En los primeros momentos de la conversación, esta joven y sensible mujer profesional, no puede dejar de compartir su novedad más importante. Desde hace sólo un par de meses es mamá y ese importantísimo momento en su vida, que lo había postergado hasta sentirse firme en sus metas profesionales, la está obligando a balancear sus obligaciones como toda mujer moderna hace: ser súper mamá y extraordinaria profesional.
¿Entiendo que tienes una nueva colección a punto de salir?
Sí, Étnika by Graciela Cobos. Es una colección que estará a disposición del cliente en este mes de marzo. Son una decena de diseños en enchapes exóticos, como la escama de pescado, el mejillón, la hoja de cacao, de tabaco, el pergamino. Elementos únicos y muy especiales.
¿Dame detalles?
Son todos materiales reciclados y autóctonos con diseños exclusivos hechos por una mujer ecuatoriana. Reflejan un adelanto en conceptos. Son muebles para diferentes ambientes: hay un comedor, una consola, espejos, mesas de centro, etc. Es una colección bastante rica en la que combino madera de acacia, que es similar al guabo, con enchapes de mejillón y pescado. El cliente puede elegir de una variedad de enchapes para plasmar su estilo personal.
Veo que te gustan las mezclas
Sí, mucho. En realidad la mezcla de estilos. Moderno con piezas clásicas que podría llamarse ecléctico en definición popular. Cada espacio arquitectónico permite ciertas cosas y niega otras. Esto, más el gusto de los clientes quienes habitarán en este espacio por largo tiempo, es lo que manda.
¿Rompes esquemas?
Un diseño original siempre rompe esquemas porque es único. Sin embargo, mi motivación y donde sí intencionalmente busco romper esquemas es en lograr transmitir la idea de que aprendamos a apreciar los maravillosos materiales que tenemos en el país y a usar la mano de obra de primera categoría que hay en el Ecuador.
¿En tu almacén tienes artículos importados?
Muy pocos. Por la misma razón que te acabo de comentar, únicamente algunos detalles o accesorios pequeños son importados. Los muebles son realizados con mano de obra y materiales locales de primera calidad. Es importante hacer cosas aquí pues no le piden favor a las elaboradas en ningún otro país. Además, ya no es factible importar muchas cosas.
¿En el exterior no hay esa facilidad?
Hay pocas excepciones de diseñadores que ejecutan sus piezas especiales pero son astronómicamente caras. En el exterior el diseñador de interiores o decorador es prácticamente un comprador de piezas. Es mucho más fácil, necesitas tener buen gusto, conocer lo que hay en el mercado y tener los recursos para comprar las piezas. Esto es lo que yo hacía con muchos de mis clientes cuando trabajé en Miami y en Italia.
¿Ahora disfrutas más al diseñar cada pieza?
Sí. Esa es la gran libertad que se me abrió cuando comencé a trabajar aquí. Diseñar tus propios elementos es muy difícil en el exterior, tanto por el costo de la mano de obra como porque no encuentras los materiales exóticos que sí tenemos acá. No habría dinero para pagar este tipo de trabajo, cada pieza sería carísima.
¿Manda la tendencia o la moda?
Es el gusto del cliente lo que realmente manda, no la moda. Existen tendencias, pero son generales y no son tan marcadas como en la moda donde tienes cuatro colecciones anuales en el mercado. En diseño existen tendencias que van desarrollándose, por ejemplo lo neo barroco que está volviendo. Por otro lado, siempre estarán los muebles clásicos como el moderno sofá blanco que nunca pasará de moda.
¿Cómo defines tu estilo?
No me gusta definirlo ni ponerle un nombre. Es único para cada cliente y es cambiante, evoluciona con el tiempo, con los materiales que encuentro, con la mano de obra que me permite muchas cosas, con mis conocimientos. Es contemporáneo, ecléctico, muy urbano y depende mucho del cliente. Es necesario entender que el cliente te busca por eso, porque en cada obra se ve reflejada su personalidad.
¿Más que la tuya?
Definitivamente, y es así como debe ser. Conmigo no sucederá que en varias casas reconozcan mi decoración por el parecido. Mi mano pasa desapercibida. No corto mis proyectos con la misma tijera, el diseño es exclusivo para cada cliente, no repito las piezas. Cuando voy a una casa que no tiene nada que ver conmigo y la dueña me pregunta qué pienso, siempre halago y ovaciono lo que tiene su propia personalidad. Los clientes vienen a mí porque tienen requerimientos especiales y propios y quieren mantenerlos así.
