Por Caridad Vela
Cambiar de zona, y no solo a nivel geográfico, es una constante en la vida de Gabriela Gangotena. Nunca está en una sola, y nunca elige estar en la más cómoda. Es inquieta por naturaleza y cuestionadora por inconformidad. Cada uno de sus días abraza el encanto de nuevos desafíos.
Su hogar es como ella. Abierto desde el interior hacia afuera, con mucha luz y ventilación para que nada quede atrapado y todo fluya en libertad. Techos altos, colores neutros, muebles de distintas épocas, esculturas, arte y muchos libros se entrelazan en una fórmula creativa tan ecléctica como la personalidad de su dueña.
Las líneas rectas y el trazo limpio característicos del Arq. Alfredo Ribadeneira se plasman en esta casa. El impecable resultado es una vivienda amplia, cómoda, que forma parte del entorno de una urbanización en Cumbayá. Durante muchos años vivió en la Urbanización El Condado, al otro extremo de la ciudad, y si bien nos interesa conocer detalles de su nuevo estilo de vida, aprovechamos de su participación en la actividad inmobiliaria para arrancar esta entrevista con temas especializados.
¿Es un buen momento para invertir en inmuebles?
Hay momentos con mejores oportunidades que otros, pero siempre es momento para comprar inmuebles. Más allá de ser una mera inversión, es un mecanismo de ahorro que te obliga a planificar el presupuesto familiar. Vivienda es sinónimo de patrimonio, de protección ante eventualidades, es lo que heredas a tus hijos. El anhelo de tener un techo es un sentimiento y un objetivo que están sembrados en todo ser humano, y ahora que se derogó la ley de plusvalía retoma protagonismo la posibilidad de invertir en inmuebles.
¿Cuál será el efecto de la derogatoria?
De reactivación paulatina. De hecho, ya se siente un mejor ambiente con la derogatoria de esa absurda ley. Afortunadamente el desarrollador inmobiliario conoce el mercado y, a pesar de que este no fue un movimiento natural de la curva de oferta y demanda, los profesionales en este negocio saben cómo reaccionar. Gracias a eso, y al impacto que la actividad de la construcción tiene en la economía del país, pronto empezaremos a ver los resultados de esa reactivación.
¿De qué magnitud fue el daño causado?
Enorme. Los constructores hablan de una caída del 60% en ventas. Esa carga impositiva golpeó a la demanda en un momento en el que la oferta venía creciendo sostenidamente, atendiendo a un comprador que accedía a crédito y tenía empleo. A consecuencia del desatino de promulgarla, la demanda se frenó abruptamente y el ambiente se inundó de incertidumbre. El daño no se mide solo en el presente, sino en sus consecuencias a futuro, y tomará tiempo volver a parámetros normales, pero afortunadamente el desarrollador inmobiliario que ya estaba en el mercado lo conoce a fondo, y está preparado para resurgir ahora que parecería que empezamos a superar la crisis. No fallarán en ofrecer el producto que la demanda requiere, su apuesta siempre ha sido correcta.
¿Cuál es ese producto?
El capital se va a mover hacia donde haya un grado mínimo de certidumbre, y afortunadamente las instituciones financieras están con fondos suficientes como para colocar nuevos créditos hipotecarios en todos los segmentos. Pero más allá de eso, el segmento de vivienda para el estrato más bajo se vuelve atractivo al tener tasas de interés subvencionadas para crédito. El Plan Casa Para Todos es otra alternativa interesante, gracias a la confianza que da al sector privado el hecho de que sea Mario Burbano de Lara quien lo dirige.
¿Tu perspectiva para Cumbayá desde la óptica del desarrollo inmobiliario?
Es una zona que está bastante bien equipada en cuanto a establecimientos educativos, de salud, comercios, entretenimiento y todo tipo de servicios, por ello ha dejado de ser una ciudad dormitorio; pero la infraestructura no crece a la velocidad que se requiere y las gestiones administrativas no tienen la eficiencia que deberían tener. Generar un proyecto inmobiliario toma una cantidad de tiempo que no vale la pena comentar. Esto no es privativo de Cumbayá ni del Distrito, lamentablemente sucede en todo el país, y hay que encontrar la solución.
