Por Caridad Vela
El país celebra los resultados de un proceso democrático que dio fin al estancamiento que sufrimos los últimos años, con una Asamblea Nacional devorada por pasiones negativas constantemente enfrentada a un Ejecutivo con problemas para encontrar la salida.
Bendita muerte cruzada que permitió renacer nuestras esperanzas y salir de la entropía que actuaba en Ecuador como ley natural. En ese desorden se rompió el tejido social, los sentimientos se exacerbaron y campeó la frustración. Hoy tenemos nuevas ilusiones, los objetivos salieron del cajón y cobraron vida gracias a nuestra voluntad heroica para manifestar un sorprendente nivel de resiliencia. Hemos superado la prueba con valor supremo.
Atentos estaremos para levantar nuestra voz si nuevamente vemos posiciones antagónicas en la Asamblea Nacional, que sin lógica ni fundamento, pretendan entorpecer el desarrollo del país. Habiendo visto el fondo del abismo, estamos listos para vivir la transición a la luz después de la oscuridad.
Todos amamos la misma bandera, no hay lealtad más sólida que esa, no hay factor de unión más poderoso. Ecuador merece ser el resultado de la suma de su gente buena, aquella que busca el mismo destino: vivir en libertad, con seguridad, crecimiento, inversión pública y privada, trabajo, salud y alimentación. Seamos todos valientes y caminemos por el sendero de la prosperidad sin permitir que nadie entorpezca el avance.
Este es un clamor silencioso que se extiende en la población como la niebla de este invierno, es un llamado a despertar y proteger lo nuestro. No más corrupción, no más promesas incumplidas, no más palabras vacías ni lenguajes laterales. El optimismo que hoy sentimos requiere de nuestro aporte para materializarse, no durante una semana o un mes, sino cada instante que la vida nos regale.
Escribir esta página es como conversar en silencio con ustedes, y en este silencio los invito a seguir siendo los arquitectos de nuestro destino, porque el poder no está solo en Carondelet o en el Palacio Legislativo, está en el conjunto de personas que tenemos una voluntad común y empujamos en la misma dirección. Ese poder está en el corazón de todos los ecuatorianos.
Hasta la próxima!