Octubre 2024

Ecuador atraviesa una crisis energética que pone a prueba nuestra paciencia, capacidad de adaptación y resiliencia. Las dificultades no han sido pocas: crisis de seguridad, cortes de energía, interrupciones en nuestras actividades y la preocupación por el impacto económico y social que esto generará.

No es momento de hacer la danza de la lluvia, sino de actuar. Tenemos un futuro que construir juntos.

La frustración e impotencia ante una situación que parece no tener solución inmediata es comprensible. Personalmente pienso que estamos ante una oportunidad para reaccionar, actuar con determinación y mutar hacia un modelo de eficiencia energética no solo como respuesta a esta crisis, sino como una necesidad que puede transformar la economía de país, proteger el medio ambiente y mejorar nuestra calidad de vida.

Hemos enfrentado desastres naturales, crisis económicas, conflictos internos, y juntos, con espíritu solidario, hemos encontrado la fuerza para salir adelante. Esta crisis energética no será la excepción. Miremos más allá de los problemas inmediatos y enfoquémonos en cómo, desde nuestras acciones individuales y como sociedad, podemos contribuir a superar esta situación, porque todos tenemos una función que desempeñar, solo hay que encontrarla.

Basta de buscar culpables. ¿De qué nos sirve seguir hablando de la década perdida si ya la perdimos? Esos protagonistas ya no viven aquí, han jurado otras banderas y su corazón no es ecuatoriano. ¡Al olvido con ellos! Las críticas y las quejas tienen su lugar, pero estancarnos en ellas solo nos aleja de la meta.

Tomemos este desafío como el impulso que necesitamos para provocar un cambio profundo hacia un modelo de desarrollo realmente sostenible. Escuchemos el grito del planeta ante nuestro abuso. Recordemos que las grandes transformaciones surgen en momentos de dificultad, que las crisis son puntos de inflexión, oportunidades para repensar y reconstruir. Estamos en el lugar y la hora perfectos para dar un drástico giro de timón.

Que este sea el instante en que decidimos tomar las riendas del destino y juntos superar este desafío. Ecuador puede y debe salir adelante. La energía que necesitamos para construir nuestro futuro no está en la lluvia, está en el corazón de cada ecuatoriano.

¡Hasta la próxima!

Caridad Vela