Propuestas Integrales
Por: Irene Ycaza Arteta
Diciembre 2013 – Enero 2014
Daniel Luis Muñoz podría ser considerado como uno de los profesionales más integrales en el país. Además de arquitecto es interiorista, tiene una tienda de decoración, es empresario, y un autodidacta de la psicología. Proyectos en todo Guayaquil llevan su firma: arquitectura estructurada en Plaza Lago, casas tropicales en La Ensenada en Isla Mocolí, y proyectos más modernos en la Vía a Samborondón.
No es una persona de tendencias. La inspiración le llega de lo que capta visualmente, analizando lo que empieza a incorporarse en el gusto de la gente, pero no necesariamente se deja llevar por las modas. Como los mejores interioristas, es un fiel creyente en la radical importancia de reflejar la personalidad de su cliente en cada obra. Ha trabajado con propuestas clásicas, contemporáneas, modernas, étnicas, y tropicales; y con todas ha superado el éxito esperado.
Su último trabajo, que captamos en estas imágenes, es una oficina corporativa donde prima el blanco. Fachadas, paredes, techos, mobiliario… todo en blanco. Juega con materiales y texturas, combinándolos con colores neutros para crear efectos perfectos.
Si bien el blanco es un color frío, Daniel Luis logra con él ambientes cálidos. Cada espacio está tan bien pensado que luce por sí solo, y es un complemento al cuadro general del espacio. Pequeños acentos de color se ven en ciertas áreas, logrados con efectos de iluminación, y con la incorporación de la vegetación exterior que presenta colores más brillantes al estar enmarcados en un ambiente puramente blanco.
Trabajó de la mano con paisajistas para lograr integrar el verde tropical exterior al interior de las oficinas. En el ingreso incluyó un árbol inmenso, no sólo como herramienta de decoración sino por funcionalidad, ya que en la tarde el sol alumbra directamente a la zona de recepción. El recurso del árbol fue una de las soluciones que utilizó, así como chazas en las ventanas, que luego se repiten en el interior de las oficinas para dotarlas de carácter.
En la remodelación se cambió la fachada pero se mantuvieron los pilares que mostraban una estructura al más puro estilo español, transformándola en arquitectura tropical, digna de cualquier isla caribeña. Utilizó grandes aleros, inspirándose en el clima y el mar de las islas; las chasas pensando en el Guayaquil antiguo, en las caídas de sol y en la funcionalidad. Un lugar con esas características provee la relajación necesaria para lograr mayor eficiencia laboral.
Durante la construcción se encontraron con sorpresas que supo transformar en oportunidades. Fue una obra hecha con mucho cariño, pues Daniel Luis conocía a estos clientes al haber trabajado con ellos anteriormente. La química existente generó la consecuente comunicación perfecta. Un cliente fácil que lo escuchó, y él a su cliente.
Para Daniel Luis las mejores obras son aquellas que el cliente las asimila como una inversión, no necesariamente gastando una fortuna, pero comprando objetos de calidad. El piso es de porcelanato madereado; las puertas tienen un barniz de poliéster automotriz (laca resistente, con barinz para obtener brillo), el diseño en los techos es provocado por la estructura existente con el sello personal de Daniel Luis. Se jugó con los ductos de aire, con las alturas, y con la estructura de la casa, para crear un segundo piso. Se ampliaron corredores y se aprovecharon áreas que estaban desperdiciadas. Y así, una oficina de 500m2 de construcción se convirtió en una de 900m2, utilizando la misma estructura.
Las ventanas se las hizo rectangulares y con bordes, dando uso a las estructuras de múltiples pilares que tenía la casa. La propuesta conceptual inicial le recordaba a las playas de Bahamas, con ventiladores en el techo y arena blanca frente al mar, y esa fue su inspiración.
Hay muy pocos acentos de color, porque el concepto era mantener la decoración dentro de una línea corporativa, pero incluyó variedad de texturas en el piso y trabajó a detalle la iluminación para que el ambiente luzca cálido. La calidez la logró por medio del juego entre luces y sombras, positivos y negativos, apoyándose en el verde del exterior integrarlos al interior de la oficina.