¿En qué niveles está el precio del m2?
Después del último incremento en avalúos catastrales, en Cumbayá está probablemente el m2 más caro del Distrito. Veamos qué sucede con los reclamos en este sentido porque esa sobrevaloración es inentendible. Afortunadamente se derogó la ley de plusvalía, porque si consideras que para registrar una transferencia de dominio debes aplicar como mínimo el valor del avalúo catastral, nadie se salvaba del impuesto. Pero la verdad es que aquí hay de todo. Desde las urbanizaciones más costosas hasta sectores con precios más accesibles, y hay una comunidad local que mantiene integrados a todos estos segmentos sociales.
¿Se puede esperar plusvalía?
Sí, pero la mayor plusvalía se da en la tierra, no en la obra. Obviamente esa tierra debe estar ubicada en sectores que permitan interesantes tipos de construcción, porque hay gran demanda de productos nuevos. No hay que descartar Quito como lugar para lograr plusvalías interesantes, sobre todo en algunas zonas que están tan densas que ahora se compra lo viejo para remodelarlo y dar nueva vida a sectores que habían perdido atractivo, pero que con esta transformación se venden con rentabilidad.
¿Cómo comparas tu vida en el Condado con la experiencia en Cumbayá?
El Condado es un lindo barrio, está bien habilitado, pero la distancia y el tráfico me generaban un problema en el día a día para mi trabajo. No solo me mudé a vivir a Cumbayá, sino que también traje mi oficina a este sector, cosa que era impensable en el Condado; hago mis compras y mis actividades aquí, y eso definitivamente me generó una calidad de vida completamente distinta.
¿Quito quedó atrás?
No del todo. Mis padres viven en Quito y los visito con frecuencia. Además, soy muy de actividades culturales, teatros, galerías de arte, música y más, y eso me lleva constantemente a Quito porque la oferta en Cumbayá es aun insipiente en este sentido. Sin embargo, esa carencia está compensada con otros detalles que me encantan, como la ruralidad que buscaba, los mercaditos orgánicos, los pequeños comercios y espacios caminables.
¿Todavía queda algo de campo?
Sí, pero se siente el crecimiento, lo cual es inevitable. Quienes se mudaron acá buscando alejarse de la urbe se sorprenderán con el rápido desarrollo de esta zona que, aunque sorprenda, aun tiene adoquín en la vía principal. Tumbaco siente ya la presión de Cumbayá, y el municipio no ha anticipado una planificación ordenada para ese crecimiento. Las vías son pequeñas para soportar el tráfico actual, y el problema será mayor con los nuevos desarrollos inmobiliarios, pero si hubiese planificación sería absolutamente manejable.
¿Es posible mantener la identidad de la zona?
Que la Administración Zonal de Tumbaco acepte ideas para preservar esa identidad sería fantástico. Por ejemplo, que la zona del pueblo sea peatonal los fines de semana, que los restaurantes saquen sus mesas a las calles, que la gente pueda vivir esa suerte de turismo local que se da en las ciudades más bellas del mundo. Hay mucho potencial aquí, sobre todo por ser una comunidad pequeña con una mayoritaria población de jóvenes dispuestos a generar cambios.
¿Por ejemplo cuáles?
Este es el espacio ideal para aplicar estrategias innovadoras, y dependiendo de los resultados, extrapolarlas a zonas más extensas. Por ejemplo, reciclaje de desperdicios. Aquí podría arrancar un plan piloto que se iría perfeccionando hasta tener el modelo ideal para que funcione en todo el Distrito. Toda esa innovación es muy bien recibida por esta comunidad, porque la juventud es más consciente y comprometida con estas iniciativas. Si bien hay un maravilloso sentido de comunidad, la normativa no ha logrado construir una ciudad amigable.
¿Qué hace falta para lograrlo?
El reconocimiento de líderes comunitarios locales que tienen como respaldo el poder que les da su comunidad. Ellos viven y sienten la zona, y deben ser escuchados en la administración. Los gobiernos locales funcionan para muchos aspectos, pero han fallado en no entender a la gente común, en no individualizarla y considerar que esto no es más que una suma de calles, cuadras, manzanas y barrios.