Diciembre 2024
Esta edición deja atrás un año difícil y recibe al 2025 con la mirada puesta en las oportunidades que nos esperan. El 2024 nos impuso una dura prueba, y la superamos adaptándonos a circunstancias adversas. Cambió nuestra esencia con este desafío, ya no somos los mismos, pero cambiamos para bien, porque al rozar fondo aceptamos que el único camino es hacia arriba. Y debemos andarlo.
Es fácil caer en la tentación de esperar soluciones mágicas desde el ámbito gubernamental. Para criticar somos expertos, pero, seamos sinceros, el progreso de un país depende tanto de la política pública como de la iniciativa privada. Tenemos la principal herramienta a la mano para pasar de la queja a la acción: las próximas elecciones presidenciales.
Rechacemos a los politiqueros baratos que ofrecen milagros de la noche a la mañana, trabajemos junto al candidato que entienda que la función del gobierno es ser el facilitador de políticas públicas que incentiven la inversión. Si el próximo presidente toma ese camino, si tan solo hace eso, al otro lado de la moneda encontrará empresarios valientes que, aun en medio de la incertidumbre, se atreven a apostar por el país.
El sector de la construcción, motor histórico de desarrollo y empleo en Ecuador, tiene un papel fundamental en esta misión. No podemos esperar de brazos cruzados que el gobierno resuelva la crisis energética o facilite las condiciones económicas ideales para la población. Pero sí podemos presionar para que el próximo gobierno, sea el que fuere, entienda que no solo construimos edificios, carreteras o puentes, sino que generamos trabajo y riqueza, y que cada proyecto que levantamos es una manifestación tangible de nuestra fe en que el mañana será mejor.
Hagamos de la construcción un símbolo de lo que podemos lograr cuando trabajamos unidos. Ya lo hicimos durante la pandemia, ya perdimos el miedo. El camino no será fácil, pero no estamos solos, somos parte de una cadena de valor que dignifica al ser humano. Este 2025 es un lienzo en blanco, pintémoslo con pasión, y con la convicción de que podemos levantar un Ecuador más fuerte.
La esperanza no se derrumba, se construye ladrillo a ladrillo, día a día.
Caridad Vela