El día de la mujer es una fecha marcada por consensos y disensos, en razón de que el término tiene muchas implicaciones que no solo se refieren a una denominación de género. Más allá de los aspectos físicos, ser mujer engloba también un cúmulo de cualidades que son, por excelencia, propias del género femenino, que se suman a la que por dotación divina nos fue otorgado con exclusividad: la capacidad de procrear.
La mujer es un ser normal y corriente, es mujer de su casa y del mundo. Intelectualmente es tan hábil como el hombre, pero presenta ante él un peligroso reto que asusta y genera rechazo. Si se la valora exclusivamente por su belleza física se ofende, y saca a relucir un conjunto de herramientas que provocan reacciones de rebeldía en el género opuesto, en un intento de menospreciarla.
Ser mujer es entretenido. La errónea generalización de “tontas pero bonitas” es solamente una provocación a demostrar la habilidad que poseen las mujeres para ocuparse de un cúmulo de tareas, tan diferentes entre ellas que es difícil explicar cómo las compatibilizan. A pesar de ser el juego que la vida les plantea, hay mucho sacrificio en el camino de probar su valía.
Un claro ejemplo de mujer luchadora, una representante del género femenino infiltrada en el “mundo de hombres” es Elizabeth Cabezas, Presidente de la Asamblea Nacional de la República de Ecuador, quien comparte con CLAVE su experiencia de ser mujer multifacética llegando incluso a ejercer un puesto de poder.
¿Es positivo que haya un día de la mujer y no un día del hombre?
No son conceptos comparables. El día de la mujer surgió por circunstancias que se dieron alrededor de las mujeres, como limitaciones en educación, en el derecho al voto o a ocupar espacios de participación. Si hubiese habido igualdad de condiciones no habría existido esa lucha ni esta fecha conmemorativa. Estos días de recordación son el resultado de un proceso de reacción a algo que nunca estuvo en condiciones de equidad.
¿Qué porcentaje de feminismo y de machismo hay en ti?
Creo que todos tenemos una dosis del uno y del otro, pero trato de ser equilibrada, las posiciones radicales hacia un lado u otro no son objetivas. Hay tantas cualidades valiosas en las mujeres que no deberíamos cederlas bajo ningún punto de vista, y también los hombres las tienen, porqué no decirlo. Pero el uno no debe tratar de ser el otro sino actuar en base a una complementariedad eficiente. Desde la formación neurológica somos distintos, tenemos otro tipo de sensibilidades y actitudes, y esto debería llevarnos a potenciar lo bueno de cada uno y no a extremar posiciones opuestas.
Más que un limitante, ¿ser mujer es también usado como pretexto?
Puede ser un poco de las dos, depende cómo lo quieras ver, pero hay muchas mujeres con circunstancias complejas para quienes el tema de género es un limitante enorme. Sin embargo, abstrayéndonos de capacidades intelectuales o de trabajo, sí somos vulnerables ante violaciones, asaltos o agresiones físicas por el hecho de ser mujeres. Los tiempos han cambiado, hoy hay un deterioro de valores que te obligan a pensar con cierta malicia, a desconfiar hasta de tus amigos, a estar siempre a la defensiva por ser mujer, y eso es desagradable.
¿Ha evolucionado la aceptación a la mujer en el ámbito político durante los últimos años?
Sin duda ha evolucionado. En el año 2000, cuando llegué al municipio, se puso sobre el tapete la necesidad de una ordenanza para la inclusión de mujeres en el ámbito público. Era un tema nuevo a nivel nacional y el municipio de Quito fue pionero. A partir de ahí nace una gran corriente que impulsa la participación de mujeres en temas políticos, que ha generado un apreciable incremento de presencia femenina en temas que habían estado reservados para hombres.
¿Consecuencias?
Positivas en cuanto a niveles de aceptación, pero paralelamente se ha dado paso a una pugna de género matizada con una fuerte dosis de machismo, que coloca a la mujer como centro de campañas de agresión y desprestigio a través de redes sociales. La crítica argumentada, con fondo, y manejada con altura es muy buena porque aporta, pero cuando se centra en el ámbito estético y descalifica a las mujeres por ser feas o gordas, blancas o negras, es un insulto que brota de lo más bajo del ser humano. La guapa está condenada a ser tonta, no existe en el mundo machista una guapa inteligente, pero gracias a Dios hemos creado un entorno de mujeres importantes que con su trabajo demuestran su capacidad.
