Por Pamela Cevallos
Joya Patrimonial de Quito
El Centro Histórico de Quito es uno de los cascos coloniales más importantes y mejor conservados de Latinoamérica. En él es muy común encontrar estructuras arquitectónicas barrocas derivadas del sincretismo cultural, producto de la llegada de los españoles hace más de 500 años, al que se lo denominó Escuela Quiteña.
Sin embargo, la arquitectura del casco colonial quiteño también se nutre de un estilo proveniente de la influencia europea que se afincó en la ciudad desde el siglo XVIII; me refiero al denominado estilo Neoclásico, un movimiento francés que, buscando romper con la fuerza y lo ‘desfigurado’ de lo barroco, se concentró en una arquitectura entregada a la opulencia y a la elegancia, una línea que embriagó al estilo de la aristocracia del Viejo Continente y que delineó parte de la arquitectura capitalina.
En ese sentido, el estilo neoclásico se fundió con el laborioso trazo de la Escuela Quiteña en varias edificaciones, no solo religiosas, sino también familiares, dejando una huella arquitectónica muy particular en estructuras como la conocida Casa Gangotena o el edificio del ex Círculo Militar, en el cual este artículo concentrará su atención, con el fin de poner al descubierto una de las joyas arquitectónicas de la ciudad.
El Círculo Militar es el lugar donde se realizan reuniones sociales y ceremonias ligadas a las élites militares, al menos ese fue el fin con el que hace un siglo se creó esta entidad en Ecuador. En los pasillos del edificio antiguo de este club, los guías del Ministerio de Defensa cuentan que los militares ecuatorianos salían del país a realizar cursos de especialización y se encontraban con que sus similares tenían sedes y clubes donde realizaban ceremonias y reuniones relativas a su área; pero, además, donde se juntaban para crear lazos de amistad a través del dominó, las cartas y los juegos de casino.
Fue a inicio del siglo XX que en la presidencia de Alfredo Baquerizo Moreno, bajo pedido de las altas autoridades militares de entonces, se inició la construcción de un colosal edificio en la calle Venezuela, entre Olmedo y Mejía, cuyas características arquitectónicas hacen que sea uno de los edificios más imponentes del Quito patrimonial, que se terminó de construir en 1916, hace 102 años.
Esta imponente estructura sobresale entre las casas del siglo XIX, de balcones adornados con geranios, y un edificio de los años 50, que pese a su modernidad, no ha logrado opacar la presencia de este ‘monstruo’ arquitectónico.
El ex Círculo Militar fue construido por el arquitecto italo-suizo Francisco Durini, quien también es el autor del Monumento a La independencia y la fachada del Museo Numismático de Quito, entre otras obras que son parte importante de la narrativa histórica del Ecuador.
Este edificio está inspirado en uno de los salones del Palacio de Versalles de París. Su fachada ecléctica es de piedra traída de canteras cercanas a Latacunga y tallada por el picapedrero Pedro Cóndor. En este frente existe el ave insigne ecuatoriana, un gran cóndor que fue tallado por los escultores Segundo Ortiz y Manuel M. Ayala. Ellos tallaron también el nombre del edificio en el piso exterior de los balcones.
La entrada está compuesta de dos imponentes vestíbulos. El primero, es un espacio rectangular de recepción en donde cuelgan dos obras de arte con la imagen de los más destacados militares de la historia nacional: Eloy Alfaro y el Mariscal Antonio José de Sucre. El segundo, es el ingreso al segundo piso. Una gran escalera rodeada de columnas dóricas y jónicas recibe a los visitantes para luego abrirse en dos alas que suben hacia los salones protocolarios.
La decoración de este espacio incorpora elementos como el cóndor y la pepa de cacao, que en ese entonces representaban las fortalezas nacionales. Tiene dos grandes antorchas de luz de estilo neoclásico en cada ala de la escalera, que rodean el estandarte nacional.
El edificio está compuesto por varias habitaciones, una de las principales es el Salón de los Espejos, un largo y amplio espacio cuyo piso está construido con la técnica artesanal de taraceado, que en este caso, usó alrededor de 200 mil pequeñas piezas de madera, que unidas entre sí forman una ‘alfombra’ decorativa de tonalidades tierra muy particular. Se usaron siete tipos de madera traídas de África, entre ellas nogal.
La Salón de los Espejos era la sala protocolaria donde se realizaban los cambios de mando y ceremonias militares de alto rango. Tiene dos grandes espejos de cristal de roca que datan de 1920, usados con el fin de dar profundidad a la sala, cuyos muebles estilo Luis XV tienen gobelinos hechos a mano, del siglo XIX, como tapiz.
El tejado es de latón en alto relieve, un material llegado en la época republicana que reemplazó al yeso y madera de las construcciones coloniales. El salón tiene dos lámparas, una de ellas es alemana, pesa una tonelada, y está sujeta internamente por rieles de ferrocarril al techo.
Las decoraciones del viejo latón del techo incorporan la imagen de la serpiente, un animal vinculado al valor de la intelectualidad, que representa el conocimiento de las élites militares de aquella época. En el Salón de los Espejos cuelgan también pinturas del artista italiano C.Carlo, y gobelinos anónimos de hace dos siglos.
Las entradas a los diferentes salones tienen arcos grandes de madera tallada y vidrio. El resto de salones eran áreas festivas mucho más informales que el salón principal. El edificio cuenta con varias bodegas y una cocina muy bien equipada para el catering. El club contaba con gimnasio, casino y restaurante.
El edificio fue construido en tres etapas, la fachada y la sala principal en la primera. La iluminación y la segunda planta en el segundo período; y los detalles decorativos en la etapa final. Este edificio funcionó como Círclo Militar hasta 1980, luego la sede se trasladó hasta la avenida Orellana, lo que provocó el abandono y deterioro de las instalaciones por varios años. Fue en la administración municipal del General Paco Moncayo que el entonces Fonsal dio paso a su restauración, la misma que se concentró en la construcción de las cubiertas translúcidas, la fachada de piedra y la sustitución de la vieja teja.
La revista del Círculo Militar que recoge la historia del club sostiene que la estructura, además de los aportes españoles en su arquitectura, también tiene influencia flamenca, italiana y morisca. Hoy el edificio del antiguo Círculo Militar está abierto al público. Cuenta con una biblioteca militar de tres mil libros. Organiza eventos culturales sin fines de lucro y es parte de la red de museos del Ministerio de Defensa.