¿Cómo transformas esos requerimientos especiales a la realidad?
Hay clientes con ideas muy definidas y otros que me dejan actuar con más libertad. En ambos casos, mi capacidad de visualizar lo verbalizado o lo imaginado en espacios reales, es lo que me ayuda a hacer esta transición de manera más exacta. Es lo más importante que he aprendido en mi profesión. Visualizo, con la ayuda de la imaginación, una obra en toda su dimensión.
¿Qué significa la relación diseñadora/cliente?
Crear una relación positiva es indispensable. Tiene que haber conexión para que el proyecto fluya. El primer acercamiento es una entrevista a fondo con el cliente para entender sus gustos, colores favoritos, las funciones de los espacios que quiere crear, sus obras de arte, muebles o piezas antiguas que tienen mucho significado para esa persona. Esta es la base y de ahí nace toda la creatividad que puedo generar. Esta creatividad la conjugas con el proceso de aprendizaje que te lleva a ser arquitecta de interiores y puedes asegurar un producto final de gran calidad.
Eres arquitecta de interiores. ¿Cuál es la diferencia con una decoradora?
Hay una gran diferencia. Los arquitectos de interiores usamos el espacio interno de maneras estudiadas para que brinden más comodidad a quienes lo ocupan. Por supuesto, participamos también a la hora de llenar esos espacios con los muebles y accesorios que mejor quedan con el estilo de esa casa. No nos involucramos en las fachadas pero sí somos los responsables de los terminados en todas las áreas.
¿Mucho estudio para ser arquitecta de interiores?
En mi caso, estudios y experiencia de trabajo lejos de mi país hasta llegar a donde hoy he llegado. Entre lo uno y lo otro transcurrieron 8 años. Estudié en la Universidad de Texas, en Austin, en donde me gradué muy joven, a los 21 años. Durante 3 años trabajé en Arquitectónica, una firma muy importante de arquitectos en Miami. Después de eso decidí ir a la meca del diseño, Milán, Italia, a sacar mi máster en la Universidad Domus, una de las mejores en toda Europa. Me quedé un año más trabajando en una empresa de diseño hasta que sentí que había llegado el momento de volver a mi país.
¿Eso fue hace cuánto tiempo?
Aproximadamente 6 años. He ido creciendo no sólo en mi profesión sino en mi showroom. El primero que tuve fue en la Coruña, luego pasé a la González Suárez y finalmente estoy aquí en el sector de La Floresta que se ha desarrollado como un lugar para restaurantes y almacenes exclusivos.
¿Qué tan fácil es volver?
Un shock fuerte al inicio. Los esquemas de trabajo son muy diferentes. Uno se acostumbra a la puntualidad, a un orden muy fuerte. Por eso las cosas fluyen fácilmente tanto en Estados Unidos como en Europa. Acá es complicado. Tuve que conformar un equipo humano dispuesto a cumplir con mis métodos de trabajo. Finalmente lo he conseguido y ahora mis obras fluyen. Siempre estoy en la búsqueda de renovación, de cambio, de gente con nuevas propuestas e ideas.
¿Tus obras más importantes?
Tengo un portafolio bastante importante de clientes. Son casas privadas y por lo tanto más difíciles de reconocer. Entre ellas está la Casa Hidalgo, diseño de Christian Wiesse. Arquitectónicamente se prestaba para hacer cosas interesantes y novedosas. La dueña era muy abierta y eso permitió diseños bastante extravagantes, muy fuera de lo común. Logramos en esos 1.100m2 cosas únicas. Otra de mis obras favoritas es la Casa Vela que por su arquitectura permitía también cosas muy especiales. Es diseño del arquitecto Jaime Miranda.
¿En cuanto a obras comerciales?
En realidad tengo muy pocas porque me he dedicado principalmente a casas.
¿Cómo te defines?
Me gusta definirme como una persona creativa. Estoy académicamente preparada para desarrollar mi creatividad en función de mi profesión. Hace muchos años tomé la decisión consciente de cumplir mis metas profesionales y realizarme en ese campo antes de hacerlo como mamá. Acabo de serlo y me siento completa y plenamente satisfecha.