Por Lorena Ballesteros
Fotografías cortesía de Paloma Ayala
Diana Alexandra Altgelt Bartolo, más conocida como Alexa es una mujer que cree en la sinergia. Ella parte del precepto de que la unión hace la fuerza. Por eso, su trayectoria está determinada por las conexiones personales y profesionales que ha establecido en los últimos veinte años. Es extrovertida al máximo, habla hasta con las paredes. Nunca ha tenido dificultad para hacer amistades y ganarse la confianza de sus clientes.
Alexa Altgelt
Conversar con Alexa es divertido porque es alegre y ocurrida; también es interesante porque tiene los pies sobre la tierra y una claridad absoluta para hablar de negocios. Además, su perfil numérico se complementa con su talento artístico. Alexa es emprendedora, arquitecta y también diseñadora de alfombras. En este último oficio su ser artístico fluye con cada pieza que crea. Es en esos momentos que transmuta paisajes, ideas, aromas, sueños… y los convierte en diseños únicos, exclusivos y personalizados. A sus 42 años está vinculada simultáneamente a sus dos empresas: la firma arquitectónica y la de diseño de alfombras.
Nuestra conversación arranca de manera virtual, con la posibilidad que actualmente nos proporciona una cámara para mirarnos cara a cara y sentir cercanía a pesar de la distancia. Ella en Guayaquil, yo en Quito. Ambas abrumadas por el tráfico que ha impedido que nuestra entrevista arranque de manera puntual. Sin embargo, rápidamente nos contagiamos de la energía positiva que surge de nuestro primer intercambio de palabras.
Alexa se siente cómoda y empieza a contar los pormenores de los años en que comenzó a ejercer como arquitecta. Sus primeros proyectos fueron residenciales. Aprendió de Clemente Durán Ballén, un referente de la arquitectura en Guayaquil, y estuvo vinculada al desarrollo urbanístico y residencial de Plaza Lagos, una de las obras emblemáticas de Samborondón.
Se inclina por el nuevo urbanismo, ese que se rige por el buen uso de las áreas verdes, la arquitectura clásica, la que respeta el entorno, utiliza materiales locales y se erige de acuerdo con el clima de la zona. Su vida personal también se nutre de principios similares. El tiempo libre lo dedica al yoga o al entrenamiento funcional. Recuerda que años atrás fue maratonista y el deporte es uno de sus pilares fundamentales. Convive con su pareja Pedro Pablo Duart, con quien tienen una hermosa Golden Retreiver: Reina, que ya cumplió dos años y tiene su propia cuenta de Instagram. Los tres suelen escaparse frecuentemente a la playa. Otro de los lugares que la inspira para diseñar.
Alexa es un alma libre y multiétnica. De su padre heredó el 50% de su ADN alemán. Aunque ella ya es la quinta generación de la familia que reside en otro país, hay un vínculo estrecho con esa geografía. De su madre le viene un 25% de maltesa. Dice que su 25% de guayaca es tan auténtico como el bolón o el encebollado.
Confiesa que en los últimos años su marca de alfombras 4DSOUL es la que se lleva el 70% de su tiempo, aunque no ha dejado completamente el oficio de arquitecta. Sigue siendo cofundadora de la firma Altgelt Wolsey, negocio que mantiene con su mejor amiga Diana Wolsey. Están especializadas en identidad corporativa. Han desarrollado ADN de marca, visual merchandising, diseño de mobiliario y toda la parte visual de varios restaurantes. Están por entregar el cuarto local de Tinta Café. Con su firma también han entregado varios proyectos residenciales, un campo en el que justamente incursionaron en sus primeros años.
Su capacidad emprendedora ha determinado el curso de su carrera. A pesar de que se siente absolutamente satisfecha por haber tomado esos riesgos, sí hace énfasis en que el emprendimiento debería ser parte de la malla curricular de escuelas y colegios. Asegura que todos los bachilleres deben salir de las aulas con conocimientos básicos de Excel, de proyección de negocios, de manejo de costos. “No es suficiente con el diseño de producto, hay que saber ejecutar, administrar, comercializar”.
Alexa se encuentra en una etapa muy artística, por eso también busca conectar con otras personas de este campo. Realizó una colaboración con la famosa estadounidense Olga Dueñas (Olga Valasek) quien vivió más de tres décadas en Ecuador por su esposo guayaquileño. Ahora reside en Florida y fue allí en donde Alexa expuso dos alfombras inspiradas en sus diseños.
