Gigi Leone de Molestina
SAMBORONDÓN
Por: Cristina Chavarría
Septiembre – Octubre 2014
Existe todo tipo de decoraciones, pero aquellas más genuinas son en las que sus habitantes se pueden ver plasmados en ella. Gigi Leone afirma que su casa refleja su forma de ser por la combinación de piezas, estilos y la armonía lograda en conjunto. Una mujer que ha volcado su pasión por la danza en la enseñanza y difusión de este arte.
En cada ambiente de su casa se observa contrastes entre piezas muy modernas junto a elementos clásicos que no pasan de moda. “Es una fusión de estilos que va de acuerdo con mi personalidad: descomplicada, acogedora y alegre”, asegura. “Me encanta mi casa, no cambiaría nada de ella. Cada rincón ha sido muy meditado”.
Desde el día en que Gigi y Oswaldo Molestina unieron sus caminos, la vida de casados empezó en Samborondón. Al principio se acomodaron en una casa, regalo de su suegra, una construcción de ambientes generosos en una urbanización cerrada. Pero el inmueble se sentía muy grande para una pareja sin hijos aún, por ello, luego de vivir ocho años surgió la oportunidad de cambiarse a un nuevo hogar. “Un día un comprador nos hizo una buena oferta y decidimos venderla sin saber dónde viviríamos después”, recuerda.
Hasta ese momento no tenían planes de mudarse pero estaban seguros que querían vivir en un departamento. “Me presentaron un proyecto frente al río y nos encantó”, dice. “Las unidades tenían un buen tamaño y podía hacer todos los cambios que quisiera para que cumpliera con todos los requerimientos que teníamos”.
Si bien el departamento actual es más pequeño que la casa, por el momento se acopla mejor a sus necesidades. “Algunas de las cosas que me gustaron del proyecto eran el parqueo subterráneo, las amplias áreas sociales, la facilidad de contar con ascensor y en especial la impresionante vista al río, que finalmente fue lo que hizo que nos decidieramos y no buscáramos más”.
La vivienda fue adquirida en planos, lo cual significó una gran ventaja a la hora de realizar cambios estructurales. “Era un importante requisito tener un closet grande solo para mí; que el cuarto de mis hijos y el baño, que sería compartido, tuviera un buen tamaño; y además Oswaldo quería un cuarto de cine”, cuenta Gigi. Para lograr el cuarto de cine tuvieron que tapar una ventana y abrieron una puerta que lo conecta con el dormitorio máster. Ahora la sala de cine, donde se reúnen a ver películas, es el lugar preferido de la familia durante los fines de semana.
Otro de sus requisitos era la cocina, que debía ser pequeña pero muy funcional. “Es el lugar que menos usamos. Nosotros no cocinamos mucho, pero el tamaño actual es ideal para nuestras necesidades”.
Luego de cumplir con las necesidades funcionales que buscaban llegó la hora de decorar los espacios. Entre sus trabajos y el tiempo que dedican a sus hijos, no les quedaban horas en el día para buscar los acabados y piezas decorativas necesarias. “Soy una persona un poco indecisa y era la primera vez que iba a arreglar mi casa”, recuerda. “Hay tantas opciones bonitas de diseño que no sabía por dónde empezar. Decidí aventurarme sola, pensando que no necesitaba ayuda, y terminé tomando malas decisiones y gastando en cosas que luego deseché”. Contrataron a un profesional y gracias a su asesoramiento, lograr lo que buscaban fue mucho más sencillo.
Tener la casa ambientada y a su gusto tomó a Gigi un par de años, tiempo que sirvió para pulir sus preferencias y estar segura de las decisiones que tomó. “Habían meses que me entusiasmaba con alguna de las áreas, pero luego me olvidaba del asunto”, explica. “Así pasaban meses, luego me entraba la novelería y retomaba el proyecto. La verdad es que no sentía presión por terminar la decoración de mi casa, por suerte Oswaldo me ha dejado tomar decisiones y ha confiado en mí”.
Siendo muy extrovertida en su personalidad y moderna al vestir, es difícil imaginar que su casa tenga acentos clásicos. “No soy el tipo de persona que entra a un almacén y compra todo un juego de sala y comedor del mismo estilo. Me arriesgo a buscar elementos de diferentes tendencias y épocas”. Además, ha reutilizado cosas que ha adquirido con el paso del tiempo.
Gigi es una persona muy comprometida con sus ideales y su carrera como bailarina y maestra. Junto a una socia y amiga maneja con mucho éxito una de las academias de baile más prestigiosas de Guayaquil. “Soy sumamente apasionada por mi trabajo y la danza. No lo siento como trabajo y a veces se me pasa la mano en cuanto al tiempo que le dedico; no me pongo horarios, por eso me cuesta ser ama de casa. ”, explica.
“Me encanta vivir aquí porque simplemente cierro la puerta y podemos tener un viaje familiar de fin de semana. No me gusta complicarme y no me gusta que mi casa esté llena de empleados. Aquí todo es más fácil, más rápido y más relajado”. Oswaldo y Gigi no se complican a la hora de recibir a sus invitados, muchas veces atienden a sus visitas en el balcón para poder disfrutar de la vista y la brisa de la que gozan durante todo el año. El recién estrenado bar es el nuevo rincón preferido de la pareja. “Cuando vienen amigos a tomar unas copas de vino nos gusta pasar un buen rato aquí, no pueden faltar diferentes piqueos y buena música”.
Muchas piezas de la casa guardan una historia o anécdota especial, una de ellas es una obra de arte de Edgar Carrasco. “Fue la primera y única compra que hicimos con las cuotas que nos dieron por nuestro matrimonio. Me acuerdo que yo me enamoré de esos cuadros y los quería para mi casa a toda costa. Oswaldo no estaba de acuerdo en gastar tanto en arte cuando teníamos muchas otras prioridades, y fueron el motivo de nuestra primera pelea como casados, pero finalmente los compramos”, dice. “Luego, cuando me quejaba de que no me alcanzaba el presupuesto para algo, él me llevaba de la mano y me sentaba frente a los cuadros y decía, ‘aquí está la plata que necesitas’. Nos moríamos de risa, pero no me arrepiento ni un segundo de haberlos comprado, son mi pieza de arte favorita”.
Entre una y otra anécdota, Gigi y Oswaldo fueron deshojando todo un baúl de recuerdos y experiencias vividas en pareja. Hoy son parte de su hogar, y en combinación con otros elementos, reflejan sus estilos y personalidades