Por Caridad Vela
El camino se hace andando, las metas se cumplen trabajando, el liderazgo se mantiene innovando. La ruta de todos está llena de pruebas y errores, pero si en el balance final superan los aciertos, la labor está cumpliéndose a cabalidad. Banco Pichincha, testigo del ir y venir de ecuatorianos de todos los estratos durante más de 100 años, ha probado más allá de la duda que trabajar a brazo partido es el camino correcto.
Un cuadro de la Virgen Dolorosa cuelga en las oficinas principales y en todas las sucursales de este banco. Algunos, critican tan digna imagen recibiéndolos, otros prefieren retratos del político de turno, un puñado son indiferentes, y estamos los agradecidos creyentes porque “alguien”, que bien podría ser la Virgen Dolorosa, guía nuestro andar. Es cuestión de dialéctica.
Sea cual fuese el caso, lo cierto es que Banco Pichincha manifiesta un liderazgo sostenido a través del tiempo, y se ha convertido en una especie de termómetro de la situación económica del país. Indagar el nivel de temperatura que este medidor marca me trae a las oficinas de Antonio Acosta, Presidente de esta institución financiera; y Santiago Bayas, su Gerente General.
Con su acostumbrada apertura y amabilidad me conceden buena parte de una veraniega tarde. Lo primero, lo que más preocupa tanto a constructores cuanto a compradores de vivienda de estrato bajo, es la posición del banco frente a la concesión de créditos hipotecarios para compra de vivienda de interés público (VIP). De ello depende la continuidad del programa delineado por el Gobierno Nacional y la reactivación del sector inmobiliario.
¿El banco está concediendo créditos VIP con tasa de interés subvencionada por el gobierno?
Estamos trabajando tres años en este programa, durante los cuales se han colocado alrededor de $350 millones con tasa de 4,9%. Es un programa exitoso en el que somos una especie de socios del gobierno. Tenemos el 80% del mercado de hipotecarios VIP, gracias a que se ha logrado delinear los parámetros para esta colaboración en base a criterios compartidos entre el sector público y el sector privado.
¿Hubo discrepancias?
Inicialmente el gobierno hizo una propuesta para entregar por adelantado los fondos del subsidio a la tasa de interés, calculando a valor presente lo que hubiese sido la tasa de mercado, versus la tasa subsidiada. Con esta propuesta sobre la mesa trabajamos todos los bancos y la Corporación de Titularización Hipotecaria (CTH), y se generó un mecanismo adecuado que beneficia a las dos partes, sobre todo al gobierno, porque no debe desembolsar importantes recursos en un momento que no es holgado.
¿Cuál es el esquema actual?
Financiamos el 95% del valor de vivienda cuyo precio no exceda de $90.000, a 20 años plazo. Se otorga el crédito hipotecario a favor del cliente, y esa deuda la titularizamos para venderla a un fideicomiso. El gobierno participa en esta titularización con un 38%, y se subordina esa parte correspondiente para que podamos financiar a esa tasa con el pago del 5% de entrada. Así cumplimos con nuestros estándares de riesgo, y al mismo tiempo apoyamos al gobierno para sacar adelante este programa.
¿Cuál es la participación de la CTH?
La CTH estructura la titularización y actúa como intermediario entre la gestión de la banca privada y la participación del gobierno. El gobierno compra el 38% de esa titularización en una serie diferenciada, y a los bancos nos corresponde el 62%. Podríamos negociar esos títulos en el mercado de valores localmente, y también en el exterior, pero Banco Pichincha ha preferido no vender ese porcentaje porque tenemos liquidez suficiente y es un activo que nos resulta atractivo.
¿El gobierno está cumpliendo con sus aportes al fideicomiso?
Sí, ha cumplido, pero acabamos de superar un proceso de transición que detuvo por un momento la continuidad de estos créditos, y eso aparentemente llamó la atención del mercado. Lo que sucedió es que, según las nuevas regulaciones, el Banco Central ya no puede prestar dinero al gobierno ni invertir en entidades financieras públicas. Antes, quien aportaba al fideicomiso era el Banco Central, pero ahora lo hace el gobierno a través del MIDUVI. Hasta reorganizar esta nueva etapa no existían los recursos, y por eso no podíamos participar en el esquema, pero todo está superado y estamos concediendo créditos VIP con normalidad.