¿El hombre se ofende cuando le dicen gordo o feo?
No lo sé. Nunca se me ha ocurrido comentar la capacidad intelectual o de trabajo de un hombre mencionando sus cualidades físicas, nunca utilizaría esas adjetivaciones. Si hay una virtud digna de resaltar en ellos es que conforman un gran espíritu de cuerpo para defenderse. Las mujeres no hemos logrado llegar a eso, todavía tenemos muchas rivalidades dentro del mismo género y eso nos perjudica.
¿Promoverías una ley que norme los insultos machistas en redes sociales?
No es cuestión de leyes, es cuestión de actitudes, educación, principios y respeto. La preocupación de normar es compleja porque no puedes normarlo todo o convertirte en policía detrás de cada ciudadano. Lo ideal es educar para que la gente entienda que las redes son un mecanismo de comunicación e información muy bueno, pero a su vez se convierten en un arma letal cuando la gente quiere hacer daño ofendiendo, difamando o torciendo la verdad.
¿Qué opinas sobre la alternabilidad de género en candidaturas políticas?
Creo que el hecho de que la ley lo obligue ha impulsado a la sociedad hacia una movilización alrededor del cumplimiento de esta exigencia. Veo con muy buenos ojos que así sea, porque fomenta que Ecuador avance en cuanto a participación de mujeres en posiciones de elección popular, pero hay que entender que no se reduce solamente a temas de género, sino también de capacidad, desarrollo, desenvolvimiento, y sobre todo de derechos e igualdad de oportunidades.
¿La mujer en una posición de mando tiene a su favor que es más paciente y sutil?
No se puede generalizar, no todas tenemos las mismas características, pero en mi caso personal, estando frente a la Asamblea Nacional en este período de transición cuando queremos dejar atrás ciertas prácticas negativas y tomar nuevos rumbos, pienso que mi personalidad ayuda. Soy consensuadora, no soy problemática, cuando he tenido que tomar una decisión la he tomado, soy enemiga de generar conflictos permanentemente, lo cual no significa que no tenga firmeza en mis posiciones. Hay estilos para ejercer posiciones de autoridad, unos piensan que alzar la voz es imponer criterios, pero a la razón se la engríe con argumentos, no con gritos.
¿Casi 20 años en cargos políticos afectaron tu estructura familiar?
Mirando en retrospectiva siento cierta nostalgia. Pienso que tal vez pude a haber aprovechado más de la infancia de mis hijos, compartir con ellos más tiempo y mejor calidad de espacios, pero finalmente esas fueron las circunstancias de mi vida y creo que tomé las decisiones adecuadas. Cuando somos jóvenes tenemos ímpetu y muchas ganas, poseemos esa maquinaria multifacética que nos permite ser esposa, madre, hermana, hija, profesional, y mil cosas más a la vez, y la aprovechamos al máximo porque en el fondo somos personas de carne y hueso que buscamos oportunidades para superarnos.
¿Hubo reproches?
Somos un gran equipo familiar. Tengo dos hijos maravillosos a los que con mi marido hemos educado de la mejor manera. Son felices, son chicos realizados, independientes, creo que no pudimos haberlo hecho mejor. Para ellos nunca ha sido raro verme activa, dedicada a mi trabajo y responsabilidades. Siempre tuve muy presente que mi hogar requería ciertas horas y circunstancias de atención prioritaria, e hice lo necesario para mantener ese equilibrio. Los fines de semana eran familiares, salvo los que por motivos políticos me veía obligada a atender otras exigencias, pero lo cierto es que para mis hijos era lo cotidiano. Tuve mucha comprensión de su parte y pienso que valoraban verme contenta con mis obligaciones, eso les dio tranquilidad.
¿Qué consejo darías a las jóvenes mujeres que ven en ti un referente?
En la vida se trazan objetivos, pero deben tener claridad para saber que ciertas situaciones les pueden llevar por otro camino distinto al que tenían previsto. Las jóvenes tienen que valorarse, saber que pueden hacer un buen papel independientemente de cuán grande sea la responsabilidad, pero deben entender los tiempos y saber cuándo están preparadas para asumir ciertos retos para hacerlo responsablemente, dejando lo mejor de cada una. Deben disfrutar de lo que hacen y, a medida que van labrando su camino, seguir preparándose para las oportunidades que vendrán.