PRESIDENTE EJECUTIVO DE LA CONSTRUCTORA ETINAR S.A.
Construyendo en tiempos adversos
Por: Karla Morales R.
El Ing. José Macchiavello es Presidente Ejecutivo de la constructora Etinar S.A.
Decir que lo entrevisté no sería apropiado, porque lo que mantuvimos fue una agradable conversación. Si bien su imponente presencia parecería eclipsar a cualquiera, apenas lo escucho descubro que sus palabras guardan sabiduría y experiencia respecto a un sector de la empresa privada que se ha enfrentado, no una, sino varias veces, a desafíos propios de la coyuntura política y
económica del país.
Cómo ve las nuevas exigencias legales y sus efectos en el sector de la construcción? El tema laboral hoy es diametralmente opuesto a lo que era hace unos años. Por un lado, su efecto positivo es la exigencia de afiliación de los trabajadores al seguro social, lo que definitivamente es un acierto, pues la regularización de este tema nos ha garantizado una competencia leal en el mercado, y que muchas empresas que no cumplían con la ley, ahora lo hagan. Pero por otro lado, el control laboral que se ejerce hoy en los contratos de obra es muchísimo más costoso y engorroso que hace algunos años.
¿A qué se refiere?
Por ejemplo, tenemos que firmar contratos individuales con los trabajadores, debemos pensar en liquidaciones de haberes, contar con un departamento legal de planta, entre otras cosas. Estos costos y gastos finalmente son trasladados al cliente al momento de valorizar la oferta, y complican la labor de las empresas serias y formales del país, aun cuando desde hace unos meses se esté buscando flexibilizar ligeramente la contratación laboral con modificaciones a la normativa. Lamentablemente, también estamos retrocediendo con vicios en otras esferas.
¿Como cuáles?
Las nuevas normas ambientales, de seguridad, y de salud están comenzando a encarecer notablemente los costos de construcción por la cantidad de exigencias que presentan. Esto implica retroceder a los vicios que existían hace seis años. Las grandes empresas deben someterse a nuevas exigencias e incrementar sus gastos, por ejemplo, creando departamentos específicos para que se encarguen del área ambiental o de seguridad, mientras que las empresas pequeñas o personas naturales que se dedican a la construcción, no lo están haciendo.
Ante esta realidad, ¿a qué aspira el sector de la construcción?
Aspiramos a que se establezcan normas claras, con suficiente seguridad jurídica, para poder enrolar trabajadores y proyectarnos como empresas, teniendo la facilidad y flexibilidad suficiente para incorporar y retirar trabajadores en los momentos que la empresa necesita hacerlo.
¿Esta flexibilidad podría confundirse con inestabilidad laboral?
Justamente lo que yo creo es que si se estableciera, por ejemplo, un gravamen al costo de la labor del trabajador, y con ese gravamen se le garantizara una especie de subsidio o seguro de cesantía al trabajador, estaría perfectamente compensada la estabilidad laboral.
A manera de termómetro, ¿cuál es el estado actual del sector de la construcción?
El sector de la construcción, a diferencia de la industria o el comercio, se ha detenido. No es que vendemos un poco menos que antes, sino que no vendemos nada. Eso no ocurre en la industria o el comercio. Ellos sí venden, menos que antes, quizás, pero no dejan de vender. El constructor inmobiliario no vende nada de un día para el otro. Además, el sistema financiero está golpeado y no financia ninguna obra. No es que financia en menor cantidad, sino que simplemente no financia nada. Esto es grave para el constructor y necesariamente repercute en las relaciones laborales con los trabajadores.
¿Cómo subsistir en tiempos adversos?
Este es nuestro sistema y este es nuestro país, tenemos que ver la forma de subsistir y salir adelante. Nos estamos adaptando al medio. En Etinar somos constructores privados y trabajamos para el sector privado; somos constructores de obra pública y en ese sentido trabajamos para el sector público; también somos promotores inmobiliarios, y en los últimos años hemos desarrollando el área de gerencia de proyectos y asesoría en proyectos inmobiliarios. Movernos en esos cuatro campos nos garantiza, de alguna manera, continuidad en nuestro trabajo; pues cuando uno flaquea, el otro está regular y otro puede estar bien.