¿Quién califica al potencial deudor?
Eso es lo interesante del proceso. El gobierno no califica al deudor, lo hacemos nosotros. Toda la evaluación crediticia, el proceso de inscripción, de desembolso y manejo de cartera lo hace el banco, no intervienen elementos políticos, y se califica a los clientes en base a parámetros técnicos. El comprador debe cumplir con los criterios establecidos por el gobierno para calificar su crédito, por ejemplo, su ingreso familiar no puede superar $2.498 mensuales.
¿Cómo van los índices de mora en créditos VIP?
La mora es muy baja porque no somos nuevos en esto. Trabajamos en micro finanzas con clientes de bajos recursos desde siempre, los conocemos mucho, y la ventaja para el gobierno es que puede aprovechar este conocimiento que hemos acumulado. Calificamos técnicamente a los clientes, lo hemos hecho de manera adecuada en otros tipos de crédito, y eso nos lleva a tener índices de mora muy bajos. De hecho, son más bajos en hipotecarios VIP que en hipotecarios normales.
¿Y los índices de liquidez del banco?
Crecen más que el año pasado. No solamente disponemos de esa liquidez para prestar, sino que tenemos fondos disponibles para nuevos créditos porque estamos trayendo dinero del exterior. Hicimos una operación de titularización de cartera hipotecaria por $150 millones con Overseas Private Investment Corporation (OPIC), entidad financiada y controlada por el gobierno de Estados Unidos. Es la primera vez en la historia que el gobierno americano hace una operación de este tipo con una entidad privada ecuatoriana.
No debe haber sido fácil lograrlo…
Nos analizaron e investigaron durante cinco años, enviaron delegados y distintas misiones para revisar absolutamente todo. Inicialmente había total desconfianza en el país, pero llegaron las negociaciones con el FMI, toda la apertura internacional, las buenas relaciones del Presidente Moreno con el Vicepresidente Pence, y todo eso allanó el camino. Finalmente aprobaron la operación.
¿Esto abre puertas al sector privado en general?
Claro, y esperamos que esa sea la consecuencia de nuestra gestión, porque OPIC financia directamente también al sector empresarial. Este primer paso fue a través de Banco Pichincha, pero en definitiva son operaciones de redescuento cuyos títulos cuentan con el aval del gobierno americano, se venden en el mercado internacional, y por supuesto son muy demandados.
¿Es la única titularización hipotecaria que han hecho?
No, hemos hecho tres titularizaciones de cartera hipotecaria que suman casi $300 millones. Una parte se vendió y otra permanece en el banco como inversión. Esa estrategia se aplicó por las distorsiones que existen en las políticas económicas que nos forzaron a tener inversiones domésticas, y tenemos que cumplir con estas normas.
Es decir que, lejos de decrecer en hipotecarios ¿lo que hacen es titularizar esa cartera para tener más recursos?
Así es, abrimos una fuente nueva de recursos. Al titularizar recuperamos el dinero prestado y podemos casi duplicar nuestra capacidad de generar nuevos préstamos, que tienen que ser desembolsados en créditos hipotecarios. Así las cosas, obligadamente debemos salir a buscar proyectos que requieran financiamiento, porque de lo contrario, ¿qué se supone que debería ocurrir con esa liquidez?
Ustedes dirán…
Tenemos que evacuarla, no podemos quedarnos con la liquidez dormida, y más allá de eso, en un escenario donde hay recursos disponibles la lógica diría que las tasas de interés pueden empezar a tender a bajar. Estamos totalmente de acuerdo con la liberación de las tasas que hoy se habla como posibilidad, es más, pensamos que si ya se hubiese dado, las tasas para el sector corporativo y el sector empresarial estarían más bajas, y habrían subido para créditos de consumo.
¿Y para hipotecarios?