El gusto por el diseño y la creatividad es genético en el caso de Daniel Luis. Su padre fue un arquitecto frustrado, que por cosas de la vida se dedicó a otros asuntos, pero tumbó su casa al menos tres veces y siempre hizo constantes remodelaciones. De ahí que Daniel Luis vivió involucrado en procesos constructivos, más aún cuando su ambiente familiar también giraba en torno a arquitectura, escultura y artes plásticas.
Siempre tuvo muy claro cuál sería su profesión. Desde pequeño le gustó la arquitectura, dibujaba planos a los 10 años, y las constantes remodelaciones de su casa fueron su escuela. Al comienzo su padre no ponía atención a sus comentarios, pero con el pasar del tiempo encontró criterio en sus propuestas. Juntos asistían a subastas, traían antigüedades de Quito y las combinaban con estilos más contemporáneos. Ese aprendizaje se refleja en el estilo profesional de trabajo que ha adquirido Daniel Luis.
Es, además, un autodidacta de la psicología. Durante sus años en la universidad tomó materias electivas relacionadas con el tema, lo que le ha servido inmensamente al momento de escuchar, entender e interpretar al cliente, para guiarlo y reflejar los gustos de varias personas en una misma obra.
Su excelencia en decoración no es fortuita, también tiene su toque académico, pues durante un semestre en sus años de universidad aprovechó para tomar cursos que le han dotado de mejores herramientas para realizar su trabajo. Textiles, juego de colores, diseño de jardines, iluminación, son conocimientos que lo ayudan en la práctica integral de su actividad.
Casa Veranda, el local comercial de decoración, nace tras enfrentar continuos problemas para encontrar los artículos que requería para sus proyectos. La idea era tener un almacén donde encontrar acentos y elementos que den personalidad a los espacios, y la oferta local no era suficiente. Fue entonces que inició una relación comercial con su antigua cliente, María José Serrano de Noboa. En Casa Veranda se encuentra una gran variedad de muebles en exposición, que se renuevan por temporadas y presentan espacios armados a la perfección.
Dentro de su capacidad creativa, Daniel Luis hace propuestas de diseño modernas, contemporáneas, eclécticas y versátiles que permiten combinación de estilos. Evita lo recargado, utiliza mucho las texturas, presta especial atención a la iluminación y a la integración de espacios exteriores con interiores. Para él, el estilo moderno es mucho más fácil de concebir porque es más flexible, se puede descomponer y adaptar. Sin embargo, respeta el diseño clásico porque sabe que en diseño hay reglas inamovibles.
Cuando Daniel Luis es contratado como arquitecto y decorador en un mismo proyecto tiene una gran ventaja, ya que desde un inicio, al hacer los planos, va ubicando el mobiliario y determinando la iluminación correcta. Así, con anticipación tiene muy claro lo que necesita y lo que será funcional, para ubicar cada elemento en el espacio idóneo.
Hay algo innato de buen gusto y habilidad visual en su personalidad, que combinados con su preparación académica logran exitosos resultados en sus proyectos. Utiliza colores neutros en tonalidades de gris, blanco o beige, pero no hay medias tintas en sus propuestas. Sus diseños son definidos, muy claros o muy dramáticos, en los que usa tonalidades más oscuras de gris, plomo o grafito. Espacios como una sala de música ameritarían usar colores más atreviso como un negro, con cuadros o elementos de fondo blanco.
Lo que se viene en las propuestas de Daniel Luis, es el anti look, donde se combinan elementos que antes eran impensables. La geometría estricta y los juegos de muebles no van con él. Más bien se identifica con propuestas que combinan objetos totalmente distintos que juntos logran un efecto agradable.
No cree en las reglas y mucho menos en las tendencias. Sin embargo, mira como en Ecuador el diseño se está modernizando. De los europeos admira la arquitectura antigua que combina en su decoración muebles contemporáneos y modernos con piezas clásicas; o casas modernas con antiguas y grandes lámparas heredadas. De los italianos ha aprendido a combinar hasta lo más inaudito. Le sorprende como utilizan, muebles de concha en casas de ciudad, cuando en Guayaquil se piensa que son solamente para la playa.
El atrevimiento en los conceptos de interiorismo está adquiriendo un espacio en la escena del diseño ecuatoriano. Éxito completo es lo que augura el futuro para un profesional integral como Daniel Luis Muñoz, por su buen gusto, excelente ojo, y propuestas innovadoras para todos los estilos.