El 2023 es el año del RE. Un año de recesión al que por varios motivos y en muchos lugares del mundo se lo ha empezado a identificar como el re-año. Un año de re-invención ahora que lo peor de la pandemia ha sido superado; un año enfocado en un re-florecimiento del planeta, en el que cobrará mayor sentido asumir serias responsabilidades individuales para mitigar el daño causado. Este año finalmente tendremos la oportunidad para co-existir, para sentir nuevamente la dicha del abrazo físico y disfrutar de los espacios compartidos.
En estos aspectos RE, hoy más que nunca, la energía jugará un papel muy importante. Esa energía tiene diversas fuentes, unas son endógenas -las que llevamos dentro-, y otras son exógenas -las que rodean nuestros espacios físicos. Las dos funcionan como detonantes de reacciones en la sociedad, es decir, tienen influencia en nuestro estado de ánimo y, por ende, en lo que transmitimos a las personas con las que nos relacionamos en el espacio circundante.
Hemos visto que hay elementos que son fuente de energía positiva, y los colores que nos relacionan con esos elementos tienen también esa característica. La TIERRA, el FUEGO, el AIRE y el AGUA son elementos que conforman y organizan esa energía activa y visible de nuestra propia esencia. Sus cualidades surgen de manera natural y espontánea, y a estos cuatro elementos los relacionamos con algún color específico.
A pesar de que cada uno de estos elementos posee características diferentes, no son contradictorios entre sí, son más bien compensatorios. Tener conciencia de los que poseemos y que forman nuestra composición elemental, nos ayuda a indagar en nuestras capacidades básicas, a identificar cuáles son nuestras carencias para trabajar en ellas, e incorporarlas combinadamente para marcar un ritmo determinado, porque somos el resultado de los elementos que poseemos.
La energía que cada uno transmite, y cuánto de ella recibimos, determina quienes somos. La energía de la TIERRA es sólida, estable, perseverante. La del FUEGO brilla, es radiante y da calor. El AIRE fluye, posee una energía libre y liviana. Y el AGUA nos habla de las emociones, de la conexión con nuestro mundo interior.
Todas estas son percepciones que calzan con lo que sentimos al pensar en estos elementos, y esa consecuencia sensorial está relacionada con un color que inmediatamente acude a nuestra mente al pensar en cualquiera de ellos.
Evidentemente los colores también son energía, y existe una asociación muy grande entre el elemento y su color característico. Cada uno juega un rol importante en cómo experimentamos el mundo y la vida sobre la tierra. Vivimos rodeados de ellos, hay color en todo, y nosotros, los seres humanos, también somos color. Cada uno denota un significado particular y nos permite viajar a través de los sentidos evocando distintas sensaciones.
Si pensamos en nuestros hogares y lugares de trabajo, muy probablemente la intención de colores sea distinta. No hay respuesta correcta ni errónea, cada cual elegirá lo que a su gusto transmita la sensación deseada. Igualmente habrá diferentes reacciones en cada persona, pues los colores afectan a cada ser humano según su manera de ver el mundo.
En términos generales, lo lógico sería que para el hogar busquemos paletas que traigan paz y armonía, y probablemente usaremos tonalidades neutras que, en la práctica, sean fácilmente combinables con otros elementos decorativos. También habrá diferencia entre los elegidos para las áreas sociales y los que se consideran apropiados para las privadas.
Por otro lado, lo común en los espacios de trabajo es que los colores transmitan la personalidad de la marca y la actividad que realiza. Siendo así, no se usarán los mismos en una oficina de abogados o consultores financieros, que en el consultorio de un pediatra. El común denominador en hogares y lugares de trabajo es que el color refleje la energía que buscamos transmitir.
Los elementos mencionados -tierra, fuego, aire y agua- son fuentes de energía, son color, son textura, son silenciosa expresión de un estado de ánimo. Si los analizamos separadamente entenderemos las diferencias en el mensaje que transmiten, recordando que no siempre las reacciones serán iguales en todos los observadores, pues también depende del estado de ánimo de cada uno de ellos. De hecho, hay quienes afirman que para cambiar de estado ánimo se debe cambiar de color los sentimientos.
El ojo humano reconoce los colores y automáticamente les asigna una sensación. Los tonos tierra son aquellos que más se acercan al marrón en una paleta que va desde tonalidades tenues hasta las más oscuras, con matices que pueden variar con ligeros toques de amarillo o rojo para lograr el efecto deseado. Estos tonos dan sensación de comfortabilidad y seguridad, son acogedores y envolventes, y además evocan recuerdos anclados en la naturaleza.
Si hablamos del fuego, si lo miramos en nuesta mente, vemos que sus llamas no poseen un único color. Van desde el amarillo hasta el rojo, pasando también por el naranja. Sin duda es una paleta que transmite energía y fuerza, pero al mismo tiempo evoca la paz del calor de hogar. El impacto emocional que genere dependerá de quien lo mire, pero sin duda es un color llamativo y potente que activa emociones.
El aire es invisible, el libre, es transparente, es luminoso, se adapta a la fuerza de los vientos y viaja en libertad. Es también incoloro, sin embargo lo relacionamos con el color azul del infinito en una paleta de tonalidades que incluye los plateados, grises perla y celestes. El aire evoca lo etéreo y transmite neutralidad, paz y equilibrio. Normalmente se lo relaciona con ambientes primaverales, es decir, con la época para renacer después del invierno.
El elemento agua se identifica con los azules en un amplio espectro de tonos. Hay aguas celestes, lavandas, turquesas, verdes y azul intenso. Son tonalidades relajantes, permiten que las emociones fluyan y pueden llevarnos a estados de serenidad que se relacionan con el color de un cielo tranquilo o la calma de las aguas del mar. El color del agua es refrescante, simboliza la vida, porque vida es lo que regala.
No dejemos al azar la elección de los colores para nuestros espacios. Entendamos lo que queremos transmitir, busquemos en nosotros mismos aquella paleta que expresará en silencio lo que el espacio debe decir, pero aprovechemos este año para renacer. Si enfrentamos nuevos retos, experimentamos reajustes y reconocimientos en nuestras vidas, preparémonos para el camio que requiere redefinirnos, reconocernos, redescubrirnos y resurgir.
Estos son los RE´S para este 2023. ¡Atrévete a sentir estas energías y a transmitirlas con color!