PEDÍ A DIOS UN HUERTO, Y ME REGALÓ UN PLANETA 

Claudia es la definición de eficiencia y decisión. Paso a paso traza su camino y lo transita sin titubeos. En ella crecen las pasiones instintivamente, de forma orgánica, sin conceptos ni limitaciones que podrían atarla a lo pre establecido. 

Es una mujer exploradora, innovadora y transformadora. Su mente y corazón siempre abiertos tienen propósitos e ideales definidos. Menos miedo, más amor, más acción, es su lema. Su objetivo es producir sin destruir. ¿Su propósito? “Que Ecuador sea el corazón natural del planeta, que a través de la educación transformativa se convierta en la energía de la evolución”. 

Su camino empezó como todos: con un primer paso, pequeño pero decidido. Una albahaca que trajo de la casa de su madre fue el detonante que motivó esa conexión con la naturaleza, y en poco tiempo se transformó en un proyecto de vida de dimensiones inesperadas.  

Claudia nos sorprende en esta entrevista que pretendía ser una guía del buen uso de las plantas en nuestros espacios, y por ahí empezamos, pero superó con creces nuestras expectativas y nos deja un cúmulo de valiosos aprendizajes. 

¿Las plantas interiores no son meros elementos decorativos? 

Alguien en el proceso de desarrollo lo vio solo como un elemento de producción o decoración, y se olvidó que es importantísimo seguir el camino de la evolución. Ese error se da en muchos aspectos, desde el diseño de las ciudades hasta el diseño de nuestras casas y los espacios que habitamos. Yo vivía en un lugar muy bonito y privilegiado que tenía linda vista, viento natural y luz solar. Pero era un bloque de cemento en medio de una ciudad que cada vez tiene menos áreas verdes.  

Eso te perturbaba… 

Claro, porque esa desconexión con la naturaleza no solamente se refleja en nuestro comportamiento, sino también en cómo nos alimentamos y nos relacionamos. Mi primera albahaca casera, una planta fácil de mantener que, además tiene una diversidad de usos, motivó una serie de efectos positivos en mi familia. Despertó en nosotros el inicio de un proceso de exploración y fue el primer paso a una evolución fascinante. 

¿Todo fue espontáneo? 

Habíamos descubierto una herramienta mágica, muy asequible. Yo no tenía conocimiento técnico alguno. No soy ingeniero agrónomo todavía. Tengo certificados, libros y mi propio aprendizaje, pero han transcurrido siete años desde ese entonces en el que no sabía nada. Tenía muchas ganas de aprender, o más bien dicho, de reaprender a través de los ojos de mis hijos cuya visión era más natural, menos artificial, y, por su inocencia, carente de influencias externas. Nuestro balcón dejó de tener verandas y se llenó con macetas de piso recicladas, macetas colgantes hechas con botellas plásticas, y puro plantas comestibles.  

¿Cómo crecieron tus ideales? 

Aquí tiene mucho que ver mi esposo. Él es muy estructurado y estaba encantado con mi iniciativa, pero me pedía que ponga algún orden, que la formalice y motive a otras mamás. Tanta era mi pasión que las plantas me mantenían despierta en la noche pensando cómo introducir alimentos sanos en la comida de los niños, cómo multiplicarlo hacia muchos niños más, cómo lograr que ellos vivan en un mundo distinto que se extienda más allá de la burbuja de la casa. 

¿Fue cuando creaste Siembro? 

Todavía era solo el huerto del balcón, pero la magia que ahí nació ya se había extendido a la familia y amigos. En muchos se había asentado esa conexión con lo natural, con el reciclaje. Pronto empezamos a pensar nuestros espacios y hábitos de manera distinta, nuestro huerto estaba permeando en toda nuestra concepción de la vida. Soy quién más ha aprendido de este proceso, no solamente en términos de los productos que cosecho, sino en la interiorización de este aprendizaje que me reconecta con la naturaleza, me muestra una realidad diferente, y a través de esa visión me permite crear cosas distintas. Cuando la vida te incomoda es porque hay algo que debes, y puedes, cambiar. Yo pedí a Dios un huerto, y me regaló un planeta. 

Y cambiaste 

Incluso de casa. La vida nos había marcado un rumbo con nuevas conexiones, y decidimos restaurar, o reciclar, esta casa que ya tenía algunos años de construcción. El diseño nos tomó mucho tiempo por el cariño que pusimos en cada detalle. Optimizamos la arquitectura de tal forma que los recursos naturales se potencien, no se minimicen. Buscamos utilizar al máximo las horas de luz natural, analizamos dónde nace el sol y dónde se esconde para que no haya inconvenientes, estudiamos las corrientes de viento para evitar refrescar la casa de forma artificial, entre otros aspectos. Todo el diseño lo pensamos en función del reciclaje, estábamos dibujando el lugar más importante de todos, ese que como familia íbamos a habitar y que reflejaría lo que somos. 

Edecir, ¿transformar tus espacios desde el diseño, según tu estilo de vida? 

