De la ausencia de la arquitectura al cambio constante

Por Nataly Revelo Morales

El arquitecto japonés Arata Isozaki, a sus 87 años, recibió el Premio Pritzker en su cuadragésima primera edición. Es así que, junto con otros arquitectos de gran renombre como Shigeru Ban o su propio maestro, Kenzo Tange, Isozaki se convierte en el octavo japonés en recibir este importante galardón. La ceremonia se realizó en el Palacio de Versalles, lugar donde el jurado resaltó una prolífica trayectoria de más de 60 años y cerca de cien obras alrededor del mundo.

Arata Isozaki - Pritzker 2019 - Revista CLAVE! 93

Shanghai Symphony Hall
© Chen Hao

Su arquitectura está marcada por el fin de la Segunda Guerra Mundial, concretamente con el lanzamiento de la bomba atómica en la ciudad de Hiroshima. Siendo aún adolescente, Isozaki presenció en primera persona esta tragedia desde su ciudad natal, Oita, situada a pocos kilómetros de donde estalló la bomba. Mientras todo a su alrededor se consumía en el fuego, mientras calles, edificios y ciudades estaban en ruinas, la “ausencia de arquitectura” motivó a Isozaki a considerar aportar en la reconstrucción de los hogares y ciudades desaparecidos.

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Art Tower Mito (1990)
© Yasuhiro Ishimoto

Además de ser la motivación principal para cursar Arquitectura en la Universidad de Tokio, este evento se convirtió en su impronta para entender la arquitectura como finita y transitoria, siendo lo importante responder a las necesidades de los usuarios que experimentan el espacio desde su propio tiempo.

Frente a esta idea, la arquitectura de Isozaki refleja un constante desafío a las normas establecidas, y está marcada por lo inclasificable. Ha creado una arquitectura única en formas y espacios que se opone a cualquier caracterización, siendo el cambio y la versatilidad sus marcas personales. Esto le ha permitido tener impacto en la arquitectura mundial, con obras de gran realce que se apoyan en el contexto e historia de los lugares donde se han construido.

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Arata Isozaki
© Pritzkerprize.com

Su obra ha alcanzado un repertorio global, lo que demuestra que busca responder a los retos del mundo actual con una visión de futuro. Esto se refleja en su trabajo, que incluye obras emblemáticas como el Palau de Sant Jordi, construido para las olimpiadas de Barcelona 1992; el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles, obra que corresponde a su contexto local; o proyectos utópicos como City in the Air (Ciudad en el aire), en respuesta a problemas demográficos y urbanos futuros. En definitiva, Isozaki demuestra constante evolución en cada proyecto, que está en función no de las características de determinada escuela arquitectónica, sino del uso de la teoría en concordancia con el entorno y su situación.

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Palau de Sant Jordi, Barcelona (1992)

VISIÓN ARQUITECTÓNICA

Isozaki marca su ejercicio profesional como arquitecto desde diferentes aristas. En sus inicios direccionó su arquitectura desde la tradición japonesa. Posteriormente, además de la tradición, se enfocó en el cambio y la innovación de tendencias arquitectónicas y estructurales, utilizando diferentes elementos que resaltan las condiciones y características de sus proyectos, así como la constante experimentación en los sistemas utilizados.

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Qatar National Convention Center (2011)
© Hisao Suzuki

La tragedia de Hiroshima repercutió en su percepción profesional y le permitió reconocer que el vacío que dejó la guerra podía ser reconstruido por obras que reflejen la temporalidad y transitoriedad de la arquitectura. Así también, sus múltiples viajes alrededor de Japón y del mundo, conformaron una visión amplia, convirtiéndose en uno de los primeros arquitectos japoneses en construir fuera de su país. Esto permite que refleje su carácter global en sus obras, convirtiéndose en uno de los íconos de mayor trascendencia arquitectónica mundial.

