peruanos y otros detalles que deben potenciarse para aprovechar del turismo de propiedades agrícolas que empiezan a tomar forma en el país.
¿Caballos de paso peruanos?
Es el caballo que nos gusta, es muy cómodo y tranquilo para montarlo. Tenemos solamente machos porque no somos criadores de caballos, están para usarlos y divertirnos en cabalgatas. Los tenemos desde algunos años y los hemos escogido uno a uno de acuerdo a nuestras necesidades que son disfrutar con los hijos y nietos, y para eso deben ser mansos y dóciles, sin dejar de lado la belleza de su raza. El chalán se encarga de trabajarlos diariamente, alimentarlos y mantenerlos en forma.
¿A qué tipo de cultivo dedican la hacienda?
Estamos arreglando el terreno para sembrar maíz, y pensamos comprar tierras adicionales para banano, donde hablamos ya de palabras mayores porque se requiere de alrededor de $10.000 por hectárea para sembrarlo, pero este es un producto exportable que, además de generar fuentes de empleo, trae dólares al país. A pesar de esos factores de positiva consecuencia para la economía nacional, el camino es cuesta arriba.
¿No hay políticas de gobierno que faciliten inversiones productivas?
Teníamos el optimismo de pensar que este gobierno daría facilidades al sector agricultor para salir adelante, pero no hemos llegado a ninguna parte. No existen políticas agropecuarias de ninguna naturaleza, solo se tapan huecos de algunos problemas y otros simplemente no se atienden. En el lado positivo está la nueva normativa expedida por el Ministro de Trabajo que aplica al trabajador del sector agrícola, que ahora hay que ponerla en práctica.
Pasemos al negocio turístico. ¿Ya está en marcha el proyecto?
En un par de meses estaremos listos para recibir a los posibles primeros huéspedes. Tenemos varios atractivos para ofrecer, entre ellos la piscina, el río, los caballos, visitar el ordeño; y aprovechando que estamos en la ruta del cacao hemos pensado en instalar un pequeño laboratorio de producción de chocolates. El jardín está repleto de árboles frutales: mamey, badea, mango, guaba, aguacate, limón, moringa y más. A esto se añade la comodidad de las instalaciones de la casa, deliciosa comida y un entorno de fantasía.
¿En qué estado estaba la casa cuando compraron la hacienda?
La madera de laurel original estaba realmente intacta. La casa no se ha tocado, es exactamente igual que hace 120 años cuando fue construida, lo que hicimos fue un trabajo de restauración manteniendo elementos originales. Se apuntaló la casa, se pulió la madera, cambiamos algunas ventanas, pero sin tocar el estilo de la época a la que alude. Lógicamente toda la tubería y el cableado eléctrico son nuevos. El jardín era un desastre, pero afortunadamente esta tierra es tan maravillosa que lo que siembras inmediatamente crece. La inversión no ha sido solamente en dinero, también en tiempo y dedicación, para que ahora luzca como la tenemos.
¿La decoración?
La hicimos juntos. Adaptamos nuestros gustos, moldeamos lo que habíamos imaginado, nos criticamos mutuamente y finalmente llegamos a consensos. Aunque parezca mentira, sin haberlo conversado previamente, al final íbamos a lo mismo. Reciclamos muebles antiguos de la hacienda, los retapizamos y dimos una mano de gato, mantuvimos algunos cuadros antiguos, y complementamos con lo que hacía falta, pero dentro del mismo estilo campestre, y pensándola acogedora y cómoda para la familia y los amigos, porque inicialmente esa fue la intención. La inquietud del emprendimiento turístico vino después.
¿Detalles de la casa?
Es la típica casa antigua de la costa, que se construía elevada para evitar las inundaciones por la lluvia y el crecimiento del río, por los bichos y los animales típicos de la zona. En la parte alta están la sala, comedor, cocina y cuatro dormitorios con dos baños, a la usanza antigua, porque hoy tuviésemos un baño por cuarto, pero mantuvimos la distribución original para no desarticular su forma. Tiene un altillo gigantesco que ocupa toda la parte superior de la casa y cumple la función de eliminar el calor por los techos, porque recuerda que hace 120 años no había aire acondicionado. Los techos son muy altos, justamente porque la intención era que el calor subiera y no se mantuviera en la parte baja donde están los espacios familiares.
Esa elevación habilita una planta baja espectacular…
Originalmente eso era una plancha de cemento sobre la cual se edificó la casa, pero la aprovechamos para hacer ahí un enorme porche donde está una gran área de recibo. El espacio existía, lo que hicimos fue volverlo funcional. Lo decoramos con una mesa de seis metros de largo, que es un solo tronco que milagrosamente encontramos, y está rodeado de sillas y ambientes de sala. A un costado está otra mesa más pequeña, redonda, es el corazón de un tronco también en una sola pieza. Esta área está al pie del río, junto al jacuzzi, la piscina y la parrilla, la rodea un hermoso paisaje de jardines desde donde se ven los caballos y se siente la refrescante brisa. Ese es el corazón de la casa, es ahí donde pasamos el tiempo con familia y amigos, es ahí donde más disfrutamos.
¿Qué estilo impera?
El rústico en todos los ambientes. Los muebles de sala los vi en la casa de hacienda de una amiga mía, Ángela Hoyos, dueña de Studio Noa. Me enamoré de ellos y a los dos minutos ya los habíamos negociado y puesto el pedido. La sala conserva el mismo estilo, con troncos atados entre sí con aros de metal, en las bases de los sofás.
Y así la vida transcurre al aire libre…
En la costa el clima te conduce a vivir en exteriores, por eso el mayor empeño está en esa área. La idea de bañarse en el río es divina, pero si queremos disfrutar de una hora en el agua preferimos que sea en el jacuzzi mientras gozamos con los hijos, nietos y amigos sin ningún peligro. Conversamos en paz, disfrutamos de picaditas y nos tomamos unos tragos estando al pie del río pero en mayor comodidad. La hamaca es lo más rico del mundo. La verdad es que toda la casa es muy cómoda. Por más rústico que sea el estilo, tenemos todas las comodidades de la casa en Guayaquil, como aire acondicionado, televisión por cable, internet…
¿En qué se diferencia tu casa en Guayaquil con esta?
Las dos las compramos ya construidas y son totalmente lo contrario. La casa de Guayaquil es súper moderna, los espacios privados son más amplios; la de la hacienda es súper antigua y mantuvimos los tamaños de dormitorios según el planteamiento original. Se asemejan en que las dos casas son sumamente claras, llenas de luz, y los ambientes sociales son muy amplios porque nos encanta recibir a la familia, que ya es grande, y a los amigos.