No podemos cerrar los ojos a la realidad. Cada uno debe hacerlo a su manera. El primer problema es la falta de información, pero la información ya está al alcance de todos. Esto nos enfrenta al segundo problema, que es la inercia de la gente, la carencia de motivación para cambiar. La motivación es autogestión con objetivos humanos: vivir feliz, sin contaminación, al menos en nuestros espacios personales que son los que podemos controlar. Pero hay que tomar la decisión, y no es difícil, solo hay que ser fieles a lo que uno es.  

¿Y a nivel de decoración? 

Es fundamental que haya sinergia en todos los aspectos de la vida. Arranca una época maravillosa para los decoradores, hay mucho por descubrir y aportar. Por ejemplo, he reemplazado los cuadros de pintura sintética que tenía, por otros que son pintados con hierba luisa, manzanilla, lana de oveja, y son maravillosos. No son producidos en fábricas, son artesanales y generan espacios distintos. Así, cada espacio refleja quiénes somos y potencia nuestros hábitos. La decoración no es solamente estética, debe ser, además, funcional, aportar más que llenar un espacio. 

Pasemos al tema de las plantas. ¿Cómo distinguir entre una planta común y una purificadora de aire? 

En el mundo de las plantas hay varias categorizaciones, pero empecemos por desmitificar algunos conceptos, por ejemplo, las plantas de interior o plantas de exterior. Todas las plantas viven en el exterior, recuerda que en la naturaleza no existían paredes o edificios. Las llamadas plantas de interiores son aquellas que requieren lugares más áridos, donde no llega mucho el sol o la lluvia, y son las que hace cientos de años crecían a la sombra de grandes árboles. Todas las plantas cumplen un principio importantísimo en la salud del planeta y de los seres humanos: absorber nuestro dióxido de carbono. 

Es decir, ¿reducen la huella de carbono humana? 

La huella de carbono, que es la contaminación del ambiente, lamentablemente está muy sujeta a lo visual. Si no vemos una playa llena de plástico pensamos que la contaminación no existe. Si no vemos el agua negra, pensamos que está limpia. Nada de eso es verdad. Y lo peor de todo es que, como el aire no se ve, no entendemos lo contaminado que está. Todo lo que nos rodea, muebles, pintura, detergentes, desinfectantes… todos estos elementos liberan químicos tóxicos y no lo sentimos. 

Sembrar plantas es una práctica de fácil aplicación para cualquier persona… 

Claro, y no importa si eres ambientalista o si no entiendes nada de ello. Todas las actividades del ser humano generan impacto, pero nuestra respiración está constantemente produciendo dióxido de carbono. Debemos definir cómo aportar para disminuir ese impacto. La respuesta es sembrando más plantas, porque ellas son el ser vivo más inteligente: captan ese dióxido de carbono a través de la fotosíntesis y lo convierten en oxígeno, y además son nutrientes. Las plantas terrestres, y también las marinas, tienen esta maravillosa propiedad.  

¿Todas las plantas cumplen la misma función? 

Todas captan dióxido de carbono, pero hay plantas específicas para combatir distintos tipos de contaminación. En base a eso se las debe ubicar en lugares estratégicos de nuestros hogares para revitalizar los espacios. La NASA publica periódicamente un listado de plantas purificadoras de aire, y eso te da la pauta de que esto no es ciencia, es supervivencia. Otro factor a favor es que son muy asequibles, se propagan fácilmente, se multiplican sin esfuerzo, pero eso, lamentablemente, las ha desvalorizado, porque vivimos en la cultura de la extravagancia y del consumismo, sin darnos cuenta que lo que más nos beneficia es lo simple, lo natural. 

Además, muchas plantas son curativas… 

Al purificar y oxigenar nuestros espacios, nos mantienen sanos en cuerpo y mente, permitiendo que seamos más creativos y productivos. Hay estudios científicos, no sólo de la NASA, que comprueban que, a partir de los diez minutos de estar en contacto con plantas, empiezan a disminuir nuestros niveles de cortisol, que es la hormona que causa estrés, insomnio y ansiedad. Paralelamente aumentan los niveles de endorfinas y dopamina, que son justamente las hormonas que provocan sensación de paz y tranquilidad, nos permiten vivir de manera más sana, más consciente, no solamente con nosotros, sino también con los demás.  

La respuesta es tan evidente 

Y muchas veces no la vemos. Es cuestión de investigar y explorar para disfrutar más de lo que somos, porque somos naturaleza, formamos parte de un ecosistema, y, por ende, no somos seres únicos ni podemos sobrevivir solos. Debemos coexistir, convivir, para evolucionar. Ese es el real objetivo: la evolución constante hacia el bienestar. En espacios pequeños las plantas purificadoras del aire son fundamentales. Sin necesidad de mucho conocimiento y con cuidados básicos, podemos tener a las mejores aliadas en regeneración y revitalización en ambientes cerrados.  

¿Cómo motivar a la gente? 

