Foto: Proyecto de vivienda social, Guayaquil
Inquietudes y reflexiones
Por: Alberto De Guzmán Garcés
El Presidente Moreno, en su campaña, hizo compromisos respecto de la vivienda; incluso fijó unas importantes metas. El Presidente Moreno, ya en funciones, ha hecho gestos en búsqueda de un entendimiento con el sector privado al que lo ha señalado como el motor del desarrollo; ha llamado al diálogo nacional, y mediante Decreto Ejecutivo, ha conformado mesas para ese diálogo.
Señales que el país observa expectante y que el sector de la construcción, como tantos otros, espera que se cristalicen en medidas concretas. Sí, son grandes las expectativas con ganas de mirar hacia adelante en este país de todos, donde tanto hay por hacer. Expectativas de que tal vez, ésta vez se pueda construir una visión compartida de cómo abordar la ilusión de las familias por lograr un techo para sus hijos. Expectativas de que ésta vez, tal vez, se pueda construir una política de Estado en esta materia. Expectativas de que tal vez se pueda hacer una evaluación honesta de qué se ha hecho bien, de lo que no funcionó, del qué debe ser corregido, de lo que ha de impulsarse. Expectativas de que ésta vez las políticas públicas en estas materias se las haga con activa participación de los actores que mueven estos sectores. Expectativas, en fin, de que por una vez se mire hacia atrás solo para aprender y proyectar, pero con la mente puesta en un futuro esperanzador.
Ha pasado ya un mes largo y todavía no se escucha ningún planteamiento respecto de los planes de vivienda para las familias ecuatorianas. No se ha conocido aún cómo el gobierno espera lograr sus metas y sus compromisos; cómo va a animar la participación del sector privado y de los sectores sociales organizados. Tampoco se ha sabido nada respecto de ese espacio de vida que va más allá de las casas y que son los barrios, que son las ciudades. Nada se ha dicho sobre suelo y servicios.
Tal vez esa falta de planteamientos en sí mismo, sea una señal. Una buena señal, uno quisiera pensar, señal de que ésta vez se está meditando con calma, que seriamente se está buscando los puentes para una construcción sostenida y sostenible de los mecanismos que den acceso a vivienda y a un vivir urbano colectivo para todos los ciudadanos, indistintamente de sus medios y posibilidades.
Este particular momento con su expectativa puede ser una oportunidad; no la desaprovechemos. Por eso la propuesta a los entendidos y profesionales vinculados a la vivienda, la industria inmobiliaria y de la construcción, es a generar una tribuna para el diálogo que nos permita construir una visión que supere los cuatrienios de gobierno, trazar un rumbo y definir una política de Estado para los próximos veinte años. Tal vez sea éste el momento propicio para proponer una mesa de vivienda en la que podamos discutir y acordar sistemas y mecanismos, en especial para vivienda económica.
Para nadie es desconocido que la industria de la construcción es la gran creadora de empleos, y empleos es lo hace falta con urgencia; el sector inmobiliario es movilizador de recursos, esfuerzos e ilusiones. En un país con modestos niveles educativos, el ladrillo es la posibilidad disponible. Pero para activar estos sectores y generar los empleos que se necesita, es indispensable la definición de reglas claras, estables y que estén expresamente escritas y detalladas. Se requiere además de estabilidad que va más allá de las especificidades del sector: estabilidad en la economía, en política, en las instituciones. Pero sobre todo, se requiere de confianza. Esta es la piedra angular clave para que el complejo entramado de actividades resulte en un producto: una casa para una familia. Y la confianza es lo que lamentablemente más se ha erosionado en los últimos tiempos por cambios en las reglas de juego y en las instituciones. Hoy por hoy no se encuentra promotor privado dispuesto a asumir los riesgos de proyectos de vivienda económica sin financiamiento claro, con márgenes pequeños y con un sombrío mercado.
Confianza: es el activo más importante para mover la maquinaria. Esa confianza solo se podrá restaurar si se generan mecanismos en los que el sector privado no solo tenga mayor participación, sino mayor control sobre el timón para dirigir la nave por un rumbo previsto, para el logro de unas metas acordadas, bajo normas claras. Ya Ecuador hizo experiencia cuando se lanzó el sistema del Bono para Vivienda, en el que los bancos e instituciones financieras privadas asumieron el manejo de las postulaciones y eran los depositarios de los ahorros para vivienda de las familias.
Los sectores de vivienda y desarrollo urbano, los alcaldes y alcaldesas, las industrias inmobiliarias y de la construcción, y los medios de comunicación especializados estamos expectantes. Pero más allá de expectantes, estamos dispuestos a poner el hombro. Estamos esperando una señal que nos convoque, una inequívoca muestra de buena voluntad que podría ser la derogación de la inconsulta e improductiva Ley de Plusvalía, que se ha convertido en un dogal innecesario para nuestro desarrollo y potencial para contribuir con el país.