Francisco Carrión Mena
TUMBACO
Por: Caridad Vela
Junio-Julio, 2014
Quiteño por nacimiento, alma y corazón. Ciudadano del mundo por vocación. El Embajador Francisco Carrión Mena es un hombre de formación humanista, que ha representado a Ecuador en varios países del mundo, entre embajadas y delegaciones especiales, dejando huella a su paso.
Entre los cargos desempeñados a lo largo de su vida, menciono pocos: Subsecretario de Soberanía Nacional, Viceministro de Relaciones Exteriores, Ministro de Relaciones Exteriores, Embajador en Francia, Gran Bretaña, España, y Representante de Ecuador ante las Naciones Unidas. Tiene a su haber varios artículos publicados en diferentes medios de comunicación que lo convierten en fuente de consulta en aspectos de trascendental importancia.
Francisco enfrenta ahora un nuevo reto, pues la Misión Permanente de Ecuador ante las Naciones Unidas en Ginebra, lo nombró Presidente del Comité Internacional de Naciones Unidas para la Protección de los Derechos de los Trabajadores Migrantes y sus Familias. Para orgullo nuestro, es la primera vez en la historia que este cargo es ocupado por un ecuatoriano.
Lo visito en la intimidad de su hogar, no solo para conocer más a fondo al personaje, sino porque mucho se habla de la belleza de Quinta Lutecia, y me intriga adentrarme en ella. Al llegar, un mágico patio central se despliega ante mi mirada. Me dejo absorber por su belleza antes de saludar a mis anfitriones.
¿De dónde surge el nombre Lutecia?
Esta casa la compramos cuando regresamos de París, donde tuve mi primera misión diplomática en el exterior. Tenía algo de ahorros y vendí un pequeño departamento en Quito para comprarla. Realmente era una casa en ruinas, pero el amplio terreno y las posibilidades que vimos nos llamaron la atención. La bautizamos con el nombre de Lutecia, porque es el nombre latino de París, y esa ciudad significa mucho para Paulina y para mí.
¿Cómo era la hacienda original?
Este sector fue originalmente la antigua hacienda de San Antonio de Cununyacu, que data de fines del siglo XVIII, y se extendía desde el Ilaló hasta prácticamente donde hoy está el Club El Nacional. Era una de las haciendas de lo que formaba el valle pobre de Tumbaco y Cumbayá, en esa época el valle rico, rico en todo sentido de la palabra, era el de Los Chillos. Ahí estaban las grandes y señoriales haciendas, ahí estaban las tierras fértiles y la lluvia bondadosa. Esta zona, que era muy seca y poco atractiva, hoy tiene un desarrollo inimaginable.
¿La hacienda era de tu familia?
La hacienda nunca fue nuestra, pero en 1969 mi abuelo Benjamín Carrión ganó el Premio Benito Juárez, reconocimiento muy importante que tenía un componente económico. Con el dinero ganado compró parte de la casa, no de la hacienda, a una señora de origen cuencano, llamada Erminia Alarcón, que era su propietaria, quien para subsistir arrendaba las habitaciones. La arquitectura original, en forma de C, permitió que mi abuelo adquiriera uno de los laterales. Lo restauró y lo convirtió en su quinta de fin de semana. Aquí transcurrió gran parte de mi adolescencia y juventud, pues yo era muy cercano a mi abuelo, en Quito vivíamos en la misma casa. La planta baja era de mi familia, mi abuelo vivía en el segundo piso, y en el tercero estaba su biblioteca.
Entonces este lugar era muy familiar…
Claro. Veníamos todos los fines de semana y en vacaciones. Íbamos a las piscinas, nos divertíamos en el campo y en el río San Pedro; hacíamos almuerzos y fiestas, y también nos recluíamos para estudiar para los exámenes. Los recuerdos eran tan maravillosos que esta casa era una especie de obsesión para mí. Pasan los años, y a nuestro regreso de París buscábamos comprar un inmueble, pero debía ser antiguo porque otra de mis obsesiones es la restauración. Esta casa era perfecta, no solo por el cariño, sino porque estaba en ruinas y eso me daba la oportunidad de recuperarla.
¿La señora Erminia Alarcón accedió a venderla?
Ella había fallecido y no tenía herederos directos. Me propuse la aventura de ubicar a sus sobrinos y logré contactar a uno de ellos. Le comenté mi intención de comprar la casa, y muy amablemente me contestó que su tía murió sin dejar arreglada su herencia, que no se había hecho la posesión efectiva, y tampoco se habían pagado impuestos. Habían transcurrido diez años desde su muerte, la casa no solo estaba en ruinas, sino que estaba en el limbo. Ahora reconozco mi audacia de aquella época, pero la emoción de tener esta propiedad pudo más que la razón.
¿O sea que compró un problema?
