La vida de los ecuatorianos es todo menos aburrida. Situaciones políticas, económicas, sociales y hasta energéticas mueven el tablero con inusitada frecuencia. Somos una sociedad alerta y atenta para, de rato en rato, recibir algo que nos sacude, pero ya no nos encuentra desprevenidos.
Los titulares en los noticieros acaparan nuestro interés y con cierta frecuencia infunden ansiedad, pero si aprendemos a leer entre líneas encontraremos varios motivos para ser optimistas y, sobre todo, proactivos. Y no me refiero a ser optimistas sin razón, sino a mantener un enfoque equilibrado entre realismo y optimismo, para convertir al sector en un ejemplo de crecimiento sostenido.
Un escenario que parecería sacudir los cimientos de nuestras proyecciones nos enfrenta, una vez más, al reto de superarlo. Esto requiere soluciones cautas, pero audaces e innovadoras a la par, porque es precisamente en medio de estas pruebas donde la industria inmobiliaria encontrará fortaleza. Ya lo hemos hecho antes, y esa capacidad de adaptación nos ha permitido evolucionar frente a condiciones extremas (recordemos la pandemia), ante la que muchos promotores y constructores no solo sobrevivieron, sino prosperaron.
A pesar de los desafíos, Ecuador sigue siendo terreno fértil para la inversión porque somos un país dolarizado, y esa es una gran ventaja competitiva. Escribo estas líneas antes de conocer los resultados de la última Consulta Popular, pero confío en que la pregunta relativa al arbitraje internacional para solucionar controversias en materia de inversión; y la relacionada con el trabajo por horas, darán paso a la creación de políticas adecuadas que provocarán un clima de inversión más estable. Esto se traducirá en atracción de capitales internacionales y motivación para los inversionistas locales, y, quien sabe, talvez incluso se generen reglamentos innovadores para que funcionen las alianzas público privadas.
No menos importantes fueron las preguntas relacionadas con aspectos que mejorarán la seguridad en el país, lo que decantará en reformas que traerán paz a nuestra vida y, por ende, afectarán positivamente al clima de negocios. Sin el menor afán de entrar en digresiones políticas, que abundarán en este año de campaña electoral, he de rescatar que la colaboración entre los diversos actores del sector -desarrolladores, proveedores, instituciones financieras y autoridades gubernamentales- es esencial.
Trabajar juntos hacia objetivos comunes, con una visión clara y compartida, trazará la ruta para construir un sector más robusto, porque basta mirar a nuestro alrededor para reafirmar que Ecuador, y los ecuatorianos, tenemos todas las herramientas para enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades.
Hasta la próxima!
Caridad Vela