¿Eso es parte de un plan de expansión?
Fuimos pioneros en estas áreas, hoy ya muchas otras empresas se han sumado a esta estrategia. Mientras más y mejores empresas haya, mejor servicio puede prestar el sector para el país. En Etinar nos hemos planteado no expandirnos, pero sí tratar de mantener el mismo ritmo de trabajo que hemos tenido. Esto es un reto en épocas de crisis, pero debemos prepararnos para ganar menos, y estar dispuestos a reestructurar y optimizar nuestro contingente humano, y no me refiero a despedir colaboradores, pues hacer aquello en época de crisis es una crueldad.
¿Cuál es la estrategia?
La vía que hemos implementado es contratar al nuevo personal por obra, una vez concluida la misma, terminan también sus labores con nosotros. Nuestra posición es buscar lo óptimo implementando como mano de obra a nuestro personal histórico, y aquello implica una reestructuración que sí es posible.
Estamos a puertas del 2016, ¿cómo se proyecta el sector de la construcción?
Será un año difícil. Deberemos adaptarnos. Es un año muy riesgoso para trabajar en obra pública con un contratante que no tiene la liquidez de años anteriores, lo que significa que si no tiene capital no podrá ser un buen cliente. Por ello, habría que tener mucho músculo económico para contratar obras con el Estado. Lo idóneo será orientar el trabajo de la obra pública hacia proyectos financiados por organismos internacionales de crédito, por el Banco de Desarrollo del Estado, o por Instituciones que no dependen necesariamente del presupuesto del Estado.
¿Y en cuánto a obra para el sector privado?
Evidentemente el ritmo de trabajo disminuirá sustancialmente y esperamos que no desaparezcan empresas, especialmente las pequeñas, porque son necesarias en el mercado. Creo también que para 2016 habrá un nicho importante en la construcción de vivienda popular, es decir vivienda de bajo costo, y sé que hacia allá está orientándose el trabajo de la mayoría. Siempre habrá un nicho en cuanto a la venta de departamentos, pero en un porcentaje muy inferior al que hemos estado acostumbrados. Igualmente pienso que habrá un desarrollo aceptable en cuanto a proyectos industriales.
¿Optimista?
Veo con escepticismo el 2016, pero desde una perspectiva positiva. Debemos trabajar más y mejor, hay que pensar en ganar menos e invertir más. Es importante que creamos en el país.
Sobre la mesa está la ley de Alianzas Público-Privadas.
¿No es eso un buen síntoma de acercamiento por parte del Estado?
Es un intento interesante para recuperar la credibilidad del sector privado en vista de la palpable incredulidad existente, sobre todo hacia un gobierno que ha sido hostil con la empresa privada en general. Este acercamiento es positivo, es una muy buena señal. Lo importante es que el gobierno se fije más en las virtudes del mercado y menos en los vicios de éste.
¿Son vicios los motivos detrás de la ley de plusvalías?
En época de vacas gordas todos se enfocan en lo que genera ganancias. Si el negocio inmobiliario es bueno, entonces el cacaotero, comerciante, camaronero o agricultor deja su especialidad y se convierte en constructor. Los precios son irreales, el boom vicia la realidad y motiva la necesidad de control o creación de impuestos como una reacción legislativa sin mucha lógica.
Desde su experiencia, ¿cuál sería el consejo para sus colegas del sector?
Pónganse en la línea de partida. No vamos a ganar los 100 metros planos, pero sí podemos ganar la maratón. Esto es un tema de resistencia, estamos muy endeudados, tenemos problemas serios como país y la mejor manera de afrontarlos es trabajando y produciendo. La banca tiene que tener paciencia. Si pretende cobrar sus créditos mañana, va a embargar medio país y va a destruir el negocio inmobiliario.