Por Pamela Cevallos
Su pasión por el diseño interior saca a relucir su seguridad y conocimiento innato sobre el tema. Daniela León es profesional en Managment y Marketing, además de ser diseñadora de interiores, su segunda profesión a la que siempre llevó en el alma.
Luego de trabajar mucho tiempo en una telefónica internacional decidió dedicarse a la crianza de sus hijos, sin que eso impida que, de vez en cuando, sus amigos y familiares buscaran asesoría para la decoración de sus espacios familiares. “Cuando vino mi tercer hijo siempre estaba haciendo algo porque mis amigos me pedían decorar sus casas. Creo que veían criterio en mis diseños, sentido común. Un 31 de diciembre mi esposo me pidió prometer que nunca más voy a regalar mi tiempo ni mi conocimiento. “Debes dedicarte al diseño interior de manera formal, me dijo”. Así, hace ya 10 años, fue como comenzó a indagar, estudiar, y a entender mejor la parte técnica.
Daniela es madre de tres niños de 16, 12 y 8 años. Está casada con Santiago Guzmán, quien le ha ayudado siempre a cumplir sus sueños y es con quien comparte el gusto por el diseño interior y arquitectura. “Conocí la historia de Madeleine Albright, quien en una biografía cuenta que dejó su vida profesional para criar a sus hijos para luego volver con fuerza a su trabajo. Esta historia me inspiró”, dice.
Para ella el conocimiento es indispensable para promover una idea. La técnica que existe detrás de cada pieza o detalle es importante para el resultado final. Estudió online en varios institutos de Nueva York, y permanentemente busca cursos que la actualicen en las tendencias mundiales. “EEUU, España, Brasil son muy diferentes, tienen tendencias que distan muchísimo entre ellas. Por eso siempre estoy investigando, estudiando, actualizando mis conocimientos en varios lugares. Me gusta alimentarme de otras culturas, evolucionar mi diseño. Es la única forma de mantenerte a la vanguardia y refrescar tus conocimientos”.
La casa en donde se realizó esta entrevista fue diseñada por ella. Allí el estilo ecléctico es el que prima. Piezas coloniales que habían sido heredadas por los dueños fueron exquisitamente expuestas en un diseño arquitectónico completamente lineal. “Traté de buscar equilibrio entre lo viejo y lo contemporáneo. La casa tiene muchos detalles en piedra y algunos en madera que fueron utilizados estratégicamente para que cada pieza luzca perfecta”.
El lugar cuenta con piezas antiguas únicas, y Daniela tuvo que adaptar la modernidad a estas valiosas figuras y obras que lucen en un fondo celeste grisáceo y da protagonismo a cada una de ellas. La casa fue construida por el arquitecto Leopoldo Arteta, quien hizo largas caminatas con Daniela para concebir una fachada colonial con rasgos contemporáneos.
En el frente la residencia tiene un balcón y una cochera con teja. Su diseño es lineal y tiene dos toques de madera con dinteles. Tiene un patio interno enmarcado en un detalle de hueso de codo de oveja, inspirado en los patios del Centro Histórico. La puerta de ingreso es de madera y muy grande, en cuyo centro tiene una cerradura plateada de gran formato que permite manejar el peso del blindaje y facilita el movimiento.
La familia tenía una colección de alfombras que ahora dan vida y delinean cada espacio. Los dueños de casa siempre estuvieron ligados al arte, por eso es muy importante para ellos que obras con valor histórico se exhiban en su hogar. “Las alfombras son básicas, brindan una calidez especial a los ambientes. En la sala exterior se colocó una alfombra marroquí de paja, de secado rápido, perfecta para el espacio”.
El estudio es, a la vez, un cuarto de huéspedes que tiene su propio walking closet, baño y una pequeña cava. El baño es de piedra de río, colocada una a una, tanto en la ducha como en las paredes. La habitación cuenta con un escritorio de madera proveniente de un barco, que fue comprado en un anticuario.