¿De dónde surgió la idea de diseñar alfombras?
Podría decirte que inicié por hobby, pero quizás lo más acertado es decir que fue por capricho. Yo amo las alfombras, así que comencé a buscar proveedores en el mercado local y me di cuenta de que no había. Entonces vi la oportunidad de hacerlo yo. Comencé con tejedores locales en guano, pero sentí que no cumplían con mis expectativas. El material que se utilizaba era como acrílico, los tejedores no estaban comprometidos. Fue una suerte de decepción.
¿Entonces buscaste en el extranjero?
Se podría decir que ellos me encontraron. Fue increíble porque a través de mail o Instagram, no recuerdo con precisión, me contactaron desde comunidades de la India. Me mandaron muestras que me sirvieron para probar calidad y confianza con los artesanos. Después de recibir varias muestras me quedé con un grupo de artesanos del norte de la India. Son adultos mayores que llevan varias generaciones en este oficio ancestral.
Y uno pensaría que es un oficio que está por desaparecer.
La verdad es que ellos sienten que su mercado les está dando las espaldas porque con la industria que llega de China, los procesos resultan en productos más económicos. Ellos siguen tejiendo a mano, con un proceso riguroso y tan meticuloso que demoran semanas en crear una sola alfombra. Por eso me gustan tanto, porque dan calidez a los espacios y los completa.
Y al ser arquitecta completas y complementas los espacios que diseñas…
Sí. De hecho, en diseño arquitectónico soy muy nórdica. Me gustan los acabados limpios, materiales puros; y en decoración, todo muy blanco. Pero las alfombras son estas piezas en las que me permito ser disruptiva, darle la personalidad necesaria. Pasa de ser un adorno para convertirse en un elemento visual importante.
¿Tu trato es directo con el cliente o a través de decoradoras?
Trabajo mucho con decoradoras. En Guayaquil nadie pone nada en su casa sin antes consultarlo con su decoradora. Mi ventaja competitiva es que, al ser arquitecta, hago el diseño y lo traslado visualmente al espacio deseado, porque manejo AutoCAD y entrego el render completo. Así el cliente entiende con anticipación cómo va a quedar, porque la alfombra le llegará 16 semanas después. Por supuesto que también atiendo requerimientos de clientes finales.
¿Cómo está conformado tu equipo de trabajo?
Tengo un equipo en India que trabaja en la parte legal, también con gente que sabe de diseño y maneja la terminología. Además, tengo agentes comerciales que venden mis alfombras en otros países como Estados Unidos, Panamá y España. A eso se suman los tejedores, que son 30 entre India y Bangladesh. A mis clientes les comparto el proceso de elaboración de su alfombra de principio a fin, no oculto nada. Ellos saben que yo creo un diseño que luego es interpretado por tejedores que viven en India y Bangladesh. Así que una vez que inicia esa fase manda videos de cómo va progresando su alfombra, conocen de manera virtual a su tejedor designado y se genera una expectativa por el producto final.
Vives una dualidad. Alexa arquitecta y Alexa diseñadora de alfombras. ¿Qué inspira a cada una?
La arquitecta tiene esa orientación nórdica, limpia, de líneas rectas. Y claro, es curioso porque si miran mi primera colección de alfombras que se denomina geométrica, es Alexa arquitecta con el casco de diseñadora. Todas son líneas rectas, simétricas. Con tonalidades en blanco, negro y grises. Sin embargo, durante la pandemia me conecté con la naturaleza y comencé a hacer colibríes. Luego pasé a mariposas y a flores. También he explorado lo abstracto.
¿Te manejas por colecciones?
Sí. Y tengo cuatro o cinco que ya están prestablecidas. No produzco nada en serie, cada pieza, así pertenezca a una determinada colección, va a tener una paleta de color personalizada y exclusiva.
¿Tu emprendimiento se vio afectado por la pandemia?
Fue una locura. Yo creí que el confinamiento iba a significar el fin para 4DSOUL y fue todo lo contrario. La gente pasó mucho tiempo en casa y vio necesidades que antes no veía. La necesidad de hacer el espacio más acogedor, más personal, determinó un boom para nosotros.
¿Qué proyecta el futuro?
He hecho exposiciones con mis alfombras, es algo que quiero mantener. También seguir con la colaboración de artistas y llegar a nuevos mercados. En Ecuador ya son algunas ciudades que demandan mis diseños: Quito y Manta además de Guayaquil, que por supuesto es mi mercado principal.