Mentes Creativas
Por: Fanny Lilyana Merchán
Vivir en zonas exclusivas cercanas a la naturaleza alarga la vida. A esta premisa llegaron los investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard y el Hospital Brigham, señalando que las personas que habitan en zonas verdes, rodeadas de vegetación, presentan menores tasas de mortalidad que aquellas que viven en áreas no verdes. Según el estudio, las condiciones del ser humano mejoran cuando el acceso a parques es más factible, optimizando notablemente la salud mental y cardiovascular.
Partiendo de esto, y sabiendo que la demanda que actualmente existe en un gran porcentaje de la población privilegia las obras con espacios naturales, conversamos con Andrés Seminario y Adriana Terán, dos jóvenes arquitectos que se conocieron hace seis años mientras trabajaban en un proyecto de construcción. Al terminarlo, por diferentes motivos cada uno siguió su camino independientemente, pero nunca perdieron el contacto.
Adriana, graduada en Arquitectura con mención en Diseño Arquitectónico en la Universidad de Especialidades Espíritu Santo, cuenta con más de 10 años de trayectoria y varios trabajos en el sector público y privado. Residencias, oficinas y locales comerciales forman parte de su portafolio, así como también arquitectura interior, una rama interesante dentro de su profesión. “Mi estilo es contemporáneo, pero me adapto a los requerimientos de mis clientes y los aspectos que brinda el entorno, siempre tratando de interpretar sus ideas por medio de mis conocimientos, para aportar lo mejor para cada proyecto”.
Andrés realizó sus estudios superiores en el Tecnológico de Monterrey – México, viajó a un intercambio en Valladolid – España, y posteriormente obtuvo una maestría con especialidad en Arquitectura Ecológica en la Universidad de Oregon – Portland. “Trato de incorporar elementos sostenibles a mis proyectos en la medida de lo posible. Me he dedicado a trabajos en su mayoría de residencias, gran parte de ellas ubicadas en los balnearios de Playas, Olón, Bahía de Caráquez y Guayaquil. Me inclino por un estilo contemporáneo en ambientes interiores, y en mis fachadas predominan líneas rectas expresando un lenguaje claro y un estilo limpio” señala.
Sobre el plan arquitectónico de un proyecto, cada uno tiene su percepción particular. Mientras Adriana busca potencializar las características favorables del terreno e incorpora elementos que lo destaquen, Andrés procura crear espacios funcionales e interesantes para los sentidos, pensando que cada obra manifiesta inquietudes acerca de la profesión en cuanto a distribución interior, diseño de fachadas, uso de materiales, etc. Sin embargo, los dos coinciden en la importancia de que toda obra cuente con áreas verdes, iluminación adecuada y espacios funcionales.
Indagamos sobre su trayectoria pasada. Adriana destaca entre sus obras a una residencia en Vista al Parque, urbanización ubicada en la vía a Samborondón. “La residencia tiene 250 m2 de construcción incluyendo una galería de doble altura y un cuarto de entretenimiento en el patio social. En este proyecto la premisa más importante fue aprovechar el ancho útil para la construcción del terreno, que solamente tenía 7.50 m en su frente, haciendo que se vea más ancho en la fachada. De igual forma, el recorrido de la casa se siente más amplio al incluir áreas verdes por medio de grandes ventanales.”
También resalta el local comercial “Masamadre”, panadería y pastelería ubicada en el C.C. Las Terrazas, en la vía a Samborondón, donde la intención fue crear un estilo para este nuevo establecimiento que abría al público por primera vez. “Al ser un local alargado y con solo una entrada de iluminación natural, se trató de generar elementos que reflejen esa luz llevándola por dentro del local, para al mismo tiempo crear la ilusión de que contaba con más espacio”.
En Punta Blanca, Santa Elena, Adriana trabajó un departamento en la planta baja de un condominio, en el que predomina la arquitectura contemporánea y se maneja contrastes en fachadas o cubiertas con ligeros movimientos de volumetrías y líneas inclinadas. “Se requería la creación de mayores espacios abiertos para esparcimiento en el patio. La solución fue diseñar una estructura que se abra hacia la piscina, para que esta se integre con las áreas verdes y la pérgola, y así conectarlas con el interior del departamento logrando un ambiente único, con ventilación cruzada. La iluminación natural provoca juegos de luz y sombra al filtrarse a través de grandes ventanales, dando vida a una decoración que se hizo en base a materiales con acabados rústicos como madera color natural, madera laqueada en blanco, y ladrillo visto”.
Andrés y Adriana son fotografiados por el lente de CLAVE! en una residencia diseñada por Andrés en el año 2011. Ubicada en la vía Samborondón y de 600 m2 aproximadamente, es una obra cuyas características principales radican en su orientación y meticulosa distribución interior. “Tiene 4 jardines, de los cuales dos son patios interiores que proveen iluminación natural y ventilación a gran parte de los espacios, a la vez que permiten el constante contacto con las áreas verdes. Esto da mucha calidez al hogar. Su exterior es la interpretación de una casa de hacienda, pero con un lenguaje formal contemporáneo”, apunta Andrés, quien además enfatiza en su intención de constantemente tratar de integrar las obras con su entorno natural.
El cúmulo de esta experiencia y arduo trabajo en obras pasadas les permite hoy asociarse estratégicamente, para sacar adelante un desafiante proyecto que tiene como objetivo principal aportar a la calidad de vida de la comunidad.
Se trata de Balearia, un proyecto urbanístico ubicado en el Km 2.5 de la Vía a Samborondón, que refleja una tendencia donde priman las volumetrías simples, con movimiento en las fachadas, en la que también se exponen elementos de arquitectura tradicional, por ejemplo en las cubiertas inclinadas. “El diseño responde a una arquitectura contemporánea que se conecta entre sí con áreas verdes y de esparcimiento, que respeta las normas y el cuidado del medio ambiente, y contará con todo lo necesario para destacar ante los demás proyectos que se construyen en la zona”, afirman.
Su verdadero valor diferenciador es que contará con el 100% de árboles nativos. “La primera etapa incluye una jardinera exterior y un pórtico de ingreso con 25 arbustos nativos que aportarán a la ornamentación urbana del proyecto. Para una segunda etapa se planifica tener 110 árboles de especies nativas y 400 arbustos nativos, con lo cual se espera mitigar las emisiones de carbono. Todo este trabajo se realizará bajo la dirección técnica de Fundación La Iguana.
Integrar la naturaleza en esta construcción sin duda fue el gran reto. “La mayoría de las viviendas tienen vista y acceso directo a un gran parque, además de áreas comunes muy abiertas y amplias. Todos los espacios están integrados, conectados entre sí con caminos peatonales en un ambiente natural”, nos comentan.
“Definitivamente podemos decir que nos complementamos. Nuestros estilos de arquitectura se parecen y junto a una buena organización todo ha fluido a lo largo de estos meses. Hemos sabido escuchar y también ceder en el aspecto profesional a favor del proyecto en común. Llegar a consensos no fue dificultad”, nos comentan.
Al verificar el buen entendimiento que existe entre estos dos profesionales, no es difícil predecir que esta circunstancial asociación estratégica podría convertirse en algo más permanente. La suma de sus éxitos individuales converge en un proyecto creado en conjunto, comprobando que dos mentes geniales superan cualquier vara con la que se quiera medirlas.