Hay que entender que el círculo de la vida es completo. En nuestro ecosistema familiar se puede hacer mucho, y desde ahí debemos aportar, porque la contaminación no está solamente en la calle. El susto es un gran motivador para empezar a buscar soluciones, y ahora, gracias a la tecnología, están al alcance de nuestras manos. Por ejemplo, al elegir la pintura para las paredes del hogar, debemos optar por las que son en base a cal que atrapa dióxido de carbono. Podemos encontrar textiles que no vienen de fuentes contaminadas, por lo tanto, no liberan gases tóxicos.  

¿Los productos sostenibles son más caros? 

Aun son más costosos que los sistemas tradicionales, porque la demanda no es lo suficientemente grande como para que el precio baje por volumen, pero es cuestión de tiempo. Había mencionado dos problemas que enfrentamos: la falta de información y la inercia. El tercer problema es el pretexto. Los productos sanos, sostenibles, parecen ser más caros, pero si piensas en el largo plazo, se reflejarán grandes ahorros, y también de satisfacción de ver a tu familia y a la sociedad crecer sanas. Diseñar espacios ubicándolos de tal manera que aprovechan al máximo los efectos naturales de asoleamiento y ventilación, no cuesta nada. 

¿Qué tan fácil es implementar estas estrategias en casas ya construidas? 

El primer paso es tomar la decisión. No se logrará en un instante, pero hay que empezar en algún momento. Mi casa es antigua y no fue construida con conceptos de sostenibilidad, pero la hemos ido adaptando. No cambiamos el techo para recoger agua lluvia, pero aprovecho las inclinaciones y, en época de lluvia, coloco tachos para acumularla. Es equilibrio, es cuestión de fórmula y balance. Otro aspecto importante que cada ves es más asequible, es la colocación de paneles solares para producir energía aprovechando la naturaleza. Hay un problema aun no resuelto en este aspecto, que es el desecho de la batería, pero se están estudiando soluciones. 

¿Cómo generar un efecto de contagio de estos conceptos? 

Rompiendo estereotipos. Esto no es moda, es responsabilidad de todos. Hay que eliminar ciertos estigmas sobre la sostenibilidad, como que es un tema de estilo de vida hippie. Debemos empezar por casa, abriendo los ojos y las consciencias, a partir de ahí su contagio se vuelve orgánico. Información, más inspiración y acción, darán los resultados esperados. Nunca debemos actuar contra los procesos naturales, sino más bien potenciarlos a favor de nuestra vida, como sabiamente se hacía al inicio de la humanidad. El homo sapiens alcanzó su mayor capacidad de evolución viviendo directamente en la naturaleza, asimilando sus enseñanzas y usándolas a su favor.  

¿El mal llamado desarrollo cambió el rumbo del timón? 

La humanidad se ha reinventado, y a pesar de que no fuimos diseñados originalmente para vivir en interiores, ahora lo hacemos. Darwin decía que no es la especie más fuerte la que sobrevive, sino la que más capacidad de adaptarse tiene. En este proceso de adaptación ha primado la comodidad, las modas y los lujos, pero hemos dejado de ser recíprocos con la generosidad de la naturaleza. Estamos invadidos por la tecnología, que usada con equilibrio es muy positiva, pero ver a niños creciendo en un ecosistema pasivo, en el que reciben información, pero no tienen ideales, es problemático para el ser humano y para la evolución. Estamos confinados en espacios “seguros”, pero a la vez contaminados y pasivos. No se fomenta la oxigenación, ni la creatividad o la innovación, no hay forma de compartir si estamos encerrados. Vivir en comunidad, teniendo al ser humano como núcleo de esa comunidad, es importante para para la evolución. 

¿Cuál es tu próximo reto?  

Los retos te los pone la vida. Prefiero hablar de mi sueño activo: la educación. Mi proyecto Siembro se convirtió muy rápidamente en una organización de innovación social que fomenta la educación, la diversión y la conciencia a través de huertos en casas, en centros educativos y centros comunitarios, para potenciarlos como herramientas educativas transformadoras. El objetivo es crear hábitos que representen lo que somos: seres dignos y activos, no inertes ni destructivos. Con un poco de sol, agua y amor podemos cambiar el mundo. Somos vida, somos naturaleza, nutrimos otras vidas, somos co-creadores de nuestro futuro.  

ENTRESACADOS 

  • Somos naturaleza, formamos parte de un ecosistema, y, por ende, no somos seres únicos ni podemos sobrevivir solos. Debemos coexistir, convivir para evolucionar. Ese es el real objetivo: la evolución constante hacia el bienestar 
  • Estudios científicos prueban que estar en contacto con plantas disminuye los niveles de cortisol, la hormona que causa estrés, insomnio y ansiedad; y aumenta los niveles de endorfinas y dopamina, que son hormonas que provocan paz y tranquilidad 
  • Darwin decía que no es la especie más fuerte la que sobrevive, sino la que más capacidad de adaptarse tiene. En este proceso de adaptación ha primado la comodidad, las modas y los lujos, pero hemos dejado de ser recíprocos con la generosidad de la naturaleza 
  • El objetivo de Siembro es crear hábitos que representen lo que somos: seres dignos y activos, no inertes ni destructivos. Somos vida, somos naturaleza, nutrimos otras vidas, somos co-creadores de nuestro futuro