Por Lorena Ballesteros
Consuelo Salas y yo nos saludamos como si nos conociéramos de antes. Únicamente habíamos mantenido un par de llamadas telefónicas para coordinar nuestro encuentro, pero la calidez de su voz me hizo pensar que sería una conversación fácil y fluida. Finalmente, cuando nos vemos, es como si dos amigas hubieran quedado para tomar un café y ponerse al día en sus vidas.
Consuelo es de hablar pausado, sin prisa y con mucho respeto hacia su interlocutor. Tiene mucho para contar: alrededor de 30 años de experiencia laboral, una década de maternidad y un reciente divorcio que la llevó a volver a empezar.
Aunque estudió Publicidad en la UTE y su carrera apuntaba hacia su hemisferio más creativo, fue seducida por las ventas y las relaciones públicas. Hizo bien en tomar ese camino, pues tiene un don para tratar con las personas. Quienes la conocen a fondo seguramente la describirán como una mujer serena, tolerante y con buen equilibrio entre cabeza y corazón.
¿Cómo inició tu vida profesional?
Comenzó hace algunos años en el área comercial de Nestlé. Luego me vinculé a Grupo K, una empresa de publicidad exterior que me enriqueció y fortaleció mis técnicas comerciales. Con esa experiencia y los nuevos conocimientos que logré pude desempeñar nuevas funciones. La siguiente parada fue en Revista Diners, donde también tuve un cargo comercial y trabajé durante una década. Viví la transición de formatos de la revista y palpé de cerca las historias que contaron por ese entonces las grandes plumas ecuatorianas.
¿Cuál fue el siguiente paso?
Después de esa experiencia laboral puse en pausa temporal mi talento para las ventas y decidí explorar mi lado creativo. Me vinculé a Una Idea, empresa de diseño interior personalizado. En ese entonces había poca oferta de ese tipo. Era maravilloso diseñar para una empresa o una familia determinada. Conocer sus costumbres, su dinámica y en base a eso crear muebles y conceptos a medida. Una de mis primeras obras fue el Banco Popular, un edificio que por su arquitectura se convirtió en referente de la ciudad.
¿A partir de ahí continuaste en el mundo del diseño?
No. Mi vocación comercial ha sido decisoria en mi vida. Actualmente soy Gerente Comercial en Ascensores Internacionales, representante exclusivo para Ecuador de Hyundai Elevator. Ocupo este cargo desde hace cuatro años.
¿Es difícil vender?
Creo que todos sabemos vender. Siempre estamos vendiendo algo.
¿Qué cualidades buscas en tu equipo de trabajo?
No busco tipo de personalidades. No es cierto que una persona extrovertida sea necesariamente buena para el área comercial. De hecho, los tímidos a veces venden más, porque saben escuchar. Yo busco eso, humildad, lealtad y que sepan escuchar las necesidades del otro.
¿Estás a gusto en Asensores Internacionales?
Mucho, es dinámico, y estoy muy contenta porque me permite equilibrar la maternidad con lo laboral. Me encanta que Ascensores Internacionales tiene una oferta con mucho diseño y que podemos personalizar el producto. Es motivante estar al día en tecnología y ofrecer “un viaje cómodo” a nuestros clientes.
¿Cómo describes tu momento actual?
Creo que el pasar del tiempo te da madurez. Me he vuelto una persona selectiva, positiva. Cada día lo vivo intensamente, el tiempo es corto y no puedes perderlo. Todo lo que hago tiene que ser de calidad: los momentos con mi hijo, el tiempo de descanso, el tiempo de trabajo y el de familia.
Háblame de tu hijo…
Samuel tiene 10 años. Llegó pasada la cuarta década de mi vida, cuando creía que Dios había decidido que ya no sería mamá. Volcó mi corazón al enseñarme la manera más pura de amar, a tal punto que mi mundo gira alrededor del sol y ese sol se llama Samuel. Por él he cambiado mi dinámica laboral. Madrugo, llego muy temprano a trabajar, entre 07:30 y 08:00. A las 14:00 salgo de la oficina y cambio de chip, me transformo en chofer, psicóloga, amiga, madre y asumo todos esos roles que desempeñamos las mujeres cuando nos llega la maternidad.
¿Cuáles son las ventajas de ser mamá en una edad madura?
La edad te hace valorar, te da balance. Esperé ser madre mucho tiempo y cuando llegó, revolucionó todo. Un hijo te cambia la vida. Mi madurez me ha dado claridad para entender mis prioridades, soy una mujer profesional, pero lo primero es mi hijo, y ahora mis metas son maternales y profesionales. Después de 15 años de matrimonio decidí divorciarme y continuar acompañada de Samuel. Él es ahora el hombre de mi corazón.
¿Se te complicó la vida con el divorcio?
Fue un desafío que me ha rejuvenecido porque volví a empezar, pero el divorcio debe ser la última opción en la vida de una pareja. Ese fue mi caso. No quedó en mí y eso abona a mi paz interior. Mi exesposo es una buena persona, un buen profesional, es un gran padre y ahora somos mejores amigos de lo que éramos antes. Estoy tranquila.
¿Te asustó volver a empezar?
Aprendí que nunca es tarde para volver a empezar. De hecho, no descarto la posibilidad de retomar el camino sentimental, pero por ahora mi centro es mi hijo. Con los años aprendemos que tenemos la opción de escoger el camino que queremos, y yo tenía dos opciones: continuar en una zona de confort o enfrentar el futuro con fe y agarrada de Dios. Lo espiritual es muy importante para mí. Teniendo a Dios en mi vida, una mente lúcida, dos manos para trabajar y la fuerza del amor, tengo todo para salir adelante. Al final, creo que el divorcio me ha hecho más valiente.
El proceso del divorcio es un dejar ir de muchas cosas. ¿Es duro cuando tu hijo se va con su papá?
Las primeras veces fue muy duro. Lloraba. Me afectaba su ausencia, esa soledad, ese vacío que dejaba. Pero luego me di cuenta de que, así como yo tengo mi espacio con Samuel, su padre también lo merece. Ambos tenemos el mismo derecho de compartir con nuestro hijo. Decidí aprovechar mi tiempo en cosas que había dejado postergadas por el trajín diario. Ahora ese es mi tiempo y lo disfruto también.
¿Qué haces en ese tiempo libre?
Redescubrirme. Me gusta leer. Leo libros de autoayuda, leo la Bilbia y me enriquezco con su palabra. Tengo tiempo para poner en orden las cosas, limpiar los clósets, deshacerme de lo que no necesito. También he descubierto que hay muchas mujeres que viven situaciones similares y he compartido con ellas, creo que nos ayudamos mutuamente al compartir experiencias.
¿Y cuando estás con tu hijo?
Comparto todo con él. Salgo del trabajo y me pongo en modo mamá. Llego a casa y soy una niña más. Samuel está en clases de tenis en el Club Terra Verde, ahí muchas veces jugamos juntos. Con mi actividad profesional a veces es inevitable contestar una llamada, atender citas urgentes o realizar viajes de trabajo a Guayaquil o Cuenca, que duran entre uno y tres días. Es complicado, pero gracias a Dios cuento con el apoyo del papá y también de mi mamá. Así lo logramos las mujeres que somos madres y trabajamos, pero la mayoría de las tardes estoy dedicada exclusivamente a Samuel.