Es difícil decir en este momento, pero es evidente que nos veremos obligados a pensar en una baja de la tasa de interés, simplemente por un excedente de liquidez que no debemos mantener. Con la estructura y los límites que nos imponen ahora, da igual prestar a tres meses o a diez años, y esto restringe el financiamiento a largo plazo, porque al captar a más plazo el costo es más alto en el pasivo. Es absurdo que se fije una tasa de interés independiente del plazo y la garantía.
Si hay liquidez y están dispuestos a prestar, ¿por qué no se reactiva el mercado?
No es por falta de liquidez, no es por falta de crédito, es por falta de confianza que la economía está ralentizada. No hemos endurecido los parámetros de calificación para créditos, pero hay menos solicitudes presentadas. ¿Será que reducir la tasa de interés puede ser un estímulo para que la gente se anime a comprar casa? No lo sabemos. ¿O será que igual tienen recelo a la situación económica, al desempleo y a la escasa actividad? Es un fenómeno que no hemos experimentado en los últimos años, porque no hemos detenido el crédito y eso debería reactivar la economía. Hay que encontrar la raíz del problema y determinar cómo el gobierno, nacional y local, pueden reactivar desde esa raíz.
¿Por ejemplo?
Hablando de temas locales, en Quito hay proyectos que se demoran años en ser aprobados, ergo, inversiones detenidas, eso es inadmisible. En Guayaquil es distinto, y por eso vemos más actividad. Hablando del ámbito nacional, el Ministro Richard Martínez ha dedicado el 90% de su tiempo a resolver problemas de la caja fiscal, y con razón, pero se ha superado esa etapa y se lograron acuerdos, ahora hay que evacuar toda esa cantidad de recursos que estamos recibiendo.
¿Podemos esperar un crecimiento sostenido en financiamiento de vivienda?
Banco Pichincha ha seguido creciendo en vivienda, pero hay elementos que deben darse a conocer para no confundir al país. Cualquier persona que lea fríamente el balance del banco pensaría que estamos decreciendo en hipotecarios, pero es totalmente lo contrario. Todo lo colocado en el programa VIP no se refleja en cartera, porque se titulariza; y al quedarnos con esos títulos, los $350 millones colocados pasan a la cuenta de inversiones, es decir, salen de la cuenta de cartera. Eso es todo.
¿Cuánto estiman colocar este año?
Tenemos presupuestado colocar $90 millones en hipotecarios normales, y en financiamiento VIP una cifra similar. Vemos que hay más proyectos nuevos para vivienda de interés público que para otros segmentos, probablemente porque es ahí donde está la gran demanda insatisfecha. Incluso tenemos nuevos productos destinados a financiar construcción sostenible, que tendrán algunas ventajas.
¿Se refiere a los nuevos Biocredit?
Exactamente. Aprobamos ya el primer Biocredit por alrededor de $20 millones para el nuevo edificio Iqon de Uribe&Schwarzkopf. Este proyecto cumple con todos los parámetros de la certificación Edge, que funciona a nivel internacional y es muy exigente. Estamos analizando los beneficios de este producto, probablemente sea vía tasa, aunque de momento lo que hacemos es asumir el costo de la calificación. De alguna manera hay que retribuir a quienes tienen la iniciativa de ir por la vía verde en construcción para que sea un incentivo para los constructores.
Mantienen el liderazgo en financiamiento de vivienda social…
Banco Pichincha es un banco universal que atiende a clientes de todos los segmentos económicos, si podemos contribuir a que cada uno tenga su vivienda, y de paso apoyar el desarrollo del país y la generación de empleo, estamos prestos a participar. Este programa tiene externalidades muy interesantes porque pone en movimiento una cadena productiva importante.
¿Conclusión?
A pesar de que desde el Banco Central surgen noticias pesimistas, en la banca privada vemos que la economía no está tan mal, sobre todo si la comparamos con nuestras predicciones, que eran muy malas. Estamos creciendo gracias a que nuestros clientes dejan su dinero en el banco, y cuando verificas que la masa de ahorristas actúa así, es buena señal. Somos banqueros, tenemos la materia prima para ser el motor que impulsa el crecimiento, y estamos dispuestos a hacer nuestro trabajo. Ese es motivo suficiente para estar optimistas.