El área del comedor es el escenario para un gran cuadro con la Virgen de Legarda. En el centro cuelga una lámpara antigua tipo araña, a la cual Daniela añadió una pantalla blanca que la rodea. Candelabros, artículos de plata, y de fondo un bodegón español perfectamente enmarcado en dorado completan el ambiente. La mesa es lineal, de mármol y sus sillas son de estilo contemporáneo.
La casa en su frente es bastante cerrada, pero en la parte trasera cuenta con ventanales de techo a piso y de pared a pared, que enmarcan la naturaleza del exterior y funden elegantemente los cuatro ambientes, sin que ninguno pierda su exclusividad. En el exterior también existe una sala, un comedor y una zona de parrilla.
El baño social tiene como base una piedra gigante que Daniela mandó a tallar para transformarla en lavabo; le acompaña un espejo enmarcado en pan de oro que resalta en medio del negro puro de pisos y paredes. El mismo tono está en el resto de la planta baja. Es piedra negra de la India la que recubre los pisos de sala, comedor y espacios exteriores. “En el espacio de la terraza se mezcló esta piedra con grano lavado para darle un toque distinto y diferenciarla del interior. La forma de colocar la piedra también es desigual”, explica.
La terraza muestra en distintos espacios una colección de lámparas árabes. A Daniela le encanta el estilo étnico y lo articula muy bien con lo moderno. De hecho, la casa tiene materiales como piedra, ladrillo, cerámica y vidrio, fundidos en un estilo ecléctico muy bien plasmado.
Su trabajo es silencioso, pero los resultados hablan alto de su profesionalismo. “Soy cauta, súper responsable de lo que hago, y respeto la confianza que me entregan los clientes, pero a la vez disfruto tanto de mi trabajo que al espacio lo hago mío. Cada obra es diferente, cada obra toma tiempo. Soy respetuosa de mantener el criterio y el gusto de los dueños de casa y trato de no imponer mi estilo, ese es uno de los retos del diseñador. Cuando termino un proyecto cierro la puerta y el recuerdo queda para mí, de lo contario siento que invado el espacio familiar de las personas”.
Esta diseñadora de interiores quiteña ha dejado su huella también en Guayaquil, sabe cómo funcionan ambas ciudades, algo que le ayuda muchísimo en la toma de decisiones. “En Quito tuve la oportunidad de decorar un departamento a mi total gusto. Los propietarios me dieron un presupuesto y me dijeron ‘haz lo que quieras’. Estuvieron encantados con el resultado y yo feliz. Hasta elegí el departamento, pues se trataba de los dueños de un proyecto inmobiliario. Entendí que ponían algo muy importante en mis manos. Fue una linda experiencia”. Daniela ve al diseño interior como una forma de entrar en la vida privada de las personas, por lo que imprime a su labor mucho respeto.
Entregar un resultado único a sus clientes es la meta. Para ello, ha creado una metodología de trabajo muy estricta. Tiene su equipo al que considera eficiente y completo, y aunque piensa que en Ecuador el diseñador de interiores se enfrenta a grandes retos, siempre busca que las piezas elegidas no puedan encontrarse fácilmente. “Lo más importante en una casa es el arte, no la copia. Este punto de vista es muy valioso. Diferenciar mi trabajo es muy importante y he logrado una sensibilidad extrema para elegir piezas únicas. No importa si me toma más o menos tiempo, me gusta encontrar lo que queda perfecto. Camino, busco, viajo y entrego un espacio original”.
Daniela ha realizado varios proyectos y ahora busca creatividad fresca. “Mi proyecto en este momento es viajar, estoy cansada y necesito renovarme. Aprovecharé mi paso por París para aprender, pues tomaré un curso de diseño de interiores. Disfruto con corazón mi trabajo y agradezco a Dios porque hago lo que me gusta”.