Literalmente así fue. Le propuse a este sobrino que yo pondría al día los temas legales. En aquella época, cuando había una herencia sin herederos directos, la Junta de Defensa Nacional se llevaba una parte de los bienes, es decir, como si fuese un sobrino más. Fue un trámite de años. Cuando todo estuvo listo fue necesario hacer reajustes al precio inicial, porque nos tomó seis años obtener la posesión del inmueble, lo cual sucedió justo cuando debíamos partir hacia Londres, a otra misión diplomática. Finalmente pagué $30.000 por un terreno de 1.5 hectáreas que tenía una casa que valía más botarla que reconstruirla, pero me decidí por lo segundo.
¿Al regreso de Londres llegaron a esta casa?
No. La casa estaba en ruinas, no tenía cubierta y la lluvia había hecho lo suyo. Tuve que vender una parte del terreno para reconstruirla porque no tenía los recursos. Un año y medio más tarde decidimos mudarnos para vivir aquí mientras seguíamos haciendo arreglos. Mi gran amigo y compañero de colegio, el Arq. Ramiro Samaniego fue quien me ayudó en todo el proceso. Le dije lo que quería y cómo lo quería, y él se encargó de la parte técnica arquitectónica. Para conservar el estilo de la casa era fundamental que se guardase la mayor cantidad posible de materiales existentes para reutilizarlos.
¿Qué materiales se mantuvieron?
Las vigas son originales, pero cumplen funciones decorativas, no estructurales. En algunos sectores mantuvimos el piso original de la casa, y replicamos ciertos elementos que no había suficientes, como las baldosas de cocina y baños, que se hicieron en Ambato. En el comedor, la sala y los pasillos observas los tejuelos originales, que son como ladrillos pero hexagonales, y las piezas que faltaron se fabricaron en Cuenca. Si bien la técnica actual para elaborarlos es distinta, el modelo es el original. También recuperamos las puertas, y en algunas de ellas incorporamos recuadros de vidrio porque eran de madera sólida y la casa por dentro era muy obscura. Las paredes son de adobón, de 1.10m de ancho, lo cual provoca que durante el día el clima sea más fresco en interiores que en exteriores.
En las puertas quedan algunos rezagos del viejo azul añil de la época…
Soy amante de los colores naturales y auténticos, sobre todo en materiales como madera. Fue un trabajo tedioso raspar y lijar las puertas para eliminar el azul añil que fue obligatorio hace años. El paso del tiempo embellece la madera, pero se aprecia más cuando se presenta honesta, sin lacas de color. Tenemos muchas cosas recicladas, como la mesa del comedor de diario y otras piezas sueltas que estaban abandonadas y poco a poco las hemos recuperado. La historia de cada una es muy interesante.
Dejamos la historia y volvemos al presente. Felicito al Embajador por el nuevo nombramiento. ¿Cuénteme de qué se trata?
Antes de entrar en materia debo aclarar que esta designación es a título personal, no a nivel de Gobierno, pues estoy fuera del servicio exterior oficial. Las Naciones Unidas, que es la organización multilateral global por excelencia, redactó y puso en vigencia una Convención Internacional para la Protección de los Trabajadores Migratorios y sus Familias, y he sido nombrado Presidente del Comité Internacional para los próximos dos años.
¿Cuál es el objetivo?
La visión de esta Convención se centra en los derechos humanos de los trabajadores migratorios y sus familias, y su misión está encaminada a protegerlos. Se hacen investigaciones prácticas y verificaciones in situ sobre la situación que viven los migrantes, e inclusive se manejan procesos de tipo académico para profundizar en conceptos. Partimos de la base de que no hay seres humanos legales o ilegales, sino personas en situación regular o irregular dentro de un país, con derechos que deben ser respetados. La Convención vigilia que se cumplan esas voluntades, y se encarga de divulgar sus políticas en distintos países, pues no todos los miembros de las Naciones Unidas son signatarios de este convenio.
¿Cuál es la situación actual del migrante a nivel mundial?
Casi 300 millones de seres humanos son migrantes, pero incluso esta estadística es relativa, pues los países reportan solamente el número de personas que han regularizado su situación. Los “sin papeles” no están considerados en este total, y se estima que el número real podría ser un 50% mayor al reportado. Dentro de esto, hay distintas categorías de migrantes: migrantes de salida, migrantes de tránsito, y migrantes de retorno; y en todos los casos hay un país de acogida, ya sea permanente o temporal.
¿Ecuador es país de acogida o de tránsito?
Ecuador es país de salida, de acogida, de retorno, y de tránsito. Este nombramiento representa un proceso personal, pues recuerda que fui Embajador en España entre el año 2000 y 2005, años en los que llegaron cerca de un millón de ecuatorianos a ese país. Mi gestión en la Embajada se centró fundamentalmente en atender las necesidades de estos compatriotas, que salieron del país y tuvieron una vida sumamente difícil en España. Ahora tengo la responsabilidad de gestionarlo a nivel mundial.