Treinta años han transcurrido desde que el Ing. Jorge Rosero, padre de David, funda esta empresa que, con esfuerzo y perseverancia, se ha convertido en símbolo de adaptación e innovación ante las variables de la demanda del mercado quiteño. Esta, que hoy es una empresa familiar de gran reconocimiento, es el resultado de mucho trabajo, dedicación y evolución.
Hace poco Constructora Rosero se convirtió en Rosero Construye. “Pasamos de ser sustantivo a ser verbo”, nos dice David, al tiempo que enfatiza que una de las premisas de su padre a través de los años ha sido desarrollar proyectos para generar trabajo y aportar a la belleza arquitectónica de Quito.
Todo sucede alrededor del Parque La Carolina. Hace tres décadas los edificios eran de siete pisos, hoy son de 19 e incluyen todo aquello que privilegia el estilo de vida del ser humano. David contagia el entusiasmo de su juventud al relatar el ADN de la empresa.
David Rosero
¿La zona del Parque La Carolina les ha sido generosa?
Mi padre siempre identificó a esta zona como el punto hacia donde se expandiría el híper centro de Quito. Durante su primer proyecto en la Andrade Marín y Eloy Alfaro, tuvo que enfrentar el reto de superar la crisis de fines del siglo pasado: congelamiento bancario, dolarización y protestas sociales. “Las siete plagas”, nos decía al describir aquella época, pero gracias a todas esas adversidades, él cimentó el activo más importante de esta empresa, la confianza del comprador, porque a pesar de que todo estaba en contra, el proyecto se terminó a tiempo, cumplió con todo lo ofrecido y dejó un valioso aprendizaje.
¿Qué siguió después?
Un proceso de crecimiento importante. Durante algunos años hacíamos un edificio de siete pisos por año, con 25 unidades cada uno. Ahora construimos cuatro edificios por año, de 19 plantas de altura con alrededor de 200 departamentos cada uno. Rosero Construye ha desarrollado 25 edificios en la zona de La Carolina, y todos son un aporte a la arquitectura de Quito. Eso se traduce en más de 1.500 unidades de venta entregadas a total satisfacción, en una zona que está dotada de toda la infraestructura necesaria para que la vida de la gente sea completa en todo sentido.
¿Cuál es la fórmula del éxito para un proyecto inmobiliario?
Son varios factores. Uno obviamente es la ubicación, pero hay que identificar quién es el comprador de esta zona, el cliente ideal, y para entender sus preferencias hay que hacer estudios constantemente. Nuestros edificios son comunidades activas, sociedades vivas, porque si bien construir hogares es lo más importante, todo va anclado a un estilo de vida determinado que se completa con las áreas comunales del edificio.
¿Por ejemplo?
Hoy en día es impensable que uno de estos edificios no tenga piscina, área de spa, sala de juegos, zonas de terraza, bar, espacios de coworking, business centers y seguridad, entre otros valores agregados. Todos nuestros edificios los tienen, son como clubes donde esta comunidad activa comparte la vida.
¿Y las áreas privadas?
Se ha dado una evolución sorprendente. En el año 98, por la conformación de las familias de aquella época, lo que más se vendía eran departamentos de tres habitaciones. Hoy estamos hablando de que un 70% del mercado está integrado por jóvenes que viven solos, o por familias de dos personas. Más allá de eso, algo sumamente importante son las mascotas, y esto se ha vuelto un detalle fundamental a la hora de diseñar los edificios.
¿Cómo está conformada la oferta de unidades en sus proyectos?
En nuestro último proyecto el 70% de las unidades fue de una habitación, el 20% de dos, y solo el 10% fue de tres habitaciones. El comprador actual ya no quiere dos salas, comedor del diario y comedor grande o dormitorios enormes, quiere espacios vivibles y cómodos, con áreas que no encarezcan el costo final de la unidad, ni las alícuotas de mantenimiento o los impuestos prediales. Hoy es un tema de precio, de practicidad y de optimizar la inversión.
¿Esa es la tendencia actual?
Habíamos detectado que el poder adquisitivo de la gente que quiere independizarse es limitado. Las personas buscan departamentos de una habitación, y la decisión, basada en nuestros estudios, fue crear unidades más pequeñas que las suites, que normalmente tienen entre 50 y 60m2, y ofrecer estudios mono-ambiente de alrededor de 30m2 que, al ser más pequeños, representan una inversión menor.
¿El mercado se muestra inclinado hacia esta oferta?
El éxito comercial es impresionante. Nuestras ventas muestran que esta es la tendencia actual. Obviamente el planteamiento lo hicimos optimizando espacios para no sacrificar comodidades, generando el equilibrio perfecto entre un diseño arquitectónico que contempla servicios completos y un menor costo de vivir frente al Parque la Carolina. En el Edificio Vida tuvimos que hacer una modificatoria al proyecto, porque entre las 180 unidades que ofrecíamos, solo 30 eran estudios, y se vendieron todos en dos semanas.
Y adaptaron la oferta…
Reaccionamos inmediatamente y nos adaptamos a este cambio. A pesar de que la normativa municipal no permite construir parqueaderos para departamentos de un dormitorio, vimos que esto no es un problema porque la gente está cada vez más dispuesta a utilizar medios de transporte distintos al vehículo, porque las distancias hacia todos los servicios son caminables si vives en el híper centro de Quito.
Innovación en todo sentido…
Somos ejecutores e innovadores. El mercado nos muestra sus preferencias y reaccionamos, imaginamos el proyecto y lo ejecutamos. No experimentamos con proyectos para ver cómo reacciona el mercado porque lo conocemos a fondo. Por esta razón no hacemos pre-ventas antes de iniciar la construcción, tenemos confianza en lo que ofrecemos y, gracias al tamaño de empresa que somos ahora, contamos con el apalancamiento necesario.
Otra de las características de sus proyectos es la preocupación con el medio ambiente…
Eso es fundamental en nuestra filosofía empresarial. La construcción es una de las industrias que más contaminación genera, pero también es la que más mueve toda la economía del país, y había que encontrar un balance en este sentido. Hace tres años empezamos a investigar que está sucediendo en el mundo en relación a este tema y fue cuando empezamos con el modelo de empresa B, en el cual nos estamos certificando, porque debemos encontrar tecnologías, materiales y sistemas constructivos que actúen con consciencia para emitir menos huella de carbono.
Mucho se habla de la huella de carbono. ¿Qué es exactamente?
Es la afectación que provocamos al ambiente con nuestra actividad, y hay que cuantificarla para entenderla y mitigarla. Contactamos a una fundación especializada en esto y finalmente entendimos que hay alternativas para compensar este daño y, a la par, cumplir con la matriz de eco-eficiencia del Municipio de Quito. Utilizar sanitarios que optimizan la descarga de agua o sensores eléctricos ayuda, pero no elimina el problema. Lo importante es neutralizar la huella de carbono que provoca la construcción de un edificio.
¿Cómo se logra la certificación de carbono neutro?
Los expertos en el tema nos dieron la respuesta: comprando un bosque. Y eso hicimos. Fuimos a la zona del Chocó ecuatoriano, donde la Fundación Jocotoco tiene una serie de reservas privadas, que en un 99% son mantenidas gracias a fondos extranjeros y Rosero Construye forma parte del 1% restante. Somos la primera empresa ecuatoriana en aportar para evitar la tala de árboles en 50 hectáreas de bosque en el Chocó.
¿El comprador de vivienda valora este esfuerzo?
No lo hicimos con propósito comercial sino con responsabilidad ambiental, pero vemos que nuestros compradores sí valoran el hecho de que al comprar un departamento están aportando a la preservación de 50 hectáreas de bosque, y esto supera en mucho cualquier oferta que podríamos lanzar al mercado. Hoy nuestros edificios son carbono neutro, y esa es nuestra bandera.
¿Harmony es un proyecto carbono neutro?
Harmony es el primer edificio carbono neutro en Ecuador, y está ubicado en la Ave. República de El Salvador. Son dos torres. Una tiene el ingreso sobre la Ave. República del Salvador y la oferta es exclusivamente de estudios de entre 25 y 35m2. La otra torre, que tiene ingreso desde calle Luxemburgo, ofrece suites de hasta 60m2, departamentos de dos dormitorios de hasta 90m2, y de tres dormitorios que van hasta 140m2.
Increíble la alta demanda por estudios de ese metraje…
Tanto así que en el proyecto Cielo, ubicado en la Portugal y Av. 6 de Diciembre, detrás de Banco Pichincha, el 100% de la oferta es de estudios con ese metraje. La acogida ha sido excepcional porque el proyecto está planteado con todos los amenities que busca el comprador actual para escalar en su estilo de vida. La construcción arrancó en noviembre 2021 y estamos avanzando según cronograma.
¿Y Adagio también saldrá a la venta este año?
Claro! Lo estamos lanzando en la Feria de Vivienda CLAVE. Está ubicado en las calles Noruega y Moscú. La oferta de vivienda presenta un 70% de estudios y el 30% restante se divide entre suites y departamentos de hasta tres dormitorios. Este es nuestro tercer proyecto de este año, y tenemos un cuarto proyecto que saldrá al mercado hacia finales de este año.
Sin duda, para Rosero Construye, este es el año de la reactivación…
Somos una empresa familiar que construye con pasión, con responsabilidad y con confianza en el país. Mi padre es ingeniero civil y es la cabeza de la empresa, mi madre se encarga del manejo administrativo, mi hermana es responsable de la parte arquitectónica, yo soy el gerente y me encargo de supervisar los aspectos constructivos. Tenemos el respaldo de un equipo multidisciplinario de primera categoría y generamos 140 fuentes de empleo directas y más de 350 indirectas. Tal vez no somos la mejor constructora de Ecuador, pero queremos ser la mejor constructora “para” el país.