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Qatar National Convention Center (2011)
© Hisao Suzuki

BIBLIOTECA DE LA PREFECTURA DE OITA

JAPÓN, 1966

Uno de los primeros proyectos construidos de Isozaki en los años sesenta fue la Biblioteca de la Prefectura de su ciudad natal, Oita, que fue renombrada como Oita Art Plaza en 1996.

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Biblioteca de la Prefectura de Oita (1996)
© Yasuhiro Ishimoto

La Biblioteca formó parte de un plan masa que buscaba resaltar su pensamiento sobre la arquitectura y la ciudad en crecimiento. Esta idea direccionada hacia el cambio, hacia lo no estático, permitía que los proyectos no sean iguales entre sí, y que puedan variar su estilo o materiales con el tiempo, incorporando siempre nuevas ideas.

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En esta biblioteca de estilo brutalista se aprecia la influencia de su maestro Kenzo Tange, con quien trabajó al terminar la Universidad. El material predominante es el hormigón visto, el cual genera imponencia exterior y calidad interior a través de espacios claros y obscuros regulados por las diferentes aberturas en el volumen. De apariencia compacta y pesada, se erige como una de las obras más importantes del arquitecto.

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DOMUS: LA CASA DEL HOMBRE

ESPAÑA, 1995

El edificio Domus, también conocido como La Casa del Hombre, es un museo de ciencia interactivo dedicado a la exploración del ser humano. Está ubicado en un área de 1.200m2, sobre un promontorio rocoso en la ensenada del Orzán en La Coruña, España. La fachada consiste en una pared cubierta de losas verdosas, que se orienta de cara al Océano Atlántico. Su forma curva se asemeja a un rompeolas o a una vela de barco. Además de su característica estética, esta permite direccionar los vientos de la ensenada hacia los extremos de la edificación. A su vez, detrás de este muro, se oculta la fachada opuesta de granito, realizada así en consonancia con las rocas en las que está asentada y con las edificaciones aledañas.

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Domus (1995)
© Hisao Suzuki

En el interior se conforma un espacio entre estas dos fachadas que recibe luz natural desde un lucernario. Los desniveles del terreno se aprovecharon para conformar tanto salas de exposición como una sala de actos. Es así que esta obra no solo se constituye en un ícono de la ciudad, sino a la vez como una obra innovadora que se acopla perfectamente a su contexto urbano y al propósito del espacio.

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Domus (1995)
© Hisao Suzuki

TORRE ALLIANZ

ITALIA, 2015

Este rascacielos construido en conjunto con el arquitecto italiano Andrea Maffei, es el edificio más grande de Italia. La obra se genera a partir de un módulo que se puede repetir sin límite, y que conforma la delgada Torre Allianz de más de 200 metros de altura, la cual, además, forma parte del conjunto arquitectónico CityLife en la que se incluyen otros dos edificios de Zaha Hadid y Daniel Libeskind respectivamente.

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Torre Allianz
© Shutterstock

El edificio está conformado por ocho secciones de seis pisos cada uno, cuya fachada presenta una imponente piel de vidrio curvado, y cuya forma delgada acentúa la verticalidad característica de la torre. La idea de generar esta tensión hacia el cielo, junto con la esbeltez y la sensación de vibración por la forma curva que presenta, son los elementos característicos y representativos para una ciudad con un carácter dinámico y contemporáneo.

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Torre Allianz
© Designapplause.com

Isozaki presenta a través de sus obras, una referencia asociada al pasado que configura la base de su creatividad. Sin afán de crear una marca o estilo único, ha sido capaz de adaptar los proyectos al entorno, a los materiales y a las formas que ha ido creando. Muy apegado a su cultura, y a su vez a la innovación que puede generar, Arata Isozaki es un referente de ideas, visión, sensibilidad y técnica en cada una de sus obras. Es por eso que su arquitectura, siempre con un propósito propio y abierta a los cambios del tiempo y de las circunstancias, es parte de ese legado tan grande y significativo que nos deja el Premio Pritzker 2019.