El sector constructivo está en manos de jóvenes creativos e innovadores
Gustavo Dávila comenzó con su negocio en la década de los noventa. Como buen emprendedor, sus primeras operaciones ocurrieron en la sala de su casa. Era una oficina encargada de distribuir grifería e inodoros bajo pedido. Luego, paso a paso, como se forja un camino estable, Gustavo creó DAVCE, nombre que abrevia Dávila Vázconez, su apellido y el de sus socios.
Actualmente, DAVCE tiene 26 años de trayectoria en el mercado ecuatoriano y distribuye importantes marcas como FV, Briggs, Graiman, Intaco, Teka, Tres. Son mayoristas en baños y cocinas, y su producto se puede apreciar en varios edificios del país, pues trabajan con los constructores más reconocidos de Ecuador.
Gustavo reconoce que la coyuntura económica y política es dura. Que los años de bonanza o de boom para la construcción tuvieron un ajuste tras la aprobación de la Ley de Plusvalía, una Ley que para opinión de Gustavo debe ser derogada, pues del sector de la construcción dependen obreros, carpinteros, plomeros, ingenieros, distribuidores y fabricantes de materiales y acabados de construcción, promotores, etc. Es una industria boyante que, más que restricciones, necesita de incentivos para volver a generar empleo.
Gustavo, además de ser empresario, es humanista. Cree firmemente en la capacidad del ser humano para crecer, no solo en riqueza, sino en creatividad e innovación. Cree en su capacidad de adaptación y en su empuje para salir adelante aún en situaciones adversas. Esa filosofía es la que ha hecho que su lema sea: ‘CONSTRUCTORES DE ESPERANZA’. Por eso, conversamos con Gustavo para que nos aclare el panorama actual en el sector constructivo. Para entender las limitaciones del mercado y sobre todo comprender las potencialidades que deben explotarse.
¿Estamos viviendo el resultado de la Ley de Plusvalía?
Sin duda, esta Ley ha provocado una contracción en la construcción. Es una afectación directa que se traduce en despidos, problemas de rentabilidad y falta de liquidez. Como proveedores debemos unirnos y hacernos escuchar para que se tomen medidas correctivas.
Como proveedor, ¿qué cambios siente en la decisión del cliente?
Que ya no adquiere materiales para todo el proyecto, ahora lo hace por partes y requiere mayor plazo para el pago, debido a la liquidez, fruto de la baja de ventas.
Eso se traduce en una baja en la rentabilidad, ¿a cuánto ha bajado?
Ahora estamos hablando de una rentabilidad desde 6 %. Es bajísimo. Vivimos una guerra descomunal entre proveedores.
En esta dura época, ¿qué destaca del sector constructivo?
Su capacidad de renovación. Es increíble la calidad en términos de diseño, de construcción y acabados que existe en el país. Y si bien se cierra una etapa con algunos constructores, las generaciones venideras están tomando la posta y no dejan de sorprender.
¿Alguna grata sorpresa que se haya dado recientemente?
Hay algunas, pero puedo mencionar a Diego Banderas, un admirable y reconocido arquitecto que ha ganado varios premios al Ornato y hace poco su hijo Carlos ganó otro en Manta. El legado de Diego está en las mejores manos.
¿Qué aporta esta nueva generación de arquitectos?
Uno de sus principales aportes es la mirada más empresarial que tienen del sector.
Esa preparación de hoy en día los hace ser capaces de conocer, además de arquitectura y/o ingeniería de administración y marketing. Hace unas semanas estaba con un cliente y su hijo, su padre estaba preocupado porque su más reciente edificio no se había vendido a la totalidad. El hijo le hizo un breve análisis del mercado, cargado de esperanza, pero sustentado, que seguramente modificó la perspectiva de su padre.
Y en términos de diseño y arquitectura, ¿cuál es el aporte de los más jóvenes?
Que no se ponen límites. Hay un aporte en tendencias que es genial, un verdadero dinamismo y ganas de romper esquemas. Tienen otra concepción del espacio, le agregan un concepto al diseño, optimizan metros cuadrados. Incluso, hay una tendencia muy marcada de dotar de mejores espacios comunales en los edificios. Hacen recibidores más llamativos, juegan con materiales y combinan elementos que dan resultados exitosos.
¿Este aporte es necesario en época de contracción?
Por supuesto, porque si estamos en una época en la que el inversor es más cauto, el proyecto tiene que ser llamativo, novedoso y de alta calidad para animar al capitalista.
¿Qué otros arquitectos tienen su legado en marcha?
Hay muchos. Nosotros, actualmente, trabajamos con 26 clientes que pertenecen a esta nueva generación y, la mayoría de ellos, sostienen el apellido de un padre reconocido en el sector de la construcción. Entre arquitectos, puedo mencionar a Francisco Mejía, Joseph Schwarzkopf, Carla Santos, Gabriel Rivera, Pedro Ordóñez, Carla Prado, Marcos Garcés, Diego Salazar, Jorge Calero, Pablo Castro, Verónica Paredes, por nombrar a algunos.
Tiene suerte de llevar algo más de dos décadas en el sector constructivo y haber trabajado con los padres y ahora con los hijos, ¿cuál es su análisis de esta experiencia?
Me parece increíble sentir el ánimo y el ñeque que tienen los jóvenes. Ellos ahora sostienen un legado, un nombre y tienen esa responsabilidad de continuar. Incluso caminar en pos de que el alumno supere al maestro, demostrando progreso.
¿Progreso en qué sentido?
De creatividad en el diseño, sumada y apoyada en las nuevas tecnologías. Los edificios inteligentes son una muestra de este resultado. También sorprende el manejo del marketing. Le doy un ejemplo, Alfredo Jaramillo y Antonio son ingenieros, pero la diferencia entre Alfredo y su hijo es que él aporta, además, con una visión de mercadeo. Ha desarrollado estrategias digitales para posicionar y vender los proyectos.
Entonces, ¿además de construir hay que elaborar y vender un concepto?
Precisamente. Ahora con la tecnología y las ideas que aportan la nueva generación de constructores, podemos acercarnos a un edificio, a un proyecto sin estar viéndolo. Es como lo primero que nos atrae y, por supuesto, la experiencia de visitar un departamento modelo es vivencial. Es una recreación precisa del producto final, completamente sensorial.
Mencionó a los arquitectos que dejan legados. ¿Y los ingenieros quiénes son?
Nombraré a algunos. Por ejemplo, Dimitri Riofrío, Alex Tamayo, Álvaro Guerrero, Mario Álvarez, Santiago Salazar, Christian Soria, Julián Escobar, Flavio Sánchez…
¿Los nuevos arquitectos e ingenieros tienen mayor empatía con el mercado actual?
Sí, definitivamente ese es otro aporte. Las personas entre 28 y 35 años son quienes quieren invertir y buscan su primera vivienda o un bien como inversión. Ellos se inclinan a la innovación y la nueva generación entiende y satisface sus necesidades.
¿En qué aportan los padres o arquitectos de otra generación?
En la experiencia. Pues, es una ventaja saber que cuentan con un referente de la industria como respaldo. Además, quienes les enseñaron a volar fueron sus padres. La sabiduría de la edad y la innovación de la juventud son una garantía.
¿Destaca la arquitectura y la construcción ecuatoriana?
Y con muchísimo orgullo. Ver que hay proyectos que compiten por premios internacionales. Ver a ecuatorianos que triunfan dentro y fuera de sus fronteras. Definitivamente, la campaña a favor de Made in Ecuador es fundamental para comprender que aquí tenemos todo. La época es dura pero no hay crisis que no se supere con ideas, con empuje y ganas.
¿Mira con optimismo el año 2018?
Es triste ver que muchos trabajadores de la construcción han perdido sus trabajos y sus hijos no tendrán Navidad. Deben derogar la Ley de Plusvalía, el sector de la construcción tendrá todo el potencial para generar confianza y crecer. Hay talento, calidad y creatividad para